Albino Vargas Barrantes, Secretario General (ANEP)
Cerca de 8 mil 500 millones de dólares tiene acumulados el Banco Central de Costa Rica (BCCR), en lo que denominan Reservas Internacionales Netas, desde antes de la llegada de la pandemia. Las Reservas Internacionales son “…activos externos que están disponibles de inmediato y bajo el control de las autoridades monetarias para satisfacer necesidades de financiamiento de la balanza de pagos, para intervenir en los mercados cambiarios a fin de influir sobre el tipo de cambio y para otros fines conexos”. Este dato lo tomamos el documento Informe de gestión de las reservas internacionales netas durante el primer semestre 2019, emitido por el BCCR. Esa plata está ahí y para disponibilidad inmediata.
La sociedad costarricense está en alta tensión en estos momentos. Es más, desde la entrada en vigencia de la actual Constitución Política que rige nuestra vida institucional-republicana, en la fecha del 7 de noviembre de 1949, no se observaba un escenario nacional tan cargado de amenazas de todo tipo, un pueblo tan enojado en todos los niveles de su estratificación social; así como una clase gobernante, especialmente su segmento hegemónico, cada vez más distante del pueblo que la eligió. De todo esto se ha hablado bastante ya en los últimos meses.
Los principales partidos políticos de esa clase gobernante, Liberación, Unidad y Acción Ciudadana, que nos han puesto al borde del precipicio, pregonan todos los días y a toda hora, que ya estamos en los tiempos de la hecatombe fiscal.
Esencialmente, se argumenta la crisis fiscal, el alto déficit en las finanzas del Gobierno Central, la “descomunal” cuantía de la deuda pública y su pago exorbitante de intereses; así como que, indican, no se ha hecho lo suficiente en materia de “contención del gasto”.
Nunca han enfatizado en impulsar fuertes políticas públicas en el amplio abanico de posibilidades alternativas de obtención de ingresos frescos, como los 14 puntos de Producto Interno Bruto (PIB), en evasión-elusión y en exenciones-exoneraciones, tributario-fiscales; nunca se han preocupado por una renegociación estratégica de los montos de la deuda y su pago de intereses más que abusivo; nunca se han preocupado por cambiar la naturaleza del sistema tributario costarricense hacia la progresividad del mismo. Cientos y cientos de veces hemos hablado de ello y con planteamientos serios. Pero hay más fuentes para obtención de ingresos fiscales frescos.
Sin embargo, y dado que el “apocalipsis” fiscal ya llegó, según nos dicen, la única manera de enfrentarlo es acudiendo al Fondo Monetario Internacional (FMI), que nos salvará del infierno del default , “prestándonos” 2.250 millones de dólares de los cuales ya adelantó 500 millones, restándose la aprobación legislativa de 1.750 millones $; eso sí, a cambio de un brutal paquete de impuestos, completamente injusto y regresivo que el gobierno de Alvarado Quesada denominó como “Plan para superar el impacto fiscal de la pandemia”.
La corriente sindical en la cual militamos, desde un primer momento, planteó que Costa Rica no ocupa de un “convenio” con el FMI; y, mucho menos, con los contenidos de masacre social que conllevan esos nuevos impuestos; básicamente destinados a incrementar el sufrimiento, la pobreza, la precariedad laboral y la quiebra de la mayoría del pueblo trabajador costarricense y de las ya de por sí bastante golpeada clase media, así como los micro-pequeños y medianos emprendimientos productivos y empresariales. ¡No hay necesidad de ese préstamo! Ahí están las reservas internacionales que custodia al Banco Central de Costa Rica (BCCR), pero que no son de su propiedad; es propiedad del pueblo costarricense.
“Rodrigo Cubero Brealey, ¡soltá la plata!”. Bien puede ser éste el lema para una fuerte acción cívico-popular de alta incidencia política tendiente a que el señor Rodrigo Cubero Brealey, actual Presidente Ejecutivo del Banco Central de Costa Rica (BCCR), entienda que la situación fiscal-tributaria y socioeconómica de la Costa Rica que está en puertas del Bicentenario es sumamente grave; y que, por tanto, deben desprenderse del recetario dogmático-sectario del monetarismo fiscalista; debe don Rodrigo “liberar· su mente para superar ese arcaico concepto de “república independiente” que le han impuesto a los bancos centrales, el fundamentalismo neoliberal. De lo contrario, le corresponderá a la ciudadanía activa mediando consciente movilización asumir esa necesaria y urgente tarea. “Rodrigo Cubero Brealey, ¡soltá la plata!”