Al momento de escribir este comentario (mañana de ayer lunes 17), el Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), Luis Antonio Sobrado González, no aparecía por ningún lado desde que el pasado lunes 7 de marzo, el país se quedara atónito e incrédulo con la valiente denuncia del Grupo Extra (especialmente, Diario Extra y Extra TV 42), acerca de que en la calle andan papeletas auténticas de las que se usarán durante las votaciones de la segunda ronda electoral presidencial del pasado 6 de abril. Y aunque diera la cara en estas próximas horas, la realidad es que nadie supo en qué lugar ha estado tan alto jerarca electoral en estos intensos días.
Para agregar suspicacia al asunto, tampoco han dado la cara los otros cuatro magistrados que integran la máxima cúpula política del TSE, pues en época de elecciones a los tres permanentes se le agregan dos para un total de cinco.
Esto nos está indicando que la estrategia oficial del tribunal electoral de cara a la opinión pública en todo este delicadísimo asunto del robo de esas auténticas papeletas, ha sido su minimización y trivialización; de forma tal que los personeros electorales que han enfrentado a la prensa al respecto, son como la “segunda división” del TSE.
Semejante irresponsabilidad debe ser censurada fuertemente; tanto como debe ser aplaudida, con la más grande solidaridad ciudadana posible, la valiente acción de la señora Iary Gómez a la cabeza del Grupo Extra, en esta nueva cruzada cívica que emprende este consorcio mediático ante los ataques a la transparencia y a la Democracia misma (recordemos sus más recientes luchas en tal sentido: la ley “mordaza” y contra el espionaje electrónico en su contra, emprendido desde el Poder Judicial mismo).
Si fue un grave error privatizar la impresión de las papeletas electorales, más error es la opacidad que pretende el TSE que impere en todo este grave episodio atentatorio contra su credibilidad misma, minando la confiabilidad ciudadana sobre el respeto pleno a la voluntad soberana del voto; y, en lo específico, abre grandes signos de interrogación sobre qué sucede con nuestro máximo organismo electoral.
La verdad es que bastantes sectores sociales y ciudadanos no olvidaremos situaciones electorales conflictivas de los últimos tiempos, donde la acción del TSE bajo la conducción del magistrado Sobrado, fue “controversial” (para decirlo con elegancia).
Recordamos las polémicas elecciones presidenciales del 2006, en las cuales hubo 700 mesas electorales que dicho tribunal no quiso auditar y que podrían haber dado otro curso a los acontecimientos sociopolíticos; pues la distancia de 18 mil votos a favor de Oscar Arias Sánchez y en contra de Ottón Solís Fallas, llevó a muchos a pensar que a éste le robaron la Presidencia.
Con ocasión del referéndum sobre el TLC, en octubre de 2007, luego del “triunfo” presidencial del señor Arias, el TSE del magistrado Sobrado le permitió al gobierno de este señor hacer campaña a favor del “Sí” al TLC con los Estados Unidos, utilizando todos los recursos públicos posibles; dejando en clara desventaja a quienes desde el “Movimiento del NO al TLC” habíamos ayudado a la construcción del más grande movimiento ciudadano desde las acciones de calle que nos dejaron las Garantías Sociales en los años 40 del siglo XX. El TSE se parcializó a favor del “Sí”, que fue parcializarse a favor del partido Liberación. ¡Mucho por explicar, Sr. Sobrado!