CALUFA, in memorian

Sin embargo el destino tenía otra celada. Esa misma noche, en la Clínica Bíblica, Calufa partió del mundo de los mortales.

Cincuenta y siete años tenía Carlos Luis. Quedaron atrás sus fecundos años fraguados en la lucha y la esperanza.
Con solo doce años de edad, el espíritu inquieto y aventurero del joven Fallas, lo hizo formar como soldado de tropa en la guerra de Coto. Con el correr de los años fue creando su fecunda hoja de vida. Zapatero, oficio que aprendió en tres meses. Obrero bananero. Liniero, tractorista, barretero. Dirigente político, sindicalista de fuste. Más tarde Regidor en la Municipalidad de San José, luego Diputado de la Asamblea Legislativa. Revolucionario de siempre. Jefe militar en los aciagos meses del 48. También hombre querido, dicharachero y conversador.

A Carlos Luis Fallas, se le ha reconocido siempre por su aporte cultural. Mérito indiscutible son sus obras literarias, desde su primer trabajo y casi desconocida “La niña de la guitarra de las concha de colores“, adelante “Marcos Ramírez“, “Gentes y gentecillas “ , “Mamita Yunai”, Don Bárbaro, y la trilogía “Barretero“, “El taller“ y “Mi madrina“ y “Un mes en la china roja“. Antes de su muerte, se le concedió el Premio Magón, compartido con el historiador Hernán G. Peralta.

Muy pocos días después de su muerte, el Congreso de la República, escuchó la propuesta de los diputados Román Román y Gutiérrez Gutiérrez, para decretar un minuto de silencio en su honor. Diputados como Trejos Escalante, Villanueva Badilla apoyaron la iniciativa, en sus discursos reconocieron el activismo político de Calufa, (y desde luego, enfáticos en no compartir) pero más, fueron sus discursos por la producción literaria y aporte a las letras nacionales.

En 1967, el parlamentario Edwin León Villalobos propone el Benemeritazgo de las letras patrias para Fallas. Sin embargo, el Congreso, luego de la consulta a la Comisión de Honores, dispuso distinguirlo con el de Benemérito de la Patria. Un reconocimiento implícito a sus años de lucha por la justicia, la solidaridad y las consignas de su Partido. El partido Comunista.

En efecto, Carlos Luis Fallas Sibaja, fue un hombre que vivió intensamente ligado al Partido de la bandera roja y la tea libertaria. No fue fundador de éste en el año 1931, pero sí coordinador de la célula comunista en la Ciudad de Alajuela, con apenas veinte años de edad.
Fallas grabó sus primeras incursiones políticas en las luchas de los desocupados, activo en la conmemoración del primero de mayo de 1933, valuarte en la conducción de la Huelga bananera de año 34, distinguido en las luchas contra el cortesismo por los contratos ley con empresas bananeras, y eléctricas; testigo y promotor de las alianzas políticas de su Partido. Perseguido y encarcelado en el desenlace de la Guerra civil.

Fue un hombre anti-imperialista, crítico acérrimo de la Alianza para el progreso, denodado por la reforma agraria, defensor de la Revolución cubana, crítico permanente de la oligarquía y burguesía nacional. Esas sus banderas.

Alguna vez expresó: “El Partido, para mí ha sido como una escuela….más que escuela: La Universidad donde me gradué de hombre y de ciudadano ¡“ (Aguilar Marielos, 262, 1983 ).

En el centenario de su nacimiento y el 43 aniversario de su partida, recordamos hoy a Calufa, que al igual que Omar Dengo, José Mª Zeledón, Carmen Lyra, Joaquín García Monge, para citar solo algunos nombres, la sociedad costarricense, el “sistema“ les reconoce la flama de sus aportes a las letras patrias y literarias; pero se les niega, el reconocimiento a la inspiración de sus obras, las grandes luchas que han librado en diferentes momentos de su historia los hombres y mujeres de esta Nación.

* Historiador

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