Es una realidad incuestionable (e, incluso, para cuando se escribió la historia del movimiento obrero costarricense a partir de la caída del Muro de Berlín, en 1989), que los sindicatos del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), han sido vanguardia organizada de la lucha social, sindical y popular durante gran parte de los últimos 30 años de nuestra vida republicana.
Si no las únicas, estas organizaciones sindicales iceístas han sido de las pocas que han ejercido un sindicalismo sociopolítico en esencia, lejos del corporativismo gremial de mucha estrechez de visión que anida en gran parte el sindicalismo criollo.
En los últimos tiempos, la defensa de la institucionalidad del ICE ha sido la piedra angular del iceísmo sindical en el marco del combate nacional a las tesis del neoliberalismo y en defensa de la herencia patriótica de inclusión social que nos fuera legada vía entidades como el ICE. La correcta lectura política que hizo el sindicalismo iceísta de todos estos años, les ganó un sitial de honor en la historia patria y eso les será reconocido en su momento.
Por ello es que resulta sumamente alentador, genera gran emoción e inyecta gran entusiasmo, conocer de la buena nueva de la reconciliación de los nueve sindicatos del ICE que tuvo lugar el pasado lunes 4 de julio, cuando reunificaron fuerzas y superaron diferencias sindicales y hasta personales, a fin de enfrentar la nueva ofensiva patronal impulsada desde la propia Presidencia Ejecutiva de la institución; ofensiva denominada “Política de racionalización y optimización del recurso humano para las empresas del Grupo ICE”, burdo eufemismo para impulsar despidos masivos en esta histórica y estratégica institución.
Los aspectos reivindicativos socioeconómicos clásicos de una acción sindical “ordinaria” nunca tuvieron prioridad para el movimiento sindical del ICE. Siempre tuvieron la sapiencia para entender de que el estratégico rol de esta entidad para el desarrollo costarricense con inclusión social que una vez fue nuestra característica como sociedad, los hacía postergar la lucha salarial y otras de similar naturaleza, poniendo por encima de defensa del ICE y los valores que el mismo ha representado.
En esta coyuntura, que unidos vayan a enfrentar la “Política de racionalización y optimización del recurso humano para las empresas del Grupo ICE”, conserva ese mismo carácter de defensa estratégica de la institucionalidad del ICE, pese a la adversidad de su entorno producto de la traición a su significado y legado por parte de políticos como Óscar Arias Sánchez.
El ejemplo del iceísmo con esta unidad sindical en la acción de sus nueve agrupaciones laborales llega en un momento más que oportuno, de cara a la coyuntura más difícil de toda la historia del sector público costarricense; cuando la ofensiva plutocrático-mediática de la oligarquía neoliberal con el capital financiero a la cabeza, está en uno de sus puntos más altos con la eventual aprobación de la ley de empleo público (expediente legislativo No 19.506) y por la vía rápida parlamentaria.
Acertadamente, al respecto, señalan los sindicatos reunificados del ICE lo siguiente en su manifiesto de unidad en la acción: “En cuanto a los proyectos de ley de empleo público, coincidieron que los mismos igualan hacia abajo la política salarial de un país donde el desempleo no disminuye, la capacidad adquisitiva se encoge, el costo de la vida crece, y la angustia de miles de almas trabajadoras aumenta ante el avance de iniciativas que implican la pérdida de la estabilidad laboral en el sector público. Por ello están de acuerdo en solicitar junto a las demás fuerzas del movimiento sindical del país, el archivo definitivo de estos proyectos de la corriente legislativa”.
Pareciera que es cuestión de semanas para que este combate de clase se escenifique, dentro y fuera del parlamento. Esta pelea es de tal calibre que amerita la unidad en la acción de las principales corrientes del actual sindicalismo nacional. Los sindicatos del ICE no solamente nos están dando el ejemplo sino que el banderazo de salida, todos juntos, en unidad en la acción, pues entendemos que la histórica y emblemática “mancha amarilla” estará por las principales calles capitalinas próximamente.
Como parte de una de las corrientes sindicales aludidas en el comunicado de reunificación del sindicalismo iceísta, les tomamos la palabra y estamos dispuestos a trabajar con otras corrientes sindicales para una unidad nacional de acción sindical bajo la premisa fundamental de que “es más lo que unos une que lo que nos separa”. El sindicalismo iceísta lo comprendió así en función de la coyuntura sociolaboral interna que ya están enfrentando y todo indica que no habría razón para que en el plano nacional, todas las dirigencias sindicales lo comprendamos perfectamente.
La amenaza al empleo público es de tal calibre, el proceso de pauperización salarial es ya una realidad, la concentración abusiva de la riqueza sigue intoxicando a la democracia, envenenándola con todas las pociones de violencia posibles que, entre otros factores de peligro para la clase trabajadora, lograron ya la unidad de nuestras respectivas bases laborales. Falta la de las dirigencias. Podemos comprender ahora el significado del ejemplo sindical iceísta para las duras circunstancias ya en desarrollo.