Cuando comenzó todo el asunto de la crisis mundial del 2008, hubo dos cosas que no logré entender; la primera: fue que los bancos que habían causado la crisis recibieran plata del gobierno (léase de los impuestos que paga el pueblo) para salvarlos y la otra: que fuera el Euro el que colapsara mientras Estados Unidos imprimía dólares a diestra y siniestra.
Confieso, ¡Sigo sin entender! Lo que sí entendí perfectamente es que el sistema político tiene una puerta giratoria y un día los políticos están en el gobierno y al día siguiente de su salida encabezan negocios y gerencias. Por esa razón, era tan importante salvar a los bancos aunque estos continuaran sacando a la gente de sus casas sobrevaloradas porque no podían pagar la hipoteca.
Pero eso sucedió allá y entonces. A nosotros en la pequeña Costa Rica no nos impactó tan fuerte, casi ni nos enteramos de la tragedia de miles de familias en la calle y sus miembros desempleados, jóvenes sin esperanza, pensionados angustiados sin seguridad social, sin medicinas, sin casa. Eso sí, los gobiernos seguían privilegiando a los bancos y sobre todo a sus accionistas e inversionistas, quienes no corren con la responsabilidad de sus actos, solo con las ganancias.
Vimos cómo Grecia y España fueron “rescatadas” nombre que se da cuando un gobierno corrupto pide prestado y lo despilfarra en gastos innecesarios o hace malas inversiones por ejemplo en trochas, hospitales sobre fallas tectónicas, asesorías y consultorías innecesarias y carísimas, platinas y cosas parecidas. Cuando llega el cobro, es el pueblo el que paga porque “eligieron” su propio gobierno, porque además nos han metido en la cabeza que todo pueblo tiene el gobierno que merece entonces no hay contradicción, eso dicen.
Los pueblos somos rehenes de gobiernos a los que por más que pagamos nuestro propio rescate, pareciera nunca nos van a soltar, y a la par del pago del “rescate”, se puso de moda otra palabra: “austeridad” cuyo nuevo significado es “que el pueblo es quien debe socarse la faja” mientras el gobierno (los 3 poderes de la República y hasta el TSE) siguen gastando lo que no deberían, pero ¿cómo vamos a ponerle freno al derroche? “Delegamos” en ellos el poder, nos representan, hacen lo que les da la gana y además les damos plata para que en la próxima campaña nos lleven a votar y renovarles el contrato para que sigan haciendo más de lo mismo, sin posibilidad de revocar nombramientos por malos que estos sean.
Hoy Costa Rica está a punto de dar un salto hacia el precipicio. El “logro” del nuevo Ministro de Hacienda, repatriado tras haberse educado en el Fondo Monetario Internacional con grado de maestría en “que cada palo aguante su vela” y doctorado en el pasado de moda Consenso de Washington, vino a impulsar junto con el vicepresidente Liberman, como parte del “Plan B”: los Eurobonos, para que el irresponsable gobierno Chinchilla Miranda pueda endeudarse y seguir la fiesta a trochas y mochas: en viajes, lujos y pachangas.
Por cierto ¿adónde está Laura hoy? ¡En China, gozando literalmente de un lujo asiático!… y luego a Corea a recibir un Doctorado ¿sí? Y acompañada de su inseparable gurú en libre comercio Anabel González. Ven que no es cuento. Y quién pagará esta fiesta: usted, yo, las futuras generaciones.
En este momento nuestro país está exactamente igual que los “ninjas”, nombre que se dio a los limpios (no income, no job nor assets) que recibieron “préstamos e hipotecas subprime” originando así la crisis financiera en E.U.A.
Grecia, España, Portugal, Italia e Islandia iniciaron su ruta al descalabro como Costa Rica. Solamente en Islandia sus ciudadanos conscientes, pensantes y educados (en el sentido literal de la palabra) valientemente metieron a los banqueros a la cárcel, acordaron no pagar una deuda porque no habían disfrutado de la misma y mediante un referéndum de verdad, no como el de Costa Rica con fraude incluido botaron al gobierno, redactaron una nueva Constitución y comenzaron la ruta a la recuperación: triplicaron su economía y el bienestar los acompaña. Los otros países siguen, como nosotros, en manos de políticos corruptos y el pueblo pagando las consecuencias.
Cuando vengan los bancos usureros a cobrar a sabiendas que no podremos devolver la plata, que no se invirtió en nada productivo, sino que simplemente se gastó, que la derrocharon los políticos, la salida será reducir los salarios, eliminar toda protección social (que calificarán de privilegios indeseables), desmantelarán lo poquísimo que quede del Estado de Bienestar y señalarán al pueblo y a la clase trabajadora de consumista, pese a que el consumismo lo han venido estimulando con el mentado libre comercio y en todo caso, los que dilapidaron la plata fueron otros. Entonces el pueblo empobrecido, anestesiado o domesticado (da igual), será el que pague la fiesta, se terminará de privatizar todo justo lo que los Arias anhelaban, solo que salados ellos porque no van a poder apañar ya nada. Los acreedores son temibles y todo se irá en la tira del “rescate”: ICE, Caja, INS, Acueductos y Bancos, Talamanca, los parques nacionales y hasta la Isla del Coco rematadas el altar de la codicia bancaria.
Estamos advertidos, los mismos diputados que han apoyado ese horror aseguran las tasas de interés no van a bajar hipotecando la Patria el beneficio es que los intereses no subirán más y además admiten que puede salir carísimo al país puesto que los políticos de turno están distorsionando al meter la mano en el negocio como lo ha denunciado entre otros CR-Hoy.
No hacer nada en este momento nos convertirá en cómplices y no tendremos cara para mirar a jóvenes y niños a quienes les robamos su país, pues en lugar de dueños de la Patria donde nacieron, serán rehenes y esta vez además solamente inquilinos de por vida con amenaza de desahucio porque conjuntamente con los expropiantes impuestos a bienes inmuebles (territoriales) y el Plan Fiscal, son resultado del agujero fiscal que abrió el TLC al eliminar los impuestos a las corporaciones y las capas “productivas” más ricas y poderosas.
Otra vez solidaridad a la inversa: impuestos a los pobres para ayudar a los ricos. ¿Qué podemos hacer para detener este disparate suicida?