14 candidaturas presindenciales ¿para qué?

Tenemos entendido de que para la próxima elección presidencial, la de febrero de 2014, habría hasta 14 candidaturas, 14 fotos en la papeleta de votación… pero, en realidad, ¿habrá 14 opciones?…

Lo que nos llama poderosamente la atención es que no parece haber relación entre tanta “diversidad” y tantas “opciones”, con el alto porcentaje de ciudadanos y de ciudadanas que indican que no votarán del todo, que no tienen ni la menor idea de por quién hacerlo; porque nada les conmueve y porque la apatía electoral es la reina del escenario nacional actual… en fin de que “todos son lo mismo”.

Evidentemente estamos de frente a un fenómeno sociopolítico que si bien ha sido analizado por personas expertas desde varias perspectivas de las ciencias sociales; en la ciudadanía de a pie, las cosas parecen estar claras en cuanto a su reclamo reiterado a la clase gobernante, al sistema político, a las estafas cuatrienales que son las campañas políticas… en fin, a lo que desde “arriba” denominan ingobernabilidad.

¿A qué aspira, en la actualidad, una persona integrante de la clase trabajadora, tanto la que es asalariada como la que se la juega en el día a día, en el mercado informal, en el “cuentapropismo”?

Sin creernos dueños de la verdad en tal sentido, nuestra experiencia en el campo de la lucha sindical y social nos indica que las personas trabajadoras quieren seguridad, en primer lugar, seguridad económica: empleo estable, dignamente remunerado, trabajo decente… La vivienda: la casita propia, ojalá. Salud garantizada para la familia y educación buena para los hijos y las hijas. Las cositas de la casa para cierto confort, sin lujos ostentosos: que el tele, que la lavadora, que la cocina, que la “refri”, el “coffemaker” y el microondas.

Si se puede, la “compu”, básicamente para los “carajillos” por eso del internet. Platita segura para la comedera, pagar los abonos de las deudas; los altos recibos de la luz, el agua y el teléfono. Más el celular, o los celulares de los “güilas”. Un “paseíto” con toda la “prole” de vez en cuando, llevando eso sí el pan cuadrado, el salchichón, los huevos duros, las tortillas, el atún y los frescos. Ropita nueva de vez en cuando, pero la mayoría de las veces en “second hand”, ropa americana.

Las carreras del inicio del curso lectivo y la gastadera de plata (la salvada es el salario escolar para quienes trabajan en el sector Público, porque el salario escolar de la empresa privada no existe y la tal ley que crearon al respecto es una verdadera tomadura de pelo).

Bueno, eso y alrededor de eso, es la vivencia cotidiana en muchos de los hogares de la clase trabajadora, en su amplia concepción: la del empleo formal con salario fijo, la del mercado informal y hasta en los hogares de la gente propietaria de pequeñas y medianas empresas.

Pero, en realidad qué está pasando en estos hogares, que constituyen la mayoría de la población del país, donde están los votos, ¡sí los votos! que ocupan los aspirantes presidenciales y diputadiles: Deterioro de la calidad de vida, estrechez económica creciente, violencia intrafamiliar en torno a los gastos y a que la plata no alcanza por el alto costo de la vida; reajustes que no elevan el poder de compra del salario, más endeudamiento y menos liquidez al final de la quincena; los pleitos por el alto recibo de la luz, el del agua; es mejor el celular pre-pago (jugársela con mil, dos mil de carga cada cierto tiempo); temor al despido… “la calle está fea”, mucho desempleo, el asedio de las drogas… y un largo etcétera.

En tal estado de cosas, para “los y las de abajo”, qué ofrecen las casi seguras 14 candidaturas presidenciales. Probablemente el oro y el moro. Sin embargo, ya no es como antes, dicen muchos, sobre todo los de más edad. Ya no hay plazas públicas de grandes concentraciones de personas; las candidaturas presidenciales se deciden en salas de casas, auditorios pequeños, convenciones con escasa participación o de dudosas “altas” cifras de asistencia; las encuestas pierden credibilidad o se van desenmascarando; los candidatos piden salario para hacer política, los que pueden pagan millones por una candidatura diputadil y los que tienen respaldo platudo diseñarán los mejores comerciales para agrandar más los capitales de los grandes medios de comunicación, especialmente los afines a la hegemonía dominante.

Pongámosle más condimento a la cosa: El narco por arriba y por abajo se sigue consolidando en nuestra querida patria. El dólar se mantiene estable por el gigantesco ingreso de capitales narco que se asientan en el país donde son lavados; la corrupción, con ropaje legal y sin él, campea en el seno de la clase gobernante tradicional; el chorizo de las concesiones de obra pública, hace más ricos a ciertos bufetes “high”, ligados a la hegemonía política dominante y a las trasnacionales que la sustenta; hay un creciente deterioro de servicios públicos fundamentales para la vida, como los de la Caja; la concentración de la riqueza sigue avanzando y la clase media en picada hacia el abismo de la pobreza…

Ante tal estado de cosas, es evidente que una elección presidencial como la venidera debería tener características de excepción, de trascendencia estructural; de rupturas sistémicas o, al menos, de cambios de rumbo. Será muy interesante, en consecuencia, analizar algunas de las propuestas electorales de corte presidencial, a la luz de todo este estado de cosas.

Podría ser “curioso” escoger algunas de las propuestas más “desafiantes” para la hegemonía político-económica actualmente dominante, identificando a su proponente y exigiéndole que nos diga cómo las materializará, cómo las concretará, en qué plazo y con qué gente.

Desde este espacio, con mucha modestia y dado que tenemos esta excepcional oportunidad de escribir semanalmente, les compartiremos algunas de esas propuestas que algunas de las candidaturas presidenciales estarían formulando; eso sí, partiendo de las que son únicamente candidaturas presidenciales, porque las que son dobles (es decir, candidatura presidencial y candidatura diputadil a la vez, es porque están conscientes de que en el primer caso no pegarán y en el segundo, tal vez… “cuidado pierden” dice el refrán del pueblo en estos casos).

¿Qué nos dicen sobre el empleo, sobre la política salarial, sobre la soberanía y seguridad alimentarias, sobre el alto endeudamiento de la clase trabajadora, sobre el sistema tributario, sobre las pequeñas y medianas empresas, sobre el trabajo informal, sobre la corrupción, sobre el corrupto sistema de las concesiones, sobre la política social, sobre la Caja, sobre la libertad sindical…?

Nuestro mayor sueño es que ocurra en nuestra Patria una Revolución Ciudadana, surgida desde abajo con un protagonismo popular de amplia base y sin fórmulas sectarias. Para ello requerimos de una serie de condiciones subjetivas que están por darse. A nivel de la objetividad social que estamos presenciando, solamente la fuerte institucionalidad heredada ha impedido un colapso sistémico como podría serlo el que un gobierno no terminara su mandato. Pero, ¿y qué con eso?… Este el dilema que se debe resolver.

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