Jonathan Flores, Directivo ANEP
Aunque para la sociedad, la importancia de los Cuerpos Policiales debería estar presente, lo cierto es que, es producto de la difícil situación actual que se ha hecho conciencia de la relevancia con la que se revisten. A pesar de que la seguridad ciudadana se ubica siempre en el podio de tópicos que preocupan a la población, en realidad, la atención que le dedicamos es muy superficial.
Cuando se levanta la vista al accionar de la clase política queda en evidencia una casi absoluta desatención a los elementos técnicos que deben imperar en la toma de decisiones. Siendo los mismos reemplazados por acciones de corte populista, con los que se busca congeniar con la opinión de las masas.
Lamentablemente, para nuestro marco de convivencia diaria, los políticos tradicionales, y los no tanto, han sabido identificar esos aspectos que generan una buena acogida del público en general. Por eso, las noticias que escuchamos son siempre iguales, sin importar el gobierno de turno. Ejemplos claros son: “nos donaron tantas patrullas, o lanchas patrulleras; abrimos tantas causas, para limpiar de corrupción la institución; se han hecho tantos operativos; se dio un fuerte golpe al narcotráfico, con este decomiso” …entre muchas otras.
No debemos como costarricenses dejarnos engañar por información inflada, ni sucesos de importancia somera que no vienen a aportar nada, verdaderamente significativo, para la realidad a la que sobrevivimos. Le toca a esta generación, y las subsiguientes, permanecer mejor informadas y ser más enérgicas con la demanda de un servicio de seguridad ciudadana, que trabaje en los problemas diarios, con bases científicas, no revolviendo las cosas para lanzar cortinas de humo.
Cuestionémonos un segundo: ¿Si el camino tomado hasta ahora es correcto, porqué las calles se tiñen cada vez más de sangre, y siguen en aumento progresivo los delitos contra la propiedad?
Si me lo permiten, hago un ligero paréntesis aclaratorio, pues no faltará quien diga que hay más crímenes porque existen más dificultades económicas. Recordemos que el delito es una conducta de origen multifactorial, atribuir su existencia a esa razón no solo es un error titánico e ingenuo, sino también equivale a criminalizar la pobreza, lo que también es discriminatorio (sin mencionar todos los fallos técnicos que esta excusa conlleva).
Prosigo. Solo hace falta que le prestemos un poco más de atención al tema de seguridad, así como lo hacemos con la economía o el deporte. Porque debemos entender que esto es fundamental, el hampa se puede llevar no solo nuestras cosas, sino también nuestra vida, o la de nuestros seres queridos.
Hay que estar informado, para demandar que necesitamos de una vez por todas la aplicación de políticas de seguridad ciudadana preventivas (no andar por ahí reventando bunker o molestando a los indigentes). Tenemos la obligación como ciudadanos de conocer lo que está pasando con el crimen organizado, y no ser tan ingenuos de creer que el decomiso de una tonelada de cocaína es un “fuerte golpe al narco”, porque esas “pérdidas” ya están presupuestadas por estas estructuras (incluso a veces funcionan de carnada para pasar otros cargamentos más grandes).
Bajo esta óptica es que debemos ser vehementes con nuestros gobernantes, y exigir no solo que se nos informe sin mentiras o exageraciones, sino también que los intereses políticos se dejen de lado y se actúe con fundamento técnico.
Concordante con ello, debemos ser vigilantes con el dinero destinado a la seguridad ciudadana, en el que no se puede escatimar, pues es una inversión para proteger a las y los costarricenses. Observar noticias como las que han circulado días atrás, que aseguran que la Fuerza Pública está teniendo problemas presupuestarios, para mantener en circulación las patrullas, debe indignarnos a todos. Porque en un país que tiene claras las prioridades se buscaría primero resguardar la seguridad de la población, antes que malgastar el dinero pretendiendo ingresar a un club de países ricos, o un trencito nuevo (por solo dar dos ejemplos).
Si nuestras autoridades salen a la caza de donaciones a nivel internacional, sería bueno que comuniquen a los bien intencionados colaboradores, que las delegaciones policiales se están cayendo, plagadas de alimañas y en algunas ni siquiera se cuenta con servicios públicos. Costa Rica no necesita carros blindados, necesita infraestructura digna, capacitación de calidad, y, sobre todo, que le enseñen a tratar bien a sus servidores y servidoras policiales.
Estimada (o) lector (a) la única forma de detener este engaño en el que nos tienen enfrascados, en torno a la seguridad ciudadana, es prestarle más atención, e informarnos por diversas fuentes. Esto a su vez obligará a la clase política a estudiar con seriedad el tema, dejar de lado los estribillos populistas, y las gastadas promesas de: “ocupamos más policías y mejor equipados…” por ideas integrales, innovadoras y con verdadera proyección preventiva.
La batalla contra el narcotráfico la perdimos en esta generación, que la siguiente, y las que siguen no corran el mismo destino, depende de tener policías, políticos, y, sobre todo, una ciudadanía más comprometida. No permitamos que la inseguridad se cole en nuestros hogares, atente contra nuestras familias, ni derrame la sangre de nuestros hijos o nietos. Atención, costarricenses, la seguridad es cosa de todos, si no nos preocupamos y ocupamos ahora, después no valdrá de nada quejarse.