Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP
Ya olvidamos la cantidad de veces en las cuales, por diversos medios y en muchas circunstancias y durante demasiado tiempo, hemos hablado del pago de intereses de la deuda pública; un pago que lo consideramos verdadero crimen social, amén de obsceno, escandaloso y perverso.
Efectivamente, este tema es recurrente en nuestra acción práctica cotidiana de lo que denominamos como Sindicalismo Ciudadano.
Creemos que al asunto habría que darle un abordaje político de más amplio espectro. Es decir, que el pago de intereses de la deuda pública es parte de un entramado de relaciones de orden político-económico y al más alto nivel, del cual la y el ciudadano de a pie no tiene la más mínima noción.
Al convencernos de que el tema del pago diario de intereses de la deuda pública es apenas una parte de ese entramado, no encuentro mejor manera de definir a éste como el conjunto de relaciones en el seno del capital financiero nacional que, todos los días y desde diversos ámbitos y medios, ejerce un sobredimensionado poder en nuestra sociedad.
Según nuestro modesto entender, para entrarle al asunto, lo mínimo que se debe hacer es citar las nomenclaturas al interior de ese capital financiero (al menos, las principales), según la institucionalidad diseñada para su propio funcionamiento, su reproducción y su control político de la sociedad.
En este mismo espacio adelantamos algo al respecto en nuestro artículo de la semana, titulado El poder real necesita un poder civil que lo contrapese;de tal suerte que el concepto capital financiero, por una parte; y, por la otra, el concepto oligopolio, están íntimamente relacionados.
Es decir, que el capital financiero nacional opera en condiciones oligopólicas lo que le permite concentrar poder político sobredimensionado; que el mismo es intimidante, ejerce miedo, a los gobernantes y a los partidos políticos de turno en el Ejecutivo, incluido el actual. Ni qué decir de las diputaciones sucesivas en la Asamblea Legislativa.
Tal poder, por ejemplo, impide, bloquea, veta, transformaciones tributarias estructurales para que tengamos un sistema impositivo justo; o, para que se pueda recuperar, para el bien común, algunos puntos de los 8 PIB que, al año, se evaden debido a la gran corrupción del sistema tributario-administrativo nacional.
Diseccionar a lo interior del oligopólico capital financiero costarricense, nos obliga a poner en objetivo, para un análisis multi-factorial a entidades como éstas:
- Asociación Bancaria Costarricense (ABC).
- Cámara de Bancos de Instituciones Financieras de Costa Rica.
- Cámara de Intermediarios Bursátiles y Afines.
- Cámara de Emisores de Títulos Valores.
- Cámara de Fondos de Inversión.
- Asociación Costarricenses de Operadoras de Pensiones.
Por ejemplo, nos preguntamos: ¿es el poder político sobredimensionado del oligopólico capital financiero costarricense el que impide que se busque una reestructuración del pago diario de intereses de la deuda pública? ¡Por supuesto que sí!
¿Cómo se llaman cada una de las personas que forman los grupos dirigentes en cada una de las arriba mencionadas entidades? ¿Se repiten nombres? ¡Seguramente que sí!
¿Esas personas se han matriculado en campañas electorales, presidenciales y/o diputadiles, apostando a varias banderas partidarias para mantener el control político de la sociedad? ¡No lo dude!
En este momento en que escribo esto, viene a mi mente el nombre del señor Nogui Acosta Jaén, actual Ministro de Hacienda en el gobierno de Rodrigo Chaves Robles, pero que tuvo un cargo parecido, Viceministro de Hacienda, en el anterior de Carlos Alvarado Quesada.
¿Y qué tenemos con eso? Continuidad estratégica, de un gobierno a otro, en el manejo del pago de la deuda pública y su obsceno pago de intereses que tanto desvelo causa en el seno del oligopólico capital financiero costarricense.
Anhelo la conformación de un grupo de costarricenses que, con vocación patriótica real y sin finalidad electoral partidista, se dedicara con lupa cívica a auscultar las intimidades del oligopólico capital financiero costarricense y detectar los hilos que, de manera cotidiana, le permiten el control político real de nuestra sociedad actual, a fin de iniciar un histórico proceso cívico de transparentar la Democracia.