La experiencia nos dicta que nada bueno puede salir de una lucha polarizada. Apostarle a una posición inamovible implica, necesariamente, recurrir a la competencia, y; en este terreno, pocos ganan y la mayoría pierden.
El país atraviesa una realidad coyuntural crítica. Por una parte, la imposición de un proyecto de ley que no es debidamente consensuado y que cuenta con el rechazo de las mayorías, y; por otra, un enorme grupo de ciudadanos que lo adversan y que manifiestan su descontento a través de la protesta.
El asunto constituye un verdadero conflicto, tema que para una democracia madura no debería ser más que una oportunidad para la consolidación de sus principios. Sin embargo, cabe preguntarse si en Costa Rica se está respetando esa democracia que salimos a exhibir en el concierto de las naciones.
¡Basta de cliché! “Es por vos es por Costa Rica”, “qué nadie se quede atrás”, “somos la democracia más respetable de la región”. Estas frases bonitas están quedando en el olvido en este momento de crisis. Es más, estas expresiones son utilizadas para manipular y generar caos. La democracia se puede adornar con adjetivos, pero se construye y fortalece con acciones.
Quizá es momento de pensar si lo conveniente es retirar de la Asamblea Legislativa el proyecto generador de la escalada en el conflicto, y que los sindicatos cesen la huelga. Esto constituiría el punto medio, la lógica ganar- ganar. Luego, construir con carácter de urgencia y con un plazo cortísimo y consensuado, un nuevo texto que incluya todas las voces. Esto sería una acción democrática.
Por otra parte, es importante recordar que el derecho de huelga es constitucional, pero aún más, es un derecho humano. Es un derecho generador de otros derechos, como el de la libertad de expresión; es una voz que se opone al poder despótico o abusivo.Debe ser tutelado con especial cuidado por el derecho doméstico. Si existen vías alternas no puede cercenarse el derecho de huelga alegando la libertad de tránsito de otras personas.
Esto no quiere decir que una persona en el ejercicio de su derecho de huelga tenga licencia para agredir verbal o físicamente a nadie. Pero tampoco, se justifica que el poder del Estado o los medios de comunicación, tengan el derecho para criminalizar la protesta. El respeto a todo lo anterior, es construir en democracia.
De igual manera, el diálogo para construir no es una simple conversación. El diálogo implica escuchar y hacer vinculante en un proyecto los aportes del otro. Atrincherarse en una posición sin ceder, es el peor error que podemos cometer. No podemos polarizar la lucha, si se hace así, a corto plazo alguien podría arrogarse la victoria, pero la alegría también sería temporal. Los fenómenos sociales son complejos y si no hay consenso, el sentimiento de injusticia por parte de quien en apariencia resulte perdedor, podría generar reacciones adversas.
El país nos llama a la sensatez, la imposición del Proyecto 20580 podría subirle intensidad al conflicto y pasarle la factura a los partidos políticos que lo impulsen.
Finalmente, el país requiere de sus políticos la toma de decisiones inteligentes, el retorno a un ambiente pacífico y el respeto a nuestro Estado Social de Derecho.
Lic. Benjamín Sevilla García