El accionar, la obra y las decisiones de un determinado gobierno jamás serán analizadas de manera objetiva y/o neutra. Quien se lo proponga no podrá despojarse de su visión de mundo o de su ubicación en la estratificación social; y tratándose de un asunto meramente político, las vinculaciones partidarias, directas o indirectas, explícitas o implícitas, empáticas o antipáticas, pesan a la hora de calificar a una determinada administración gubernativa en una sociedad como la costarricense.
Esto es más complejo si tal análisis calificativo se hace mediando un artículo de opinión que (entre otros factores limitantes a considerar), presenta problemas espacio como para profundizar en el análisis.
Así las cosas, expresar nuestro parecer sobre los tres primeros años de gestión gubernativa del actual mandatario don Luis Guillermo Solís Rivera, no escapa al indicado contexto de análisis y a las limitaciones apuntadas.
Con una solicitud de disculpas anticipadas no por lo que apuntemos, sino por la simplificación de los criterios siguientes, apuntamos algo de lo bueno, algo de lo malo y algo de lo feo de la gestión ejecutiva del país en desarrollo y a la cual solamente le resta un año. Tan solo algunos ejemplos, pues es más que obvio que hay muchas más situaciones para apuntar al respecto.
lo bueno: un ejemplo: la decisión desafiante a la hegemonía político-económica dominante con la eliminación del veto a la Reforma Procesal Laboral (RPL), impuesto por la Expresidenta Laura Chinchilla Miranda. Así, la RPL pasó a convertirse en la presente Administración gubernativa, en Ley de la República, No. 9343, que entrará en vigencia el próximo 25 de julio. Otro ejemplo: la política y la gestión tributarias seguidas desde el Ministerio de Hacienda, propiciándose nueva normativa de control del fraude fiscal; así como proponiéndose e impulsándose diversa legislación por el lado de la progresividad impositiva.
Otro ejemplo: la intervención en el Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (Infocoop), posibilitando el surgimiento de un renacer del movimiento cooperativo nacional, tan consustancial al sistema democrático, con mucho más autonomía, independencia y transparencia. Otro ejemplo: varios miles de personas empleadas públicas del Gobierno Central y entes adscritos lograron la propiedad en sus cargos luego de años de prolongados interinatos, al mostrar el presente Gobierno, vía Servicio Civil y con apego a la ley, la necesaria voluntad política para corregir tal injusticia.
Lo malo: un ejemplo: la política de salarios mínimos en el sector privado siguió apuntalando el crecimiento de la desigualdad dado que no se impulsó un cambio cualitativo en la misma que impulsara ampliación del poder de compra del salario, partiendo de las cifras oficiales de inflación cero o cercana a cero. Es más, un duro golpe representó la decisión de realizar ahora una única revisión anual del salario mínimo con relación a variaciones en la inflación, eliminándose el reajuste semestral.
El salario mínimo está congelado, prácticamente, mientras todas las variables macroeconómicas positivas solamente están posibilitando mayores niveles de concentración de riqueza. Otro ejemplo: Importantes sectores laborales del Gobierno Central (no profesionales), continúan empobreciéndose salarialmente, por cuanto si bien se les liberó del enganche salarial médico, no se ha hecho nada por corregir las pérdidas adquisitivas de sus salarios acumuladas por tal razón y por tantos años. Otro ejemplo: los dos ejemplos anteriores contrastan dramáticamente con los grandes aumentazos salariales en entidades como el INS, el BCR y el Banco Central de Costa Rica (BCCR).
Lo feo: un ejemplo: los problemas que enfrentan varios altos cargos político-jerárquicos con pagos salarios irregulares y/o al margen de la ley que si bien es cierto no expresan conductas abiertamente corruptas premeditadamente concebidas para apropiación indebida de fondos públicos; alimentan el morbo político para golpear la imagen y la credibilidad presidencial.
A la vez, dejan en evidencia un tratamiento desigual y discriminatorio si situaciones análogas se hubiesen dado con funcionarios profesionales de carrera expuestos a las mismas controversias. Otro ejemplo: la soberbia político-autoritaria de la Directiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), la cual ha ridiculizado a la autoridad presidencial ante el desacato de la petición de esta para que se revierta una rebaja salarial generalizada para toda la clase trabajadora, de un 1 %, para tapar un gigantesco hueco en las finanzas del sistema de pensiones IVM-CCSS. La “república independiente” de la Caja (como la llamó el propio mandatario), se impuso a la voluntad popular electoral mayoritaria que a este le llevó a la Presidencia de la República.
Lo subjetivo es la norma al analizar la acción de un Gobierno. Esto es contundente. En el caso nuestro, más señalamientos en este esquema de lo bueno, lo malo, lo feo se nos quedan en el tintero. Cada ciudadano, cada ciudadana también tiene sus propios criterios en tal sentido. Verdades absolutas no hay y cuando se trata de ver la realidad con perspectiva de clase, mucho menos.
Algo más profundo nos queda como deuda para comentar posteriormente; y es que en muchas de las acciones del presente Gobierno el conflicto inter-clases se manifestó con mucha contundencia, dureza y crueldad. Por ejemplo, la presión infame de los latifundios mediáticos sobre el empleo público y la feroz resistencia sindical representante de este.