Otra vez el solidarismo contra los sindicatos

En la persona de su Director, la Escuela Social Juan XXIII hace completamente suya la perspectiva de UCCAEP, la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada y, con ese proceder, comete sus mismos errores. Propone eliminar el inciso e del art. 340 del expediente 13475, que busca reformar el Código de Trabajo, aduciendo que, de aprobarse, quedarían borradas las diferencias entre las actividades sindicales y las de las asociaciones solidaristas. Lo cierto es que estas asociaciones sí realizan actividades lucrativas que les permiten repartir utilidades entre sus afiliados. Asimismo, administran la cesantía de los trabajadores (un tipo de ahorro) junto con un aporte patronal. En cambio, el proyecto de ley no autoriza a los sindicatos la realización de ese tipo de actividades.

Valga recordar que el tipo de ahorro permitido a los sindicatos por el Código de Trabajo es de carácter mutualista, que no genera ni permite la distribución de dividendos. El proyecto en discusión no cambia este aspecto. Es un ahorro voluntario y por los préstamos sólo se cobran los gastos administrativos. Los sindicatos necesitarían una ley especial para manejar la cesantía, los solidaristas ya la tienen y nadie se las está quitando. No hay ninguna “odiosa discriminación” como pretende el P. Francisco Hernández, sumándose gustoso a la campaña desinformativa contra las reformas para fortalecer las garantías sindicales. En ese mismo sentido, cabe aclarar que los sindicatos no son bancos ni poseen bancos; no están autorizados para captar ahorro del público.

Deseamos referirnos al fuero sindical. En el actual Código de Trabajo figura como una protección para los dirigentes, fundadores e integrantes de la junta directiva de un sindicato. Sin embargo, en la práctica, se dan con toda “regularidad” los despidos de los dirigentes. Desde luego, éstos pueden acudir a los tribunales, donde el pleito tarda varios años en resolverse. Mientras tanto, el sindicato se ha disuelto. Para evitar tamaña triquiñuela, el proyecto de ley en discusión busca aprobar un procedimiento que exija demostrar que el despido se hizo por razones administrativas o económicas, que no se despide como consecuencia de la actividad sindical. Se busca hacer efectivo un derecho ya contemplado en la ley.

En el artículo 363 de la reforma se detalla una lista de conductas que constituyen prácticas laborales desleales por parte del empleador, entre ellas, la discriminación a una persona por su condición de afiliado a un sindicato. Actualmente, según el Código, a los líderes sindicales no se les puede despedir (aunque acabamos de mencionar un procedimiento tramposo). Sin embargo, no hay protección para los afiliados. Con la reforma, se prohibiría despedir a un afiliado por el hecho de ser afiliado. ¿Cómo se sentiría el Presidente del Movimiento Solidarista si los patronos pudieran despedir a un trabajador o trabajadora por el “delito” de integrar el solidarismo? ¿Se ha puesto a pensar por qué será que las Cámaras patronales dan tantas facilidades al solidarismo mientras persiguen a los sindicatos? ¿Por qué hay tan pocos sindicatos en la empresa privada? ¿No es que la Doctrina Social de la Iglesia protege desde siempre a los sindicatos? No me diga, P. Hernández, que usted no sabe nada de “listas negras” y de otras prácticas laborales desleales de ciertos patronos, mencionadas en el art. 363 del proyecto de reforma.

Los sindicatos son “asociaciones de trabajadores formadas para defender sus propios derechos”, recuerda Benedicto XVI en su Encíclica Caritas in Veritate, que tiene todavía húmeda la tinta. ¿No le parece poco decoroso que un presbítero católico se sume a la campaña contra los derechos de los sindicatos?

Un último punto. Las modificaciones al Código de Trabajo referidas formaron parte del proceso de Concertación Nacional promovido por la Administración de don Miguel A. Rodríguez. UCCAEP también firmó, al lado de los sindicatos y otros sectores. Si ahora resultan papel mojado, en Costa Rica se estaría perdiendo o al menos deteriorando un valioso instrumento de diálogo social, en el cual la Conferencia Episcopal ha puesto mucha esperanza. No se sume usted, por favor, al descrédito de ese instrumento. Tampoco coloque a un organismo de nuestra Iglesia entre los que desobedecen los compromisos adquiridos ante la OIT (Organización Internacional del Trabajo). Para mí es doloroso discrepar con un miembro del clero, pero esta vez ha sido inevitable, por el bien de los trabajadores. Y no se olvide que no fui yo el primero en acudir a los medios de divulgación.

Fuente: elpais.cr| 17/07/2009

¿Quién manda en la política exterior de Obama?

