Pueblo indefenso ante dos presidentes

Albino Vargas Barrantes, Secretario General (ANEP)

La crisis económica que ha generado la pandemia, ha fortalecido el control de la política nacional en materia de toma de decisiones, con un profundo contenido ideológico que no es el de la promoción del bien común, ni el de la integración social.

La estafa política cometida por Carlos Alvarado Quesada, hoy con su legitimidad político-presidencial hecha añicos, no hizo más que extender la alfombra para el paso de esas fuerzas que no soportan más la existencia de las concepciones inherentes a un Estado Social que, como el costarricense, propició importantes dosis de humanismo asistencialista con cierto abordaje integral, por una parte; y, por otra, fomentó el desarrollo económico-social de capas medias con decente nivel de vida y buena capacidad de consumo… hasta cierto momento.

Lo uno y lo otro, ya están no solamente en fase de agotamiento inducido, sino que son víctimas de gran orfandad de representación política real y consecuente.

Revertir lo anterior, con un Estado en puertas de su quiebra; o con desesperadas inyecciones de recursos externos, ideológicamente condicionados también, para evitarlo en lo inmediato; requiere de la construcción de un contra-poder que implica más que líricas declaraciones «de concordia», o de «derribamiento del modelo neoliberal».

Varios elementos conviene impulsar en el análisis ante el semejante desafío de la construcción de ese contra-poder. Veamos. Uno piensa que lo subjetivo, hablando de lo que tiene que ver con las personas actoras directas que están ubicadas en diversos segmentos de este lado de la acera, en estos momentos; parece ser un obstáculo fundamental en las actuales circunstancias de gran de soledad política en que se encuentra esa enorme cantidad de compatriotas que está sufriendo a diario por las razones harto sabidas.

Quienes nos proclamamos «defensores» del pueblo costarricense tenemos pleno conocimiento de tan cruel realidad; sin embargo, las mezquindades de la competencia por el protagonismo, el cortoplacismo personalista y la fetidez del gusanillo electorero-sistémico de corte circunstancial, se atraviesan en el camino de la indicada y necesaria construcción de ese contra-poder; contrapoder con el cual se podría atacar de raíz esa soledad política, abriendo el paso a una gran comunidad de resistencia, de esperanza y de acompañamiento colectivo y solidario.

Por el contrario, la acera de enfrente se da el lujo de exhibir ya, sin escrúpulo alguno, dos presidencias: la formal y la real, en ruta articulada y casi-triunfante hacia la polarización económica total desde la perspectiva de la concentración de la riqueza.

Esta gente lo tiene todo tan perfilado, pese a que son ya visibles las pugnas en su interior por el control absoluto de la estrategia, en aras de la apropiación total de lo bueno que queda de la institucionalidad de propiedad estatal; es decir, esa cacería descarnada que se da en el seno del ámbito de la riqueza concentrada para incrementar ésta; dejando al margen a los competidores que, dentro de la misma clase oligárquico-económica, no van a “calificar” para participar el reparto final del pastel que, si bien quieren hacerlo lo más grande posible, los pedazos del mismo serán de tal tamaño que serán pocos para distribuir.

Por ejemplo, es notoria la bronca entre dos conglomerados mediáticos practicantes del periodismo de odio, aunque aliados viles contra el empleo público; ambos con fuertes intereses de macro-negocios.

También es notoria la pugna por el control absoluto de ese proceso de apropiación de lo público que es rentable todavía, entre la estructura tradicional del sindicalismo patronal (conocida en la jerga del mundo de los grandes negocios, como los «trameros de mercado»), vs. el grupo de los «positivistas de horizonte», que tienen en sus manos la presidencia de la República, realmente, y que está funcionando como potenciadora de más mega-negocios de carácter empresaurial.

Los “trameros de mercado” sienten que, al real poder instalado en Zapote, solamente se puede acceder “helicoptereado”, dado que es así como se hacen los mega-negocios; a tal punto que hoy han renunciado a participar en el ahora desacreditado buzón digital de sugerencias, el falso diálogo social “Costa Rica escucha, propone y dialoga”. Pese a sus trifulcas internas por el reparto del pastel, el acuerdo es estratégico e ideológico: nada Estado-todo mercado.

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