Benjamín Sevilla García, Secretario Nacional de Juventud, ANEP
La detención de Albino Vargas Barrantes, reconocido sindicalista a nivel nacional y quizá, como menciona el constitucionalista Pablo Barahona, la cara más visible de los movimientos sociales, no toma por sorpresa a ningún auténtico defensor de derechos humanos. La expresión “auténtico” no busca generar roces con aquellas personas que tienen un solo tema de defensa y que genuinamente dan la lucha por ello. Más bien, está dirigida a esos engreídos intelectuales que cegados por el pseudo-progresismo creen tener la decencia suficiente para relativizar los derechos humanos, para decirnos “cuáles sí y cuáles no”.
Las personas que ejercen una función auténtica en la defensa de estos derechos saben que hay una realidad que supera la politiquería, una que nos advierte la regresividad de ciertos derechos humanos y lo que esto implica para la continuidad efectiva de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho. Las reformas al Código de Trabajo y las constantes amenaza a las justas conquistas de las personas trabajadoras, no les es suficiente. La criminalización de la protesta ya no les da resultado, con la detención del señor Vargas Barrantes se aclaran algunas dudas: el siguiente paso, al parecer, es acallar las voces disidentes, silenciar la real oposición.
La detención de Albino Vargas, en las condiciones en las que se dio, no le puede generar alegría a ningún ser humano decente y civilizado. Las serias discrepancias que con él podamos tener por su forma de expresarse, o por el contenido de sus argumentos, deben llevarse al plano del debate, ahí donde somos fuertes contra las ideas con ideas, pero sin desprendernos del carácter humano. Se debe comprender que el tiempo en el que las actividades sindicales eran tratadas con barbarie y con la complicidad de funcionarios de Estado pasó, que las llamaditas telefónicas para arreglar la detención de líderes de oposición debe quedar en la faceta más oscura de nuestra historia.
Lo anterior no quiere decir que los dirigentes sindicales estén exentos de enfrentar procedimientos judiciales cuando actúen de manera ilegal. Lo que no se puede admitir es que en el ejercicio legítimo de sus funciones sean agredidos o estigmatizados, como hasta hoy ha sucedido con el reconocido sindicalista, cuyo nombre evitan mencionar quienes carecen de liderazgo.
Creo que como país tenemos que plantearnos algunos asuntos relativos al honor de las personas, los líderes sindicales y Albino Vargas en concreto, siempre han tenido que lidiar con una serie de amenazas, de ofensas y de ataques a su honor. Una forma reiterativa de violencia por parte de quienes se esconden en perfiles falsos o se escudan detrás de algunas redes sociales. Y de forma más directa, por el mensaje de odio construido de manera permanente y maliciosa por un sector de la prensa.
Concluyo indicando que, pese a las adversidades mencionadas, tanto en la Fuerza Pública como en el Poder Judicial hay un enorme grupo de personas -la mayoría- honestas que no responden a las presiones externas. Eso nos da la confianza suficiente para saber que este asunto en contra del sindicalista Albino Vargas no prosperará.