16 de julio, 2009

Las divisiones han sido notables desde el principio de esta administración, por ejemplo en la Cumbre de las Américas en Trinidad celebrada el pasado abril. Obama fue a la Cumbre con la idea de presentar una nueva cara al resto del hemisferio, y fue socavado inmediatamente por su asesor y director para la Cumbre, Jeffrey Davidow. Afortunadamente, Obama ignoró a sus asesores y continuó por un sendero diplomático.

Cuando el golpe ocurrió el 28 de junio, la primera declaración emitida por la Casa Blanca fue una metida de pata muy seria. Aunque la prensa nacional e internacional no criticó a Obama, la comunidad diplomática no pudo evitar resaltar que la Casa Blanca emitió la única declaración oficial del mundo que no tuvo ni una palabra de condena acerca del golpe cuando éste sucedió.

Esta postura cambió a medida que los acontecimientos evolucionaron, y el mismo Obama incluso dijo, “creemos que el golpe no fue legal y que el Presidente Zelaya aún es el presidente de Honduras”. Pero entonces su secretaria de Estado, Hillary Clinton, pareció contradecirlo. Dos veces la prensa le preguntó si el restablecimiento del orden democrático en Honduras significaría la reinstauración del presidente electo; y dos veces declinó contestar.

Parece que hay otros individuos en la Administración que estarían contentos con dejar que el gobierno golpista permaneciera en el poder durante los meses restantes del mandato de Zelaya.

El presidente Obama debe imponer la ley y dejar claro que este golpe no se impondrá. Podría comenzar despidiendo al asesor que escribió esa declaración inicial en respuesta al golpe. No es que fueran cogidos por sorpresa: todos sabían lo que iba a pasar, y la administración de Obama mantuvo conversaciones con el ejército hondureño hasta el día antes del golpe.

Claramente, si Obama hubiera querido realmente desalojar al gobierno golpista, hubiera podido congelar las cuentas bancarias de los que tomaron el poder y sus partidarios en la oligarquía hondureña. Esto fue recomendado el martes por el comité de redacción del Los Angeles Times. Tal medida sería probablemente suficiente; estas personas pueden tener una causa pero probablemente están más dedicadas a sus cuentas bancarias. También tendría la ventaja de no afectar a la gente pobre de Honduras.

Si Obama tiene dudas acerca de actuar unilateralmente, podría conseguir fácilmente la aprobación para tales sanciones en la Organización de Estados Americanos, que condenó el golpe y llamó al regreso “inmediato e incondicional” de Zelaya. (La OEA no tiene la autoridad para imponer sanciones obligatorias a sus miembros, pero podría aprobar sanciones para aquellos miembros que quisieran aplicarlas).

No debe sorprender que haya un trecho entre la política exterior de Hillary Clinton y de Barack Obama: sus diferencias sobre la guerra en Irak son una de las principales razones por las que Obama, y no Clinton, es hoy el presidente. Pero también parece que está involucrado algún tráfico de influencias a la antigua: resulta que dos de los más cercanos asesores del gobierno golpista de Honduras tienen estrechos vínculos con la secretaria de Estado. Uno es Lanny Davis, un influyente cabildero que fue abogado personal del presidente Bill Clinton y que también participó en la campaña de Hillary. G. Gordon Liddy, el hombre que organizó el infame allanamiento del Watergate en 1972, dijo una vez sobre su amigo Lanny Davis que “él puede defender lo indefendible”. Y eso es lo que Davis está haciendo últimamente, y bastante bien, testificando a favor del gobierno golpista en una audiencia congresal la semana pasada y poniendo los medios a su favor.

El otro pistolero a sueldo del gobierno golpista que tiene vínculos profundos con Clinton es Bennett Ratcliff. “Cada propuesta que presentó el grupo de Micheletti fue escrita o aprobada por [Ratcliff]”, dijo un testigo al New York Times este domingo. ¿Quién es Bennett Ratcliff? Fue un director principal de Bob Squier, conocido como el padre de la campaña política moderna. En su funeral en 2000, al que asistieron algunos de los demócratas más poderosos del país, el entonces presidente Clinton elogió a Squier. Hablando en nombre suyo y del vicepresidente Al Gore, también presente, Clinton dijo, “Si no fuera por él [Squier], tal vez nosotros no hubiéramos estado aquí hoy”. Y no sólo ellos: en 1992, la firma de Squier representó a cerca de una tercera parte de los demócratas del Senado.

Todo es parte del “gobierno permanente” que Obama tendrá que enfrentar si quiere cambiar verdaderamente la política exterior de EE.UU. Estas personas están poniéndole en contra de no sólo la región sino del mundo entero, que se ha negado a reconocer al gobierno golpista en Honduras. Tendrá que ser duro y romper con el pasado.

