Socialdemócrata, cristiano y de izquierda

Considerando la esfera sociopolítica en la que nos desenvolvemos en nuestro trabajo cotidiano, insertos en la causa de aportar para la dignificación plena de la clase trabajadora, en general; algunas personas nos han preguntado cuál es nuestra ideología, cuál es la naturaleza de nuestro pensamiento filosófico y cuál es, incluso, nuestro “partido”.

Esto es muy importante comentarlo públicamente, sobre todo por la presencia en las filas del sindicalismo nacional, de pensamientos totalitaristas y excluyentes, mismos que se sienten dueños de la verdad absoluta y que no son capaces de tolerar la diversidad ni la diferencia.

Pues bien, siempre nos gustó la política. Nacimos a la misma en el Partido Liberación Nacional (PLN), cuando éste todavía se inspiraba en los postulados clásicos de la Socialdemocracia. Esto fue allá por los años 70 del siglo pasado. Posteriormente, al calor de la gran emoción y adhesión del pueblo costarricense con la causa sandinista nicaragüense y en contra de la tiranía somocista nos acercamos a naciente coalición Pueblo Unido, llegando a militar en su parte más grande, el Partido Vanguardia Popular (PVP), en la primera parte de la década de los años 80.

A la altura de 1986, más o menos y tres años antes de la caída del Muro de Berlín, abandonamos sus filas para, hasta la fecha, casi treinta años después, no militar en ningún partido político. No obstante, estamos orgullos de nuestro pasado partidario.

Conocimos de la degeneración ideológica de la socialdemocracia tica que era prohijada por el PLN, como también conocimos de la división del PVP, cuyos responsables históricos, algunos todavía vivos, no dan cuenta aún de sus actos al respecto.

Al derrumbarse el totalitarismo soviético, en 1989; así como al manifestarse el avasallamiento neoliberal posterior contra los derechos sociales de los pueblos y la entronización en el poder global de la hegemonía más brutal del capitalismo, la de signo bancario-financiero; nos llevaron a la comprensión de que el Humanismo Cristiano, las enseñanzas de Cristo, podían alimentar la lucha sindical y social; tanto como la interpretación marxista de la contradicción fundamental de la sociedad, el capital vs. el trabajo; al igual que considerar la recuperación histórica de los fundamentales postulados socialdemócratas se volvía prioridad en el escenario planetario de hoy.

Adicionalmente, en nuestro propio escenario sociohistórico de la formación de la nacionalidad costarricense, la recuperación del pensamiento de aquellos patricios y de aquellas grandes mujeres del pasado nacional, también podían alimentar la construcción de una opción sindical de alta diversidad, potenciadora de la construcción de un polo sólido de contrapoder y en gran confluencia con el sentir ciudadano, no contra él.

Uno ve lo que pasa en Grecia, en España, en Italia, en Irlanda, en Portugal y otros países de la Unión Europea (UE); uno ve cómo en Cuba se dan transformaciones económicas que van hacia formas de propiedad clásicas y de Economía Social; uno ve cómo en varios países de la América del Sur, las políticas son para profundizar la democracia, empoderar a la ciudadanía y mayores y más profundas políticas de inclusión, de integración y de igualdad sociales.

Entonces creemos no andar tan “perdidos” en el pensamiento sindical que estamos defendiendo y practicando. Lo que tanto ortiga al sindicalismo panfletario y vagabundo que no estudia. En nuestro próximo comentario, ahondaremos sobre ello.

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