Debemos felicitar a don Luis Guillermo Solís Rivera por su elección como el nuevo Presidente de la República, según una histórica votación a su favor en las urnas, durante el pasado domingo 6 de abril de 2014. Culmina así lo que muchos especialistas determinan como el proceso electoral más inédito, más atípico, más impactante desde la instauración de la Segunda República, en 1949. De sorpresa en sorpresa, así transcurrieron estas elecciones.
No hay duda de que la gran sorpresa, el fenómeno político más destacable es el ascenso sostenido hasta la primera magistratura del país, del señor Solís Rivera. Digamos que empezó de “lo menos, menos”; hasta alcanzar lo máximo que no era esperado.
Ya habrá tiempo para que esos mismos especialistas y otras personas que analizan estas circunstancias sociohistóricas, hagan sus planteamientos tratando de explicar cuáles fueron las situaciones que se conjuntaron para esta victoria electoral del indicado ciudadano; o lo que es su contracara, la derrota más estrepitosa de toda la historia del Partido Liberación Nacional (PLN).
Dentro de este conjunto de cosas que estarían por analizarse con más detalle y pausa, percibimos que la palabra, el concepto, o más “sofisticadamente”, la categoría sociopolítica de “Cambio”, empleada como eje central de la propaganda del señor Solís Rivera, caló profundamente en grandes segmentos ciudadanos más allá de las fronteras de su propio Partido Acción Ciudadana (PAC). Es más, la recolección de votos que captó la propuesta electoral ganadora, tiene procedencia multipartidista de casi todas las opciones que estuvieron en la papeleta presidencial original.
Ahora bien. Dos cosas parecen de atención inmediata. La naturaleza del “Cambio” que se promocionó por parte del señor Solís Rivera, es de tal calibre que las expectativas parecen ser demasiadas, en diversos aspectos y esperanzadoras para múltiples sectores; especialmente, en los de la “gente de abajo”, incluyendo esos sectores medios golpeados económicamente que se resisten a una mayor intensidad en su proceso de empobrecimiento paulatino y que, por ejemplo, presentan altísimos niveles de endeudamiento.
Es evidente que en este ámbito, el nuevo Gobierno deberá considerar cómo ha de responder a tal desafío.
La segunda cuestión tiene que ver con ese tipo de señales del “Cambio”, inmediato, que el nuevo mandatario puede enviar a través de sus primeras decisiones, luego de las 12 del día del próximo 8 de mayo. Aquí, con el debido respeto, puntualizamos algunas de esas señales del “Cambio” en lo concreto-inmediato que pudieran indicar que, en realidad, no se trató de un vano “slogan” publicitario “novedoso” para obtener el triunfo.
La semana pasada y en este mismo espacio, planteamos ámbitos de posible decisión de “Cambio”, pero son asuntos de mayor calado que ameritarían procesos complejos para que se pudieran concretar. Así que pueden haber otros cambios inmediatos que son de decisión directa del nuevo inquilino de la Casa Presidencial, mediando su intervención directa y/o orientando por medio de directrices, como por ejemplo los siguientes:
Que quienes van a integrar su gabinete directo, como ministros y ministras de Estado, hagan pública su situación individual-personal de ingresos: rentas, alquileres, acciones, propiedades, deudas, bonos de inversión, etc.; de forma tal que, en congruencia con uno de los pilares éticos que pregona el PAC, la ciudadanía pueda saber con cuánta plata cuenta cada jerarca al llegar al gobierno; y, luego lo difunda de nuevo cuando se tenga que ir del mismo por cualquier razón.
Esto es muy distinto a la declaración de bienes de ley que debe presentarse a la Contraloría General de la República (CGR), pues éstas son guardadas “bajo llave” y nadie tiene acceso a las mismas. ¡Transparencia total! Igual para otros cargos de alta jerarquía política como las presidencias ejecutivas.
Que se establezcan los tres turnos de atención por parte del personal médico de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), en todos sus hospitales; de 6 de la mañana a 2 de la tarde, de 2 de la tarde a las 10 de la noche, y de 10 de la noche a las 6 de la mañana; con lo cual, por ejemplo, los quirófanos estarían funcionando las 24 horas. Con este sistema labora todo el personal de Enfermería de la Caja y, prácticamente, el resto del personal no médico de la institución que brinda atención directa al paciente. Se aumentarían las horas médicas para atender al pueblo; se reduciría la presa de cirugías y otras intervenciones médicas necesarias para una eficiente y eficaz atención de salud pública; amén de que se reduciría el monto por remuneraciones y guardias.
Los sistemas de reconocimiento por recargo no mermarían los ingresos salariales del personal que debería trabajar con la nueva modalidad.
Que se instale una comisión nacional de análisis de las exenciones y de las exoneraciones tributarias, todas las cuales andan en un 6 % del Producto Interno Bruto (PIB), según datos del propio Ministerio de Hacienda. En un plazo de seis meses se puede tener un informe para que se dé una reducción, que podría ser paulatina, de hasta 3 puntos de PIB. Así, las voces histéricas de corte neoliberal sobre el “apocalíptico” déficit fiscal, tendrían que inventarse otros argumentos para seguir con esta fijación macroeconómica patológica que padecen.
En esto del déficit, ¿por qué no abocarse a diseñar una nueva metodología del cálculo del mismo, integrando toda la totalidad del sector Público y no solo el Gobierno Central, con las excepciones de rigor y sin afectar grandes proyectos de infraestructura y similares? Aquí el Presidente puede integrar una comisión de gente especializada, afín a su pensamiento, que la hay en gran cantidad y calidad.
Que el nuevo Presidente retire el ingrato veto que la mandataria saliente le interpuso a la Reforma Procesal Laboral (RPL), histórico proyecto de ley que recibió en el parlamento por terminar, los dos debates constitucionales obligados y en ambos con lujosas mayorías. Por ejemplo, la oralidad que se introduciría en los procesos laborales judiciales abaratará los costos de los mismos para todas las partes: Poder Judicial, patronos y trabajadores; y éstos podrían recibir justicia más rápida y no esa tortura de hoy, de años y años, para recibir restauración de sus derechos laborales lesionados.
Como vemos, este es un “menú” de medidas de “Cambio” real, constatable, inmediato; medidas que la ciudadanía toda, hasta la abstencionista, le abonará como refuerzo de credibilidad presidencial; medidas que, además, tienen espacio para ser implementadas a partir del contundente mandato recibido en las urnas y que le dan el necesario músculo político para emitirlas desde la Casa Presidencial y desde el mismo 8 de mayo, luego del mediodía.