En la mañana del 18 de septiembre, en el Templo Catedral de la comunidad de Coyhaique, se desarrolló una Eucaristía para celebrar el Te Deum, hasta donde llegaron autoridades civiles lideradas por el Intendente de Aysén Jorge Calderón, representantes de las Fuerzas Armadas y de orden, así como también estuvo presente la comunidad de fieles de la diócesis de Aysén.
El mensaje central de monseñor Luis Infanti de La Mora, obispo de Aysén, quien presidió este encuentro, estuvo centrado en un cuestionamiento a la injusta distribución de los bienes materiales, entregando un potente mensaje a todos los presentes.
Mons. Infanti comparó la parábola del administrador con el sistema económico actual, definiéndolo como “un sistema económico de extrema riqueza que produce fábricas de pobreza”, destacando la gran desigualdad que existe en el país, señalando además que el modelo económico “aprueba y potencia leyes que favorecen que en Chile hayan 1.700 personas que ganan más de mil millones de pesos al mes, condenando a tantos adultos mayores a miserables jubilaciones, luego de una vida entera de trabajo y sacrificios, haciendo que la vejez sea sinónimo de empobrecimiento”.
El obispo recordó también en su mensaje las palabras del papa Francisco en su visita a Bolivia, “estamos urgidos en “poner la economía al servicio de los pobres. Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Digamos ´no´ a una economía de exclusión e inequidad, donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la madre tierra”. El mismo papa Francisco detecta “el hilo que une cada una de las exclusiones: un sistema que se ha hecho global y que ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo”. Un sistema de esclavitud, afirmó monseñor Infanti.
En esta homilía, el obispo realizó un llamado a comprender que “los bienes y el dinero son medios para hacer justicia, para crear fraternidad, equidad y comunión”. (…) “Lo que hacemos con nuestros bienes, demuestra a quien servimos, si al “dios dinero” o al Dios de Jesucristo, que se ha encarnado en el ser humano con su dignidad y divinidad. Hoy, habiendo más riqueza que nunca, hay también más desigualdad, más injusticia y más corrupción que nunca”, concluyó.
Reflexiones en Frontera, jesuita Guillermo Ortiz
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