A Carlos Arguedas Mora: sencillo pero honesto elogio…


Perfil de Carlos Arguedas producido por el programa Era Verde de Canal 15.
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En la mañana de este sábado 1 de enero de 2011, nos desplazamos hasta Siquirres para participar en las ceremonias fúnebres del compañero Carlos Arguedas Mora, extraordinario ser humano cuyo paso por la vida, por la vida obrera costarricense, por la vida de nuestro movimiento sindical y por la vida del movimiento ecologista nacionales, ya constituye un hecho histórico que ha de enriquecer nuestra larga senda de lucha; ya no solamente por el respeto a los valores eternos de la justicia social, algunos de los cuales están incluso en la propia legislación del país pero violentados todos los días; sino por el dorado, correcto e imprescindible sueño de “_Otra Costa Rica posible_”, así, en mayúscula.

Viajamos en el vehículo del compañero Gustavo López López (“_Gulolo_”), luego de recoger (previas coordinaciones), en su casa al compañero Directivo Nacional de la ANEP, Guillermo Keith Bonilla; y, más luego, en la ciudad de Guadalupe, Goicoechea, pasamos a recoger al compañero Vicepresidente de la Central Social Juanito Mora Porras (CSJMP), Luis Ángel Serrano Estrada.

En el propio Siquirres, entre otras personas compañeras de lucha conocidas de todos y de todas, nos encontramos a Edgar Morales Quesada, a Susan Quirós Díaz, a Óscar Boschini, a Carlos Cruz, a Ciska Raventós, a Gerardo Vargas, a José Merino, a Patricia Mora, a Alonso Araya; igualmente, a compañeros y a compañeras de Carlos, en SITRAP, como Jorge Barboza, Didier Leitón, Elías Villafuerte, entre otros cuyos nombres, imperdonablemente, estamos olvidando.

Nuestra delegación llegó cuando el cortejo fúnebre había salido de la sede de SITRAP, rumbo al templo católico local. Así que nos unimos en caminata, junto a muchas personas, ciudadanos y ciudadanas siquirrenses y gente venida de otros lugares.

Nos tocó una mañana sumamente soleada, brillante, con el cielo claro y despejado. Así estuvo el clima, el entorno, el ambiente, durante todos los minutos que duró el sepelio del compañero Carlos, hasta que llegó a su última morada. Quizás, en ese estadio superior donde deben llegar las buenas personas que nos dejan, decidieron festejar la llegada del compañero Carlos, recibiéndole con los honores inherentes a un día de luz, de sol, de brillantez…

Tuvimos el inmenso honor de hacer la primera lectura bíblica durante la misa de cuerpo presente; como también se nos dio el inmensísimo honor de decir unas breves palabras, ya en el cementerio, con el vidrio de su féretro abierto, pues muchas gentes querían verle por última vez y despedirse de tan insigne persona, cuya trayectoria de vida fue indicativo de cómo se debe ser ser humano en una sociedad que ha de superar el egoísmo, la codicia, la acumulación, la vanidad, la prepotencia… la del “_Otro Mundo Posible_”, así con mayúscula.

Ese gran ciudadano que es don José Merino, pronunció, de primero, su elogio a la vida de Carlos, encontrando las más bellas y militantes palabras y frases para resaltar, aunque fuera en breves minutos, una naturaleza humana como la de Carlos, de imponente presencia aunque ya estuviéramos enfrentando su ausencia. Igualmente, quien para nosotros siempre siendo el padre Gerardo Vargas, nos expresó en esos instantes culminantes de las honras fúnebres de tan gigante ser obrero y ser social, unos pensamientos que confirmaban, segundo a segundo, la clase de pérdida que acabamos de padecer.

En lo personal, no podemos dejar de asociar a Carlos como uno de los gigantes históricos del movimiento sindical bananero costarricense de las décadas de los setenta y de los ochenta del siglo pasado; pero además, como un gigante todavía más grande por la heroica resistencia que siguió a la furiosa ofensiva del capital luego de la huelga bananera de 1984, cuando la tarea se centró en mantener la llama encendida que ya fuera prendida 50 años antes, con la gesta epopéyica de 1934, por el insigne también héroe obrero, Carlos Luis Fallas, el célebre “_Calufa_”.

