Por: Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP
Una importante cantidad de las actuales personas legisladoras de los partidos políticos ideológicamente afines, aunque con nombres distintos, insisten en forzar un recorte presupuestario en las finanzas del Estado central que para nosotros es políticamente suicida; desde el punto de vista que no resuelve el problema estratégico de las finanzas públicas en sus dos principales vertientes. Por un lado, no se mueve ni la más mínima legislación en torno a las urgentísimas transformaciones tributarias estructurales hace ya largo tiempo plenamente definidas pero que nunca se materializaron. Por otro, un endeudamiento público sin fin al borde del default, con un insaciable e imposible de cubrir, cobro de intereses.
Empecemos por esto último. El recortismo suicida que están pidiendo, es para autorizarles al gobierno más endeudamiento, ante la desesperación de éste por la disminución de 3.3 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) de ingresos fiscales previstos para el año en curso. Paradójicamente, el endeudamiento que se está pidiendo, el “salvavidas” que desesperadamente pide el gobierno, apenas es de dos tercios de ese faltante, con lo cual el recortismo exigido no va a alcanzar y en próximos días o meses nuevas exigencias de nuevos recortes aparecerán. Para empeorar la situación no existe en ese escenario legislativo ni la más mínima disposición para considerar las razones por las cuales, cada año se ha dejado de percibir 3.800 millones de dólares, como evasión impositiva en todas sus formas, lo cual nos dice que en la última década los estafadores tributarios habrían acumulado hasta unos 38.000 millones de dólares. ¿Lo anterior lo afirma un sindicalista?, ¡No! Fue Rodrigo Chaves Robles, funcionario por 25 años del Banco Mundial y que fue “expulsado” del cargo de Ministro de Hacienda, por sus propios errores, pero básicamente por haber afirmado lo anterior, como parte de varias herejías que se dejó decir en el seno de ese parlamento de tantas curules ideológicamente afines, por lo general, muy dóciles al pensamiento del accionariado mediático del periodismo del odio.
Insistimos en que este tipo de recortismo presupuestario es suicida porque, al no resolver el fraude estructural tributario, va a llegar un momento en que lo único que quedará es despedir maestros, despedir policías, y/o reducir el Poder Judicial a una caricatura institucional, por ejemplo. Porque la esencia del recortismo es seguir pidiendo prestado y los nuevos préstamos, cada vez más difíciles de obtener, son para pagar los intereses de las deudas anteriores, ni siquiera para amortizar al principal de las mismas. Nos han metido en una espiral infernal de suicidio político colectivo.
Ese recortismo presupuestario es también, fanático. Poco antes de la llegada de la pandemia al país ya teníamos un endeudamiento atroz y el fanatismo ideológico imperante impedía considerar alternativas responsables que no nos metieran en esa espiral infernal. Tan solo pensar en esta asociación de datos nos da escalofríos: 10 años de robo de impuestos, a 3.800 millones de dólares como promedio anual, arroja unos 38.000 millones de dólares, como indicamos arriba. Por otro lado, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) según informe oficial en poder de la ANEP, indicaba que el sistema financiero costarricense tenía una cifra muy cercana a la indicada como “depósito del público en moneda extranjera” en un período relativamente similar (para arriba o para abajo), a una década de evasión tributaria incontrolada.
¿Cuál segmento de la población costarricense podría haber acumulado tal cantidad de dinero como para que fuera conceptuada como “depósito del público en moneda extranjera”? es más que obvio que no es la población trabajadora ni las clases medias. Ni el empresariado honesto. Esa acumulación de capital tan desenfrenada está en otro parte; al punto de que no es extraño afirmar que tiene que ver con el dinero sucio del narcotráfico y el crimen organizado, también indicado por el mencionado ciudadano exministro de Hacienda, no por un sindicalista aunque hace tiempo lo veníamos diciendo antes de que apareciera en escena el señor Chaves Robles.
Insistimos: esa política macroeconómica y fiscal nos lleva al precipicio. La pandemia está acelerando ese perverso tránsito hacia tan grande y dolorosa caída. ¡Dejen de gobernar para los grupos fanáticos de la acumulación de capital financiero-bancario, irresponsablemente insaciable! El incendio social por venir también los quemará.