Al terminar el pasado mes de junio (primer semestre del 2013), un 51.08% de la población trabajadora total con empleo formal y salario fijo, misma que está en la cifra de 1.524.003 personas, tenía un salario neto de 233.217 colones mensuales. Estos son datos de la última Encuesta de Hogares 2012, del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
El reajuste por costo de vida en los salarios mínimos (si es que de verdad se honra en la empresa privada), para el segundo semestre ya en curso, de un 2.40%, se traduce en unos 5.600 colones de “aumento” salarial para ese 51.08%: 778.521 personas trabajadoras asalariadas de los dos sectores, privado y público.
Si el alza en los buses que ya está encima, de entre 5 y 25 colones por pasaje, para una familia trabajadora asalariada de ese 51.08%, y con cuatro integrantes (padre, madre y otras dos personas más estudiantes, podrían ser), que viajen dos veces al día durante cinco días y cuatro semanas (22 días laborales, para ser exactos); representará un gasto adicional en pasajes de entre 880 y 4.400 colones más al mes.
Esto quiere decir que para la mitad de la clase trabajadora asalariada del país, el alza en los pasajes de autobús que impondrá la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), se comerá en el primer caso (una alza de 5 colones), casi el 16% del raquítico reajuste salarial de 5.600 a los salarios mínimos; y, en el segundo caso, (alza del 25 colones), un 77% de ese reajuste escuálido.
Como vemos, la venidera alza en las tarifas de bus, ha de golpear más duramente a las familias de la clase trabajadora de menores ingresos; lo cual nos hace notar un elemento más en la senda del crecimiento de la desigualdad que azota a nuestra sociedad.
Y, como se ve, no estamos considerando el alza en la comedera y en otros servicios públicos básicos y fundamentales en todos estos hogares. Así que el reajuste a los salarios mínimos para el segundo semestre de este año 2013, ¡ya se evaporó!
Por demás, nada bueno pueden esperar las familias de la clase trabajadora costarricense de la Aresep: sus audiencias no tienen mayor impacto y una credibilidad prácticamente nula; excepto, claro está, como cuando los consorcios poderosos de mucho impacto económico ejercen su incidencia y, rápidamente, Aresep reconoce “errores” en sus decisiones que pudieran afectarles sus intereses corporativos-gremiales, tal y como sucedió recientemente con los dueños de las gasolineras.
Cada vez se reafirma nuestra tesis en materia de salarios mínimos: una cosa son los reajustes semestrales por costo de vida, cada vez más insuficientes e indignos; y otra, muy distinta, una elevación sustancial de carácter estructural en sus “pisos”, de forma tal que tengan, realmente, un aumento en el poder de compra.