En el reciente traspaso de poderes, a todos nos ilusionó escuchar al señor presidente Luis Guillermo Solís dirigir su discurso con una alta cuota de humildad, “si me pierdo búsquenme”, fue una de sus frases añadiendo otras esperanzadoras de una nueva forma de comunicarse.
Nosotros hemos escrito varios artículos señalando la necesidad de un cambio en el modelo de atención dentro del Ministerio de seguridad Pública, hemos señalado la urgencia de comunicación asertiva, al igual que añoramos se transparenten los procesos en nuestra querida Fuerza Pública por el bienestar común que involucra tanto a la institucionalidad, como a la ciudadanía.
La omisión de derechos, que por ley les corresponden a las y los trabajadores de la Fuerza Pública, deshumaniza el servicio del policía, los abusos del mando que de manera arbitraria ordena reubicaciones y traslados de aquellos funcionarios que se “atreven a desafiar” la “autoridad” al pedir respeto y trato justo no deberían seguir, partiendo del discurso del señor Presidente.
La administración saliente, que se vanaglorió de haber cumplido en materia de seguridad, omitió que para alcanzar algunas metas, se sacrificó el recurso humano, que inclusive significó la pérdida de vidas humanas mediante el “escape” del suicidio, se dejó de lado la necesidad de humanizar la labor del policía, el cual debe desempeñar una tarea sumamente diversa, compleja y peligrosa, procurando el ejercicio de servir y sonreír . Aunque esté perdiendo la posibilidad de convivir en familia.
El policía no es un robot, por eso es necesaria una transformación, que favorezca los procesos, se disminuya el desarraigo familiar, y la desintegración familiar que ronda el 70%.
Es necesaria la disciplina, pero esta debe ser con justicia, donde las reglas estén claras, y se apliquen igual para todos, es preciso que se elimine el modelo retrógrado de mandos que recurren a gritar para “imponer autoridad” que suelen humillar a las personas con quienes se relacionan y que son quienes le sirven de manera directa a la ciudadanía, es necesario un cambio…porque algunas de estas personas llevan años en sus puestos y lejos de madurar, y adquirir sabiduría, cada vez se vuelven más arrogantes acompañando este defecto con un excesivo orgullo acrecentado últimamente con más privilegios a los que tiene derecho.
Privilegios como el que los lleven y los traigan de sus casas, mientras las y los policías de a pie, deben viajar en bus, en bicicleta y en algunos casos a pie, y si atendiendo un caso le tomó tarde, debe avisar a su familia que deberá quedarse en la unidad policial porque a él o ella, no se le puede ir a dejar.
El policía debe comportarse como un “robot” inclusive ante sus “líderes”, no tiene derecho a sentir hambre, a tener sed, no puede sentarse a tomarse un café, porque es señalado por el dedo acusador, lo más grave de todo esto es que algunos de sus mismos superiores, piensan que así debe ser, y suprimen el derecho de las y los trabajadores de la Fuerza Pública, como aquel que ordenó, “se eliminará el derecho al tiempo para alimentación en la jornada nocturna.
Señor Presidente, existen altos mandos y mandos medios en la Fuerza Pública, que se favorecieron del “amiguismo y del ascensor” para hoy estar lastimando a las y los policías de base, a los que arriesgan su vida, a los que combaten la criminalidad en sus recorridos, a estos se les está maltratando, “obligándoles” a renunciar a su dignidad humana, porque cuando un ser humano pierde el derecho de expresar sus emociones y sentimientos, entonces dejo de tener derecho y por ende pierde su dignidad.
Mandos medios que reniegan del derecho de las y los policías al tiempo de alimentación, que les obligan a permanecer más de doce horas en servicio, que les impregnan a sus compañeros el deseo de “tomar la ley en sus manos” y eso es un riesgo que hemos advertido y que no ha sido atendido.
Es necesario un cambio en el modelo, es imperativo y urgente que se impregne liderazgo competente y se piense en el cumplimiento de objetivos institucionales sin menoscabo de la salud y el derecho de las personas.