Quizás lo más inquietante de todo es que el presidente Obama se ha mantenido en silencio ante la represión del gobierno golpista. Ellos han disparado en contra y matado a manifestantes, cerrado emisoras de radio y televisión y detenido a periodistas. Esta semana un líder sindical y un activista político fueron asesinados. La violencia y el control de la información son las principales armas de la dictadura y los utilizarán mucho más libremente si el presidente Obama mantiene su silencio. Esto no es Irán, donde las denuncias de Estados Unidos sirven para desacreditar a la oposición. Esto es un gobierno que es sumamente dependiente de la ayuda, el comercio y el apoyo moral de Estados Unidos – y que el mundo entero ha condenado.

Los cínicos dirán que nada de eso tiene importancia, que incluso si Zelaya regresara a Honduras con el gobierno golpista todavía en el poder, y el ejército responde con asesinato y caos, Washington puede evadir la responsabilidad. Pero dado los antiguos y estrechos vínculos entre EE.UU. y el ejército hondureño, la relación de Hillary Clinton con sus partidarios, la fea historia de Estados Unidos en América Central y su larga trayectoria de apoyo a los escuadrones de la muerte y las fuerzas antidemocráticas en esa región y las señales contradictorias emitidas por la administración de Obama desde el golpe, Washington será culpado por el desorden y el derramamiento de sangre que podrían ocurrir.

* Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es coautor, junto con Dean Baker, del libro Social Security: The Phony Crisis (University of Chicago Press, 2000), y ha escrito numerosos informes de investigación sobre política económica. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.

Manuel Zelaya anuncia que el próximo fin de semana regresará a Honduras

El domingo se levantó sin acuerdos el período de mediación encabezado por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias.

La propuesta de retorno al orden constitucional y regreso de Manuel Zelaya a sus funciones fue rechazada una vez más por el Gobierno de facto de Honduras.

Sin embargo, horas después de finalizada la mediación, el presidente constitucional hondureño insistió con regresar a su país en el corto plazo.

Aseguró que el próximo fin de semana volverá a sus funciones “como lo manda la Constitución”, y pidió que se endurezcan las medidas de condena de la comunidad internacional al régimen golpista.

Por su parte, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, aseguró que ese organismo “va a ampliar la presión” sobre el Gobierno de facto de Roberto Micheletti.

Mientras tanto, los movimientos sociales hondureños que mantienen protestas pacíficas contra la dictadura, anunciaron que incrementarán las medidas a partir de este lunes.

Además, convocaron a un paro nacional para el próximo jueves y viernes con el acompañamiento de la Central de Trabajadores de Honduras.

Fuente: PÚLSAR- Agencia Informativa

Los siete puntos de Arias

Al medio día de este sábado, el mediador en la crisis de Honduras, Oscar Arias, presentó siete puntos que, según él, podrían superar el conflicto y llevar a ese país a una pacífica transición hacia el nuevo gobierno que deberá tomar el poder el 27 de enero del 2010.

La propuesta fue rechazada al final de la jornada de este domingo por parte de la Delegación Micheletti que no aceptó el punto número uno, eje fundamental de la propuesta, dijo Arias.

El primero es la “legítima restitución de José Manuel Zelaya Rosales en la Presidencia de la República, cargo en que permanecerá hasta el fin del período constitucional por el cual fue electo” y que concluye el 27 de enero del 2010.

El segundo es la “conformación de un gobierno de unidad y reconciliación nacional, compuesto por representantes de los principales partidos políticos”.

Tercero la “declaración de una amnistía general exclusivamente para todos los delitos políticos cometidos en ocasión de este conflicto antes y después del 28 de junio pasado”.

El cuarto es la “renuncia expresa del presidente Zelaya, de su gobierno, de la pretensión de colocar una ‘cuarta urna’ en las próximas elecciones o realizar cualquier consulta popular no autorizada expresamente por la constitución de la República de Honduras”.

El quinto se refiere a adelantar las elecciones “al último domingo de octubre, y el adelantamiento de la campaña electoral de los primeros días de setiembre a los primeros días de agosto”.

El sexto punto tiene que ver con el mando sobre las Fuerzas Armadas que, según Arias, deberán ser trasladados “del Poder Ejecutivo al Tribunal Supremo Electoral, un mes antes de las elecciones, para efectos de garantizar transparencia y normalidad del sufragio”.

El último punto tiene que ver con la “integración de una comisión de verificación compuesta por hondureños notables y miembros de organismos internacionales, en especial por representantes de la OEA, que vigile el cumplimiento de estos acuerdos y supervise el correcto retorno al orden constitucional”.

