El actual Gobierno, prácticamente ya sin espacio político alguno para el impulso de iniciativas de corte estratégico como las que requiere la cuestión fiscal-tributaria del país, insiste en la terquedad insana de vincular empleo público y déficit fiscal, de lo cual y hasta el hartazgo se ha demostrado que no hay relación de causalidad directa en ello.
Su última iniciativa en el tema, bautizada con el pomposo nombre de “Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas”, no comprende ninguna esencia al respecto; y, por el contrario, le hace una nueva concesión a la hegemonía económica dominante y sus histéricas vocerías mediáticas (la principal y las subsidiarias); para que, por un lado, nadie cambie con relación a la profunda injustica del sistema tributario reforzando su carácter regresivo; y, por el otro, una ridícula intentona desabrida de pellizcarle algo más que simbólico a las rentas del capital. O sea, ninguna medida sustancial de avance hacia la imperiosa meta de la progresividad tributaria.
En lo que pareciera ser una coordinación trilateral de acción política en contra de los que menos tienen, para que los que tienen más sigan en su fiesta, tenemos lo siguiente: a) La señora Contralora General de la República hace gala, una vez más, de su militancia fundamentalista antipluses salariales del empleo público. b) El real partido político que marca la principal temática de la derecha del capital y que pretende hegemonizar la agenda-país, ese que tiene rostro de periódico, hace sus acostumbrados reportajes ideológico-subjetivos y terminan editorializando, atizando las hogueras de la infamia y del odio de clase. c) El sector del partido Unidad dentro del Gobierno insiste en una vía rápida, en tal marco de acoso contralor-mediático, para ese proyecto de nombre pomposo, “Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas”; mismo que desde nuestra perspectiva no es más que un combito fiscal-tributario: injusto, incongruente, inconsecuente; de consecuencias graves, como siempre, para los y las de abajo.
Injusto: Ampliando la base impositiva para aplicar el actual impuesto sobre las ventas, le sacarán más plata a la gente de a pie para que se la sigan robando los que siempre hurtan tributos y/o acostumbran evadirlos. Algo de lo absurdo de esta iniciativa es gravar los libros con un 4 %, algo así como un impuesto “muera la inteligencia”. Unos 500 mil millones de colones adicionales, se le sacará a la clase trabajadora asalariada y no asalariada, al empresariado micro-pequeño y mediano, a las personas desempleadas. Toda esa “nueva” plata (1,5 puntos PIB), que se supone llegaría completita a las arcas casi vacías del Gobierno, ¿para que se ocuparía? Seguramente para pagar intereses de la impagable deuda pública del país.
Incongruente: Fortalecer las finanzas públicas no pasa por empobrecer al asalariado público. Esto es una gran incongruencia que pulveriza la prédica de la inclusión social. Dejar en grave amenaza de aplicación en el corto plazo, reducciones salariales drásticas quitándole al sector profesional estatal sus sobresueldos de dedicación exclusiva, prohibición y/o anualidades; es una incongruencia de dimensión sideral. ¿Por qué? Ni la sumatoria conjunta de estos tres tipos de pluses no generará ni la más mínima cosquilla al musculoso cuerpo del tamaño de la deuda pública y su “hijastro maldito”: el déficit fiscal.
Se va a generar un colapso en finanzas personales ante reducciones salariales que sí son sustanciales para los grupos familiares y sociales eventualmente afectados. Adicionalmente, ha de institucionalizar la precarización salarial, el abaratamiento de la labor profesional, incrementará el chantaje y la jugarreta politiquera con el acceso a este tipo de pluses en cuanto al poder del jerarca sobre el subalterno y, por tanto, deteriorando severamente el clima laboral ya de por sí golpeado por severas restricciones presupuestarias.
Inconsecuente: La gente del Gobierno que promueve este proyecto sabe que la estructura tributaria costarricense no aguanta más cargas de carácter regresivo. Privadamente lo sostienen y somos testigos de ello. Ellos saben que es por el lado de la progresividad donde hay que atacar la carga de la deuda pública, la reducción del déficit fiscal y el mejoramiento de programas sociales y servicios públicos para la inclusión social. Tienen perfectamente identificados los cambios estructurales y profundos que se deben dar.
¿Por qué no nos lo explican bien y con clara contundencia a los sectores sociales y sindicales organizados y hasta aquellos productivos que no tienen cómo evadir, cómo robar; y que carecen de operadores político-jurídicos que les ayudan a evadir y eludir con la manipulación sesgada de las pobres leyes contraloras del robo de impuestos que hay actualmente?
La incongruencia es mayúscula con la pretendida imposición jurídico-totalitaria de que el déficit debe contenerse ¡a como dé lugar!, con la extremista tesis neoliberal de la regla fiscal. Si ya el monto presupuestado para pago de la deuda pública es más grande que el que debe destinarse a la educación, ¿qué quieren con esa regla fiscal?… ¿Qué la sociedad se quede sin maestros y sin policías?; ¿cerrar las universidades públicas?; ¿dejar a la niñez en riesgo y pobreza social sin CEN-Cinai?
Hacemos un vehemente llamado a que cerremos filas, como movimientos sociales y sindicales, contra esta nueva intentona de corte neoliberal que los partidos del Cementazo vienen urdiendo en contra de la gente contra esta “Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas”. Los partidos del Cementazo ahora desacreditados, recontra-desprestigiados, mismos que ya no solamente están pringados de cemento, sino que pareciera, presuntamente, que lo combinan con polvo blanco, pretenden aplicar la intransparente jugarreta parlamentaria de la vía rápida; copiando el sucio procedimiento parlamentario que ha pretendido pasar la ley de aguas. ¡Debemos cerrarles el paso!
El fortalecimiento de las finanzas públicas pasa, por ejemplo, por una transformación estructural tributaria, algo de lo cual nunca habla la señora Contralora General de la República.
Estas “pequeñas” concesiones al capital salidas desde Zapote, nos refiere a ese adagio popular de que “quien le hace un favor al diablo, con llevárselo se lo paga”.