El contundente mandato que en las urnas recibiera el pasado domingo 6 de abril de 2014, con ocasión de la segunda ronda electoral, el hoy Presidente electo, don Luis Guillermo Solís Rivera, se fundamentó en el estratégico mensaje de “Cambio”. Enormes expectativas ya se han generado en torno a ello.
Considerando que como parte esencial de ese “Cambio”, el combate a la corrupción se definió por el nuevo mandatario como algo fundamental de su futura gestión gubernativa, nada más y mejor que una contundente e inmediata señal clarísima de que ese “Cambio” es concreto y constatable no más entrando él a la Casa Presidencial, el próximo 8 de mayo:
Que quienes van a integrar su gabinete directo, como ministros y ministras de Estado, hagan pública su situación individual-personal de ingresos: rentas, alquileres, acciones, propiedades, deudas, bonos de inversión, etc.; de forma tal que, en congruencia con uno de los pilares éticos que pregona el PAC, la ciudadanía pueda saber con cuánta plata cuenta cada jerarca al llegar al gobierno; y, luego lo difunda de nuevo cuando se tenga que ir del mismo por cualquier razón. Igual para otros cargos de alta jerarquía política como las presidencias ejecutivas.
Esto es muy distinto a rendir la declaración de bienes de ley que debe presentarse a la Contraloría General de la República (CGR), por funcionarios de tal calibre como los citados; declaraciones que luego son guardadas “bajo llave” y nadie tiene acceso a las mismas. La opacidad y el secretismo conspiran contra valores pilares del Partido Acción Ciudadana (PAC), como lo pregona desde su función: ¡Transparencia total!
Al exigirle un requisito ético de semejante envergadura a quienes le acompañarán en el Gobierno, don Luis Guillermo Solís Rivera enviará una poderosísima señal del “Cambio” que fortalecerá la confianza de la ciudadanía en él.