En su discurso, leído ante ambas delegaciones Arias se comprometió a “emplear todas las vías diplomáticas para gestionar el retorno inmediato de Honduras a la OEA y el levantamiento de las sanciones impuestas por otros gobiernos y organismos internacionales”.

En el mismo discurso Arias se atribuyó la palabra de “más de siete millones de hondureños” que según él piden estas mismas propuestas.

Fuente: http://informa-tico.com

Zelaya da por concluido el diálogo en San José con el gobierno de facto

San José. El presidente constitucional, Manuel Zelaya, dio por terminado el diálogo con el gobierno de facto de Roberto Micheletti, después que éste rechazó las propuestas del mediador Óscar Arias, que incluían la formación de un gobierno de unidad nacional, pero aseguró que nadie puede impedir su retorno al país tras el fracaso de las negociaciones sobre la crisis política por el golpe de Estado.

El mandatario constitucional apeló al derecho de los hondureños a la insurrección contra la opresión y a la desobediencia civil, que incluye no pagar impuestos y desobedecer a un gobierno ilegítimo.

Oscar Arias, para quien la alternativa al diálogo puede ser una guerra civil y un derramamiento de sangre, externó su deseo de tomarse 72 horas más para continuar trabajando.

Tras el fracaso del diálogo, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, advirtió que la OEA mantendrá y ampliará la presión.

[Reuters, Afp y Dpa; La Jornada]

La derecha contrataca

La razón bien puede ser la misma: la combinación de la decadencia del poderío estadunidense con la continuada centralidad de Estados Unidos en la política mundial. Al mismo tiempo, Washington es incapaz de imponerse por sí mismo y todo mundo espera que entre al terreno de juego en el bando de ellos.

¿Qué fue lo que ocurrió en Honduras? Hace mucho que este país es uno de los pilares más seguros de las oligarquías latinoamericanas: tiene una clase dominante arrogante y sin arre- pentimiento, guarda vínculos cercanos con Estados Unidos y es el sitio de una importante base militar estadunidense.

En las últimas elecciones, Manuel (Mel) Zelaya fue electo presidente. Siendo un producto de las clases dominantes, se esperaba que continuara jugando el juego en la forma en que los presidentes hondureños lo han jugado siempre. En cambio, inclinó sus políticas hacia la izquierda. Emprendió programas internos que en verdad hicieron algo por la vasta mayoría de la población: se construyeron escuelas en áreas rurales remotas, se aumentó el salario mínimo, se abrieron clínicas de salud. Comenzó su periodo apoyando el tratado de libre comercio con Estados Unidos, pero dos años después se unió al ALBA, la organización de Estados que creó el presidente Hugo Chávez. El resultado fue que Honduras obtuvo petróleo barato procedente de Venezuela.

Luego propuso la celebración de un referendo para saber si la población pensaba que era buena idea revisar la Constitución. La oligarquía gritó que éste era un intento de Zelaya para cambiar las leyes y hacer posible que él accediera a un segundo periodo. Dado que se preveía que la consulta ocurriera el día en que su sucesor fuera electo, ésta es claramente una razón inventada.

¿Por qué entonces escenificó el ejército un golpe de estado con el respaldo de la Suprema Corte, el Congreso hondureño y la jerarquía católica? Dos factores confluyen aquí: su visión de Zelaya y su percepción de Estados Unidos. En los años treinta, la derecha estadunidense atacó a Franklin Roosevelt como “traidor a su clase”. Para la oligarquía hondureña, eso significa que Zelaya, “un traidor a su clase”, es alguien que debería ser castigado como ejemplo para otros.

¿Y qué pasa con Estados Unidos? Cuando ocurrió el golpe, algunos comentaristas de la izquierda vociferante en la blogósfera le llamaron “el golpe de estado de Obama”. Esto no atina al punto de lo que ocurrió. Ni Zelaya ni sus simpatizantes en la calle, ni tampoco Chávez o Fidel Castro, tienen esa visión tan simplista. Todos ellos notan la diferencia entre Obama y la derecha estadunidense (líderes políticos o figuras militares).de estado. Ha sido un intento por forzarle la mano. Sin duda esto recibió aliento de figuras clave de la derecha estadunidense como Otto Reich (el cubano-estadunidense y ex consejero de Bush) y el International Republican Institute.

Desde que ocurrió el golpe de estado en Honduras, Obama, constreñido entre dos posturas fuertes, no hace sino ganar tiempo haciendo guiños a unos y a otros sin asumir una actitud clara.

