Ha sido nada más y nada menos que el mismísimo Banco Mundial (BM), muy detestado, por cierto, en muchos de los pueblos de la Tierra y entidad global que ha co-abanderado (junto con el no menos odiado Fondo Monetario Internacional FMI), la imposición del criminal modelo neoliberal en una gran cantidad de países del planeta; el que ha indicado, lapidariamente que ¡Costa Rica es el país donde más creció la desigualdad por hogar y por salario en América Latina!
Esta cruda realidad que representa miseria, dolor, sacrificio, exclusión social, restricción y violencia económicas; ha sido constatada en el reporte del BM, “Perspectivas 2012: Empleo”, que analiza estos procesos de desigualdad, pobreza y concentración de riqueza durante el lapso comprendido entre los años 2000 y 2010.
Para quienes en los movimientos sindicales y sociales hemos planteado que el principal problema nacional es la velocidad de la concentración de la riqueza y su contracara, el crecimiento de la desigualdad; lo que el BM indica es algo así como una reconocimiento a nuestras denuncias y luchas en tal sentido de todos estos años.
Es más, indirectamente, se puede colegir que muchos de los planteamientos que hemos venido formulando para atenuar, atajar, contener y hasta revertir ese perverso problema nacional No. 1 (la concentración de la riqueza, repetimos), llevan mucho de razón, de validez y son completamente actuales; si los analizamos a la luz del indicado reporte.
Según el mismo, en 12 de 15 países latinoamericanos, la desigualdad del ingreso por hogar, medida por el coeficiente de Gini, cayó en un promedio de 4%. Por el contrario, en Costa Rica, esa desigualdad, aumentó en igual porcentaje, es decir, un 4%.
Es decir que mientras esas 12 naciones de la América Latina se hicieron un 4% menos desiguales, Costa Rica se hizo un 4% más desigual. El Coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad ideada por el estadístico italiano Corrado Gini.
Normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos dentro de un país, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual.
El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1; en donde 0 (cero), se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos); y donde el valor 1 (uno), se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).
Aunque el coeficiente de Gini se utiliza sobre todo para medir la desigualdad en los ingresos, también puede utilizarse para medir la desigualdad en la riqueza.
Más sencillamente explicado, un país tiene mayor igualdad si su coeficiente de Gini se acerca a 0 (cero). Por el contrario, si se acerca más al 1 (uno), entonces tendrá mayor desigualdad.
Esta situación de que Costa Rica es ahora más desigual que hace una década, se relaciona con otro dato que se divulgó por estos días. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), reveló que en el último año, los ingresos de los trabajadores costarricenses se redujeron un 1.5%. Es decir, la gente asalariada se empobreció más y, por tanto, su empobrecimiento seguirá potenciando el crecimiento de la desigualdad en Costa Rica.
El desafío más grande de la Costa Rica de hoy, en consecuencia, es enfrentar el crecimiento de la desigualdad. Hemos venido afirmando que hay tres grandísimos y graves problemas nacionales que están acabando con nuestra convivencia democrática. Los citamos en orden arbitrario: 1) la corrupción pública y privada (con ropaje legal ó sin él); 2) la violencia en todas sus manifestaciones (contra las personas y contra sus posesiones materiales); y, 3) la penetración del narcotráfico y del crimen organizado en el tejido social (en las esferas de “los de arriba” y en los segmentos empobrecidos de “los de abajo).
Pero los tres se nutren, precisamente, del crecimiento de la desigualdad derivado de la concentración de la riqueza y culpable ésta de la extensión de la pobreza y de las estrecheces económicas que viven, especialmente, los hogares de la clase trabajadora (tanto la que tiene empleo formal y salario fijo, como aquella que vive del mercado informal y del “cuentapropismo”).
Nada más claro para las ofertas político-electorales en desarrollo, a fin de que le digan a la gente cómo enfrentarían el crecimiento de la desigualdad a partir de febrero del 2014. La ciudadanía real, esa que se aleja cada vez más de la política partidista, de seguro ha de demandar respuestas claras y propuestas de política pública más precisas, si esas ofertas pretenden ganar su voto.
Si tuviéramos la “suerte” de que tengamos en el futuro inmediato un gobierno relativamente decente, medianamente progresista, con claras líneas de acción de recuperación de la senda del bien común que habíamos transitado como país hasta algunos años; lo que proponga en materia de enfrentar la desigualdad creciente, podría ser clave para determinar un resurgimiento de nuestro país como sociedad de inclusión, en contraposición a lo que ya venimos siendo: una sociedad de exclusión.
Por ahora es estratégico que esas ofertas electorales propongan, que nos digan, cuál es la clase de política salarial que impulsarán, especialmente en materia de Salarios Mínimos. Nosotros hemos propuesta otra política salarial distinta a la ahora dominante. Esa “otra” política salarial es fundamental (dentro de otras medidas), para atajar y atenuar ese crecimiento de la desigualdad que hoy, deshonrosamente, tiene a Costa Rica como el país latinoamericano donde la desigualdad crece más.