Albino Vargas Barrantes, Secretario General (ANEP)
Cada hora que pasa, el repudio del pueblo costarricense contra las intenciones de Alvarado Quesada y su equipo económico, de imponer una cascada de nuevos impuestos en contra de los golpeados bolsillos obreros, micro-pequeño y mediano empresariado, la alicaída clase media, el cooperativismo, el sistema municipal, la calumniada y vilipendiada fuerza laboral del sector Público, etc.; aumenta su potencia, al evidenciarse vergonzosas triquiñuelas como la del financiamiento de 1.500 millones dólares, vía convenio FMI, para satisfacer la obsesión presidencial del tren eléctrico.
Efectivamente, en el documento oficial del pretendido pacto con el FMI, Plan para superar el impacto fiscal de la pandemia, se tiene al tren eléctrico presidencial dentro del grupo de proyectos de infraestructura, 2021-2023, por ese monto de 1.500 millones de dólares (pág. 56). Alvarado Quesada pretende, con esta jugada-triquiñuela, ya no solamente dejar al país en total quiebra, sino con esa deuda del tren eléctrico, la cual parece haberse convertido en una especie de obsesión presidencial que da demasiado en qué pensar.
Por otra parte, sin pizca de credibilidad alguna y según su decir, el ministro de Hacienda, don Elián Villegas Valverde, estaría indicando que eso fue un “error” al haberse incluido en ese documento, cometido por alguien que él no sabe quién fue. Una explicación, aparte de ridícula, cínica. Se burla de la inteligencia del pueblo costarricense. La inclusión del financiamiento para el tren eléctrico en el documento Propuesta para negociar con el FMI, es un acto consciente y de soberbia política de Alvarado Quesada y de su equipo económico.
Por otra parte, dice el refrán popular que, “al que no quiere caldo, dos tazas”. La obsesión presidencial por el tren eléctrico, al parecer, también es respaldada por la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), la cual pretende llevar el punto a la “negociación” prevista para noviembre, sobre el tema de las finanzas presentes y futuras del régimen de pensiones más importante del país, Invalidez, Vejez y Muerte (IVM-CCSS).
La tecnocracia política de la Caja, de gran poder supra-gobiernos, ahora auto-identificada como “Grupo Interno Especializado”, pretende que esa “negociación” arroje como acuerdo el siguiente punto: “(f) Inversión de recursos para el financiamiento de Obra Pública de alto impacto y gran necesidad de recursos, como el tren eléctrico…”.
Así se consigna en el documento que le presentaron a las corrientes sindicales que participarían en esa “negociación”; documento titulado Informe de Planes de Fortalecimiento al Seguro de IVM (pág. 24).
Repudiable actitud gubernamental y del “Grupo Interno especializado” de la CCSS que denunciamos y condenamos, de manera enérgica.
He aquí un segundo intento para darle financiamiento a la desesperada iniciativa del tren eléctrico; y que sean fondos obrero-sociales, de estratégica naturaleza para la paz del país, que se arriesguen en un negocio aventurero que ya ha sido sumamente descalificado por voces de amplio conocimiento en estas cuestiones del transporte ferroviario.
Es más, como ya se ha explicado, si ese nefasto negocio del tren eléctrico se le impone al país, y si se va a sacar plata de IVM-CCSS para financiarlo, será la clase trabajadora cotizante y el propio empresariado honesto que da su aporte patronal a este fondo de pensiones, los encargados de sostener el multimillonario subsidio que habría que darle a la empresa ganadora de la concesión, con altísimo riesgo de fracaso pronosticado.
Como ya lo indicamos, esto del tren eléctrico suena a una obsesión presidencial que, dado el elevado deterioro de la credibilidad del gobernante Alvarado Quesada, puede dar pie a una serie de interpretaciones de dudosa transparencia; habida cuenta del gran peso político que tienen en Casa Presidencial intereses mega-corporativos de “alto vuelo”, los cuales han venido determinando el rumbo estratégico de la actual gestión político-ejecutiva del país. Es hora de que se engavete tan inoportuna iniciativa y que se deje para “mejores tiempos”, eso sí, fomentada bajo otros parámetros de real vocación por el bien común y por la integración social.