Albino Vargas Barrantes, Secretario General de la ANEP
El neoliberalismo maximizó la capacidad de reproducir el dinero sin que medie el trabajo. Lo logra a través de la especulación financiera. Hoy el sistema bancario reproduce el dinero sin necesidad de crear puestos de trabajo. Es tiempo de un debate sobre el rol del sistema financiero y de las finanzas éticas y solidarias.
El anuncio realizado por las autoridades del BAC-Credomatic no debiera sorprender. Obedece a su misión e inescrupuloso afán de lucro. Su razón de ser no es el servicio, es la maximización de las ganancias a cualquier precio.
El caso en particular es revelador de la naturaleza mercantil a ultranza y el profundo valor antisolidario que motiva su presencia en el mercado. La pandemia no ha movido ni un ápice su naturaleza. Por el contrario, ha permitido mostrar qué los alimenta, cómo ven la vida en sociedad y qué poco les importa el bienestar de la población.
Ahora queda también muy clara la complicidad de todos los voceros, incluyendo al presidente del Banco Central de Costa Rica (BCCR), al Superintendente de Entidades Financieras (SUGEF) y a los medios de comunicación que levantaron la voz contra la regulación de la tasa de usura.
Por otra parte, una evaluación ciudadana sobre los comportamientos tributarios del BAC-Credomatic queda o quedará pendiente. Hace tiempo que sobre el sistema financiero pesen fuertes críticas y cuestionamientos con relación a su papel fiscal en materia impositiva dada la acumulación que han venido atesorando.
Con datos del Banco Central de Costa Rica (BCCR), habrían llegado al momento en que apareció la pandemia en el país, a una cifra superior a los 30 mil millones de dólares.
Hoy se hace necesario reflexionar y actuar (en la realidad real), sobre la necesidad del fomento y promoción de una auténtica y ética banca pública y de un fortalecimiento de las cooperativas de Ahorro y Crédito, de las Asociaciones Solidaristas, de la Caja de Ahorro y Préstamo de ANDE, así como demás fondos solidarios mutualistas, como complemento de la presencia pública en el mercado financiero.
Somos del criterio de que la ley de usura tal cual quedó, no erradicó el problema del negocio a partir del expolio abusivo de las necesidades crediticias de la gente. 39% como tope máximo de cobro de intereses, sigue siendo usura.
Sin embargo, ese “pellizco”, logrado con base en gigantescos esfuerzos de sus promotores, los legisladores Welmer Ramos González y David Gourzong Cerdas, abre expectativas con relación a que resulta posible abrir fisuras en el seno del bloque neoliberal político-hegemónico y egoísta expoliador. Nosotros reconocemos el esfuerzo de estos dos señores diputados y de sus colegas del parlamento que les secundaron.
Se ha generado un problema, sin embargo: las personas pobres con ingresos líquidos de 200 mil colones o menos no serían sujetas del mercado financiero “oficial”, lo cual puede llevar a esas personas a caer en manos del prestamista garrotero y del agiotismo ilegal.
Esa liquidez obligada de ahora en adelante para ser sujeto de crédito de, al menos, 200 mil colones, es excesiva, de tal suerte que surge la necesidad ahora de un nuevo sistema financiero, con base en principios éticos y solidarios, que diseñe los mecanismos de inclusión de todas estas personas, básicamente trabajadoras asalariadas de los sectores público y privado que, por altos endeudamientos ya no contarán más para el sistema formal de créditos legales.
Sin duda alguna, estamos de cara a un nuevo frente de lucha para el cual hay muchas personas de buena fe, de sensibilidad social y de holgura ética dispuestas a aportar en esto que podemos denominar como la cruzada civil por la democratización del sistema financiero.