Sabemos que una buena parte del electorado nacional que debe acudir a las urnas electorales en febrero de 2014, no va a ir a votar. Los especialistas le llaman a este grupo “abstencionistas duros”. Nada ni nadie los convencerá de darle voto a alguna candidatura. No dejan de tener razón.
La verdad es que luego de la elección y ya en el Gobierno, éstos se olvidan de la gente. Se comete lo que podríamos denominar una “estafa política”: desde el poder se hace algo radicalmente distinto de lo que se prometió en campaña. Otro gran grupo de electores y de electoras tiene grandes dudas de ir a votar o de no hacerlo.
Entre los que sí parece que votarán, los presuntos beneficiarios de esos sufragios y que aspiran a la Presidencia de la República, no pueden decir que ya la “tengan en el bolsillo”. Ni el que va “adelante”, según ciertas encuestas, puede cantar victoria.
Por eso es importante empezar a plantear varios aspectos que, según nuestra vivencia y experiencia en la lucha sindical y social, podrían ser tomados en consideración por algún ciudadano o por alguna ciudadana que, a lo mejor, decide valorar quién, real y verdaderamente, se merece su voto en la próxima papeleta presidencial que, al parecer, podría llegar a tener hasta diez rostros.
Hay algo clarísimo para empezar y desde tal perspectiva, aportamos lo que pueden ser algunos ámbitos de reflexión: En nuestro país cada vez son más las personas que tienen menos; y, por el contrario, son menos las personas que tienen más.
Esto se llama concentración de la riqueza; o, si lo prefiere, más “elegante”: estamos en tiempos de crecimiento de la desigualdad, que no es lo mismo que hablar de la pobreza.
Los beneficios del crecimiento económico, generados todos los días por la clase trabajadora, tanto la asalariada como la que no lo es, no se están distribuyendo equitativamente. El capital contra el trabajo se llama este proceso.
Los y las aspirantes presidenciales, según lo notamos en anteriores campañas, se “acuerdan” mucho de las personas en situación de pobreza. Los pobres para arriba y los pobres para abajo, son elementos infaltables en los discursos, la propaganda, las visitas comunales y todo tipo de acciones proselitistas.
Por lo general, son los sectores más marginados, los principales receptores de todo tipo de dádivas en campaña electoral.
Por eso los “chinean”, al menos, con lindos discursos. La manipulación que se hace de este grupo de votantes es harto conocida.
Pasando a otro aspecto, creemos que hay cuatro ejes fundamentales que podrían considerarse al momento de valorar la diversa oferta electoral presidencial. ¿Diversa? “Todos son lo mismo” está diciendo ya mucha gente. Pero veamos cuáles podrían ser algunos elementos para inclinar el voto…
EMPLEO. Hay dos segmentos poblacionales afectados por el desempleo y/o por la precarización del mismo: las personas jóvenes y las personas de 35 o más años. ¿Qué nos ofrecen al respecto? ¿Cómo materializarían esa oferta si ganan la presidencia?
SALARIOS. Se necesita otra política salarial en función de, por lo menos, atajar el crecimiento de la desigualdad por esta vía. Casi el 60% de la clase trabajadora asalariada del sector privado apenas gana el salario mínimo de ley (si tiene suerte de que se lo respeten). En el sector público, es el 22%. Se necesita una elevación sustancial del actual “piso” de los salarios mínimos, que no es lo mismo que el reajuste semestral ordinario por costo de vida. ¿Cuál candidato presidencial hablará de esto con claridad contundente? ¿Cómo nos garantizará que, de ganar, sería ésta una de sus primeras decisiones?
TRIBUTOS. Dicen que hablar de impuestos en campaña electoral es como un “suicidio político”. Lo que pasa es que nunca se ha hablado de impuestos por el lado de “los de arriba”; por el lado del capital, de las grandes rentas y de la exhibición odiosa de la riqueza. Muchas veces hemos planteado la gran injusticia del sistema tributario costarricense: proporcionalmente hablando, pagan más impuestos los que menos tienen. La evasión, la elusión, las exenciones y las exoneraciones, son astronómicas. ¿Podría algún candidato presidencial puntualizar cinco grandes medidas que tomaría, no más llegando a la presidencia, para que empiece a cambiar esa naturaleza perversa del sistema tributario nacional?
CORRUPCIÓN. Muchísimo de qué hablar al respecto. Al menos, uno le pediría al candidato presidencial que nos dijera, antes de ir a votar por él, quiénes integrarían su equipo de gobierno si gana la Presidencia. ¿Cuáles serán sus ministros y sus ministras? ¿Cuáles serán las personas que irían a las presidencias ejecutivas de las instituciones? Que nos den nombres antes de votarle para tener un panorama general de las personas que le rodearán y saber de dónde proceden, cuál es su trayectoria y qué intereses representarían al integrar el equipo de trabajo presidencial.
CCSS. Al ser la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), la más emblemática institución de la nacionalidad costarricense; por ser la entidad que le da salud al pueblo trabajador (los ricos no ocupan de ella); considerando que la Caja es nuestra propia vida, la de “los y las de abajo”: pensamos que deberían recibir un fuerte emplazamiento quienes pidan nuestro voto para la Presidencia. ¿Cómo evitará el “biomberismo” médico? ¿Cómo reducirá las listas de espera? ¿Cómo revertirá el peligro de quiebra de la Caja? ¿Cuáles leyes, decretos y otras medidas adoptará para enfrentar la evasión patronal privada? ¿Le seguirá pagando a la Caja la deuda del Estado con ella, con “papeles”, bonos que cuesta mucho colocar en el mercado de valores?
CONCESIONES. Está más que demostrado: la nefasta ley de concesión de obra pública, en términos generales, solamente ha servido para la “choriceadera”; para fomentar la corrupción con ropaje legal, para impulsar negocios que abultan las billeteras, especialmente de transnacionales y los bufetes “high” de abogados nacionales que les representan? ¿Se comerá la “bronca” el aspirante presidencial a impulsar la derogatoria de esta ley?
Debemos confesarles algo, muy personalísimo: No sentimos la menor intención de ir a votar en febrero de 2014.
Como nos lo han dicho muchos “abstencionistas duros”, es el único poder que se tiene de cara a tanta estafa política cada cuatro años: no darle el voto a ninguno… “Todos son lo mismo”.
Ahora bien, lo que sí vamos a hacer es analizar lo que cada persona candidata a la Presidencia plantee en estos y otros tópicos. Tal vez así nos decidamos a darle nuestro voto. “Y ese, ¿qué se cree?”, dirán algunos. “Mae más juega ‘e vivo”, dirán otros. Bueno, pero es que esa es la única posibilidad de ejercer, modestamente, la ciudadanía responsable que le compete a cada persona costarricense habilitada para votar en febrero entrante: ¿quién, merecidamente, debe ser receptor de nuestro propio sufragio electoral? A lo mejor, ninguno. A lo mejor, hay uno. La decisión es personalísima. En nuestro caso, seguiremos tal camino para ver si alguien merece nuestro voto. Si no, seremos otro más “abstencionista duro”.