El Papa Francisco, la impagable deuda pública y el caos fiscal costarricense

Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP

Después de tantísimo tiempo de insistir en el asunto parece ser que, ¡al fin!, la esencia del gravísimo problema fiscal del país emerge con el planteamiento oficialista de sus verdaderas causas: es la deuda pública y su obsceno y abusivo pago de intereses la base del caos fiscal, por una parte. Por otra, la naturaleza profundamente injusta del sistema tributario costarricense y la estratosférica evasión fiscal-robo de impuestos en todas sus manifestaciones, así como el sistema, también abusivo, de las exenciones-exoneraciones.

¡Se nos dio la razón! El periodismo violento, el del odio, ha sido derrotado: su prédica perversa, la nefasta operación de agresión psicológica y de terrorismo ideológico en contra de las personas trabajadoras asalariadas del sector Público, responsabilizándoles del déficit fiscal, ha sido desenmascarado y quedó, como siempre debió haber sido, desacreditado. ¡Enhorabuena!

Ahora que empieza a cobrar estatura de política de Estado las verdaderas razones del problema fiscal nacional, nada mejor que poner cuidado a las más recientes reflexiones del papa Francisco, en torno a estos temas. En verdad, son alentadoras y dan fuerza ético-moral a quienes, como indicamos, llevamos muchísimo tiempo luchando para que emerja la justicia y la real razón del caos fiscal nacional.

El papa Francisco la emprende contra esas políticas de “sacrificios insoportables” que se les imponen a los pueblos a propósitos de las grandes deudas de sus países. La Pontificia Academia de Ciencias Sociales del Vaticano acaba de realizar un seminario denominado “Nuevas Formas de Solidaridad”, contándose con la presencia de la recién nombrada directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), la búlgara Kristalina Georgieva.

La información de prensa en nuestro poder y que da cuenta de ese evento indicó que, según el papa Francisco, la deuda pública en un país podría constituirse en un factor que daña y perjudica el tejido social cuando termina orientada hacia otras finalidades como la especulación financiera. Nosotros pensamos que esto ya está pasando en Costa Rica, dado que, por ejemplo, para este año 2020, cada 24 horas, se deben destinar unos 5 mil millones de colones solamente para el pago de intereses.

Es fuerte la indicación de la máxima autoridad eclesiástica católica del mundo en cuanto a que no puede condenarse a los pueblos a la desigualdad social o, incluso, generar una especie de “parálisis frente a la injusticia, por el tema del pago de la deuda pública de un país; apelando a la sensatez para exigir el pago de la misma, en este caso, interpelando al propio FMI.

Aboga el papa Francisco por una “nueva arquitectura financiera internacional”, demanda ineludible e impostergable. Ante el abultado e impagable monto de la deuda pública costarricense que asciende ya a unos 37 mil millones de dólares, gobernantes sanos deberían impulsar una nueva arquitectura del sistema financiero nacional que, entre otros aspectos, incluya una fuerte auditoría ciudadana de esa deuda y el establecimiento de una serie de estrategias para hacerle frente a la misma sin que caigamos en “parálisis frente a la injusticia”.

Esa “nueva arquitectura financiera internacional” a juicio del papa Francisco es aquella que “apoya el desarrollo de los países pobres, aliviando su deuda, sin paraísos fiscales, evasión y blanqueo de dinero que ‘roban a la sociedad’, con gobiernos que defienden la justicia y el bien común con respecto a intereses de las empresas y multinacionales más poderosas”.

En Costa Rica, la deuda pública, los paraísos fiscales, la evasión y el blanqueo-lavado de dinero están dentro del conjunto de las enfermedades generadoras del caos fiscal en que estamos.

Resulta de obligada lectura que reparemos en esta contundente afirmación del papa Francisco que calza como anillo al dedo a la situación del espeluznante nivel de endeudamiento público de nuestro país: “No se puede pretender que las deudas contraídas sean pagadas con sacrificios insoportables. En estos casos es necesario encontrar modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y el progreso”.

Precisamente eso es lo que, a nuestro modo, venimos planteando para el caso costarricense: aunque estimamos que la deuda pública tica es impagable; la necesidad de su reestructuración y de su reingeniería financiera se impone sin discusión y, repetimos, mediando el mecanismo de una auditoría ciudadana.

El papa Francisco profundiza en el tema de la deuda y la asocia con la concepción teológica de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, pues establece que los recortes de impuestos para los más ricos en nombre de la inversión y el desarrollo, significa avalar una “estructura de pecados” que no tiene ninguna justificación ni ética ni moral.

Tal y como se sabe que ha venido sucediendo en Costa Rica, con los súper-ricos criollos que no pueden ser auscultados y procesados debidamente para efectos estadísticos, el papa Francisco pone el dedo en la llega al afirmar lo siguiente: “Cada año cientos de miles de millones de dólares, que deberían pagarse para financiar la atención médica y la educación, se acumulan en cuentas de paraísos fiscales impidiendo así la posibilidad del desarrollo digno y sostenido de todos los actores sociales”.

Es innegable que el caos fiscal costarricense, a la luz del pensamiento social, ético y moral del papa Francisco en esta delicada materia de la justicia tributaria y el robo de impuestos, no es responsabilidad de las mayorías trabajadoras del país; pero sí, a las que se ha estado sacrificando como lo significa (entre otros aspectos), la injusta ley del combo fiscal, la 9635.

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