Albino Vargas Barrantes Secretario General (ANEP)
El Ministerio de Hacienda acaba de dar a conocer las principales cifras macro-fiscales del recién pasado año 2020. Cada vez que su máximo jerarca político, con Elián Villegas Valverde abre la boca para hablar de todos estos temas y sus aspectos conexos, uno siente mucha desconfianza pues su credibilidad está muy mermada, a raíz de sus contradicciones públicas con otras personas integrantes del gabinete ministerial y su equipo económico.
De los datos que dio a conocer, queremos llamar la atención en uno de ellos: es el pago de los intereses de la deuda pública. El pasado año 2020, hubo que pagar a sus acreedores, solamente por concepto de intereses, una cantidad difícil de imaginar: 1 billón 700 mil millones de colones. Ni un cinco fue para amortizar al principal de esa deuda pública.
En números, esa gran cantidad se representa así: 1.700.000.000.000.
Esta espeluznante carga de fondos públicos, destinados solamente a pagar intereses de la deuda pública, se puede desglosar de la siguiente manera:
141 mil 666 millones, 666 mil 666 colones, POR MES (141.666.666.666).
4 mil setecientos veintidós millones, 222 mil 222 colones, POR DÍA (4.722.222.222).
196 millones 759 mil 259 colones, POR HORA (196.759.259).
3 millones 279 mil 320 colones, POR SEGUNDO (3.279.320).
En múltiples ocasiones y desde hace ya bastante tiempo, la corriente sindical en la cual desarrollamos nuestra lucha social cotidiana, ha venido insistiendo en la brutalidad de la agresión a las finanzas públicas que representa el altísimo endeudamiento público y la terrible carga de su pago de intereses.
Lo que nos pasó en el 2020, según usted puede ver en el detalle de las cifras indicadas en el párrafo anterior de este comentario, es la constatación más dramática de esta especie de crimen contra toda la sociedad que significa esa deuda-país, cercana ya a los 40 mil millones de dólares.
1 billón 700 mil millones de colones en pago de intereses, solamente en el año 2020, equivale a la no menos gigantesca cantidad de 2 mil 764 millones 227 mil 642 dólares. Dicho de otra manera, 2 mil 765 millones de dólares en pago de intereses, es 1.85 superior a la cifra de 1.750 millones de dólares del ya polémico crédito que se le quiere imponer a la sociedad con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Es decir, el pago de intereses de la deuda pública el año pasado, es casi dos veces la cantidad solicitada por el gobierno al FMI.
No es el salario de las personas trabajadoras asalariadas lo que nos llevó hasta aquí. Gran parte de la responsabilidad del desastre fiscal que obliga a tan espantoso pago de intereses de la deuda pública, tiene que ver (entre otros aspectos), con la no menos corrupta evasión y elusión fiscales de la última década, anterior al año de la llegada de la pandemia al país.
Hablamos de que durante la década 2010-2019, se dio, en promedio anual, un fraude tributario del orden de los 3 mil 800 millones de dólares. En esos diez años, por coincidencia macabra, los depósitos del público en moneda extranjera, en los bancos públicos y privados, era de una cantidad muy cercana, a la suma de los recursos que el fisco nunca recibió en esa década 2010-2019. ¿Qué conexiones hubo? Sería muy interesante tener plena claridad en algún momento.
Hoy, ante el panorama fiscal y ante el riesgo para el país de quedar atrapado en las redes del FMI (por más que ahora intenten vendernos su nueva imagen), hemos llegado a la más fuerte convicción de que no habrá solución a la crisis fiscal nacional que está en desarrollo, sin atender, con bisturí político de fuerte consistencia, el tema de la deuda pública y de su pago de intereses estratosféricos.
Hay que hacer reingeniería financiera de esa deuda; reestructurarla de múltiples formas, pero no para su manejo gubernativo-circunstancial; sino para detener el estrangulamiento de las finanzas públicas en el corto, mediano y largo plazo. Hay que proceder a redefinir las tasas de interés que el Estado está pagando por esa deuda. En términos más integrales, el tema fiscal requiere de un real pacto fiscal.
No se vale seguir sacrificando “a los y a las de abajo”, llevándose ya, también, hacia el despeñadero a “los y a las de en medio”; en aras de seguir preservando un perverso y catastrófico “status quo” de la deuda pública con esa carga de intereses imposibles de seguir pagando a las tasas actuales, por una parte; y por otra, sin modificar para nada el fraude tributario estructural. La discusión y la solución debe ser integral.