La razón por la cual hemos expresado de múltiples formas el rotundo rechazo al paquetazo de impuestos, combo fiscal, que se tramita a toda velocidad en la Asamblea Legislativa, es precisamente esta: dicho proyecto profundizará más esa desigualdad.
El corazón del combo fiscal es el IVA, impuesto al valor agregado, el cual es reconocido públicamente por este Gobierno como un impuesto completamente injusto, según decir de boca de la propia señora ministra de Hacienda, doña Rocío Aguilar Montoya.
Si ya el actual impuesto sobre las ventas es aceptado como el más injusto de todos los impuestos, pues todo mundo debe pagarlo sin importar su capacidad de ingreso; el IVA será todavía más injusto e inequitativo al aplicarse en todos los tramos del proceso productivo de un bien, lo cual tendrá dos efectos negativos.
Por un lado, el producto final le será más caro al consumidor. Por otro, habrá más tentación de robarse ese impuesto, cobrarlo, pero no entregarlo, por parte de los productores-comerciantes inescrupulosos, cuyas fortunas se basan, precisamente, en la evasión fiscal.
El Estado-Ministerio de Hacienda no tiene la suficiente capacidad instalada para asumir un nuevo frente de combate al robo de impuestos que representaría el cobro del IVA, pues su mismo personal vive denunciando carencia de recurso humano, de innovación tecnológica de punta, de equipamiento de diverso orden.
El IVA, con esa tasa del 13% (algunos quieren que sea del 15% y hasta del 16%), se aplicaría a toda clase de servicios. Veamos: Netflix, Spotify, consultar abogados, servicios eléctricos, servicios de agua, usar el internet, ir al dentista, salir al salón de belleza, ir al mecánico, ir al gimnasio, televisión por cable, hoteles, ir al médico, comprar medicamentos, ir al cine, teatro, conciertos, comprar en línea, alquilar un carro, etc.
Entonces, como vemos, ese IVA golpeará los bolsillos de:
A) Las personas trabajadoras asalariadas de ingresos medios, no importa si laboran para el sector público o privado (lo que llamamos la ya muy golpeada clase media, altamente endeudada).
B) Las personas trabajadoras de la empresa privada que ganan el salario mínimo o menos que este, habida cuenta de empresarios inescrupulosos que lo irrespetan; o bien, microempresas que no pueden ni siquiera pagar ese salario mínimo porque no les da lo suficiente su actividad productiva.
C) Las personas trabajadoras asalariadas del sector público cuyo nivel de ingresos es equivalente al salario mínimo que se ordena pagar en el sector privado.
D) Afectará a las personas trabajadoras desempleadas y a las que están en la informalidad, las cuales si tienen suerte, tan solo podrían comprar artículos de la canasta básica, a los que también se les aplicará el IVA.
D) El IVA encarecerá la actividad productiva de las micro, pequeñas y medianas empresas del país, que representan el 90% (o más) del parque productivo del país; estas deberán vender más caro para poder subsistir, pero tendrán menos posibilidad de ello (pues habrá menos gente con capacidad económica de comprarles lo que venden y/o producen).
E) La aplicación del IVA agravará más la situación socioeconómica de las familias que habitan en las provincias y/o regiones de mayor deterioro en su poder adquisitivo, salarial o no, dado que, por estos lados de la geografía de nuestro país, los productos que se venden son más caros, pues según se dice hay que cargarles en su valor los costos de transporte.
Como vemos, el combo fiscal-paquete de impuestos y su contenido “estrella”, el IVA, tiene grandes impactos de carácter negativo para la estabilidad económico-financiera de la amplia mayoría de las familias trabajadoras de este país, tanto las asalariadas como las que no lo son.
Es este el objetivo fundamental de la lucha sindical desarrollada en los últimos meses, particularmente con ocasión de la Huelga General Regionalizada del pasado lunes 25 de junio.
Como es lógico suponer, los sectores políticos hegemónicamente dominantes de nuestra sociedad, dentro del actual Gobierno y fuera de él, no pueden aceptar que la bandera de lucha contra los impuestos sea alzada por los “satanizados” sindicatos, según la perversa campaña de difamación mediática de la prensa que responde a dichos sectores.
Al hablar con fuerza contra el paquetazo fiscal, los sindicatos recogen un sentir popular; sentir popular que fue olvidado por casi todos los partidos políticos que buscaron votos en la pasada campaña electoral y que nos están gobernando, desde los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Con pocos soportes políticos procedentes de partidos, al pueblo trabajador le corresponde defenderse a sí mismo. Los sindicatos son herramienta fundamental para ello y así lo establece la misma Democracia.