El compañero Carlos, junto a otros baluartes insignes como él y todavía vivos (y a quienes habrá que justipreciar antes de que nos vayan definitivamente), asumió ese doloroso, difícil, complejo reto de mantener vivo el ideal sindical en las plantaciones bananeras en épocas de reflujo y de feroz represión política, psicosocial, económica, mediática y hasta eclesiástica.

Tal y como lo planteamos en nuestras breves palabras en el cementerio junto al cuerpo del compañero Carlos; de él, gran maestro obrero, podremos extraer grandes enseñanzas que ojalá tengamos la oportunidad de compendiar de una manera u otra.

Primero: El compañero Carlos demostró que la lucha por la justicia social, por la defensa obrera, por la defensa del derecho humano sindical, es perfectamente compatible con la fe en Cristo Jesús; con el Humanismo Cristiano. La veta de posibilidades de enriquecimiento espiritual de la lucha sindical desde una práctica de la fe en Cristo y sus valores, quizás Carlos la dejó al descubierto sin siquiera pensar que ello pudiera ser materializable en beneficio de la noble causa de los derechos laborales.

Segundo: Sindicalismo y ecologismo que, en ambos casos son partes esenciales de la lucha por la vida, en defensa de la vida, contra la muerte; se complementan, se pueden integrar el uno con el otro; son imprescindibles ambos para un contrastamiento en mejores condiciones a la voracidad depredadora del capital en desenfreno orgiástico en pos de su reproducción abusiva y voraz, aunque en ello se nos vaya nuestra vida, la vida de nuestro propio planeta. El compañero Carlos abrió sendero aquí también y ahora cuando la lucha obrera también es lucha por la vida misma, Carlos hizo práctica cotidiana de una tesis que deberíamos revisar como sus “_herederos_” del movimiento: la Ecología Política.

Tercero: el compañero Carlos soñó hasta el final de sus días. Pensó en los demás hasta el final de sus días. Cuando en su intervención el padre Vargas nos dijo que hasta sus últimos minutos lúcidos, Carlos le dijo que le preocupaba todo lo que dejaba pendiente y que estaba bajo su responsabilidad hasta poco antes de caer enfermo; el compañero Carlos estaba pasando ya a la historia, al estadio superior reservado para la gente buena que tiene que ser tratada radicalmente distinta de la gente mala, aún después de que no esté en el acá físico del hoy. Seguir luchando sin seguir soñando, no es sabio consejo para nadie que pretenda enarbolar las banderas que el compañero Carlos nos ha encomendado seguir levantando.

Finalmente, dejamos constancia escrita de nuestra solidaridad para con su señora madre; para con sus hermanos y con sus hermanas; para sus hijos; para con sus compañeros y con sus compañeras de SITRAP y de la lucha comunal-ambiental. Ojalá que el legado del compañero Carlos nos impregne profundamente, minuto a minuto, en la construcción del tipo de movimiento sindical que él empezó a construir con nosotros, expresado en la Central Social Juanito Mora Porras (*CSJMP*); movimiento que está pensado para responder a esos nuevas posibilidades de desarrollo que el compañero Carlos abrió con su hacer de todos los días: en pro de la vida, en paz con el entorno, en la fe de Cristo y su pensamiento por la gente oprimida, los y las de abajo, para quien el compañero lo dio todo aún en su lecho de muerte.

Su muerte duele. Duele por muchas razones. Uno siente que Carlos estaba en su cenit de producción intelectual, en lo máximo de vitalidad de su ya larga y legendaria lucha; en un desarrollo sociopolítico de su madurez para que aprovechando la diversidad, la causa obrera por él siempre defendida avanzara en posibilidades de amplitud y base social como demostró su abrazo por la causa ecológica-ambiental asociada a la producción piñera depredadora, por ejemplo.

En fin, el compañero Carlos se había convertido en un integrante de lujo del selecto grupo de los y de las imprescindibles, como fuera definido por el dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht:

“_Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles_”.

Mi humilde respeto imperecedero, compañero Carlos Arguedas Mora.

Albino Vargas Barrantes
Secretario General de la ANEP
Presidente de la CSJMP

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