Seamos testigos de algunas de sus aseveraciones más desorbitadas. El ministro de Relaciones Exteriores del gobierno golpista, Enrique Ortez, dijo que Obama era un “negrito que no sabe nada de nada”. Hay alguna controversia de qué tan peyorativo es el término “negrito” en castellano. En cualquier caso el embajador estadunidense protestó tajantemente ante el insulto. Ortez se disculpó por su “desafortunada expresión”, y se le cambió a otro puesto en el gobierno. Ortez concedió una entrevista a la televisión hondureña diciendo: “No tengo prejuicios raciales, me gusta el negrito del batey que está presidiendo Estados Unidos.”

Sin duda, la derecha estadunidense es más cortés pero no menos denunciatoria de Obama. El senador republicano Jim DeMint, la diputada republicana cubano-estadunidense Ileana Ros-Lehtinen, y el abogado conservador Manuel A. Estrada, todos han insistido en que el golpe estuvo justificado porque no fue un golpe de Estado, sino justamente una defensa de la Constitución hondureña. Y la blogger derechista Jennifer Rubin, publicó un texto el 13 de julio titulado: Obama está mal, mal, mal respecto a Honduras. Su equivalente hondureño, Ramón Villeda, publicó una carta abierta al presidente estadunidense el 11 de julio, donde decía que: “No es la primera vez que Washington se equivoca y abandona, en momentos críticos, a un aliado y amigo”.

La derecha hondureña hace su juego buscando ganar tiempo, hasta que el periodo de Zelaya termine. Si logran su objetivo, habrán ganado. Y la derecha guatemalteca, la salvadoreña y la nicaragüense observan por los costados, y ya les pican las ganas de comenzar sus propios golpes de estado contra sus gobiernos que no son ya de derecha.

Es posible que la derecha gane las elecciones este año y el año entrante en Argentina y Brasil, tal vez en Uruguay y Chile. Tres analistas importantes del Cono Sur han publicado sus explicaciones. Atilio Borón habla de la “futilidad del golpe”. El sociólogo brasileño Emir Sader dice que América Latina enfrenta una encrucijada: “La profundización del antineoliberalismo o la restauración conservadora”. El periodista uruguayo Raúl Zibechi titula su análisis La irresistible decadencia del progresismo.

Zibechi piensa que las débiles políticas de Lula, Vázquez, Kirchner y Bachelet (Brasil, Uruguay, Argentina y Chile) han fortalecido a la derecha (que avizora adoptando un estilo Berlusconi) y dividieron a la izquierda.

Pienso que hay una explicación más directa y simple. La izquierda llegó al poder en América Latina debido a la distracción estadunidense y a los buenos tiempos económicos. Ahora enfrenta una distracción continuada, pero los tiempos económicos son malos y comienzan a culparla porque está en el poder, aunque hay poco que puedan hacer los gobiernos de centro-izquierda respecto a la economía-mundo.

¿Puede Estados Unidos hacer algo acerca de este golpe de Estado? Por supuesto. Primero, Obama puede oficialmente etiquetar el golpe como un golpe de Estado. Esto podría disparar una ley estadunidense que le cortara toda la asistencia de Estados Unidos a Honduras. Puede cercenar las continuadas relaciones del Pentágono con los militares hondureños. Puede retirar al embajador estadunidense. Puede decir que no hay nada qué negociar en vez de insistir en la “mediación” entre el gobierno legítimo y los líderes golpistas.

¿Por qué no hace todo eso? Es muy simple, también. Tiene al menos otros cuatro super puntos pendientes en su agenda: la confirmación de Sonia Sotomayor en la Suprema Corte; un desbarajuste continuado en Medio Oriente; su necesidad de pasar la legislación de salud este año (si no es en agosto, en diciembre); y de repente una presión enorme por abrir las investigaciones de los actos ilegales del gobierno de Bush. Lo siento, pero Honduras tiene el quinto lugar en la lista.

Así que Barack Obama no asume una actitud clara. Y nadie quedará contento. Zelaya puede ser restaurado en el cargo, pero tal vez sólo tres meses a partir de ahora. Demasiado tarde. Pónganle atención a Guatemala.

(La Jornada, México. 1807)

La estrategia de retroceso de Obama

13 de julio de 2009

De una manera que recuerda las políticas de la Nueva Guerra Fría de Ronald Reagan, Obama ha aumentado enormemente el presupuesto militar, el número de tropas de combate, ha marcado nuevas regiones como objetivo de la intervención militar y respaldado golpes militares en regiones tradicionalmente controladas por Estados Unidos. Sin embargo, la estrategia de retroceso de Obama tiene lugar en un contexto interno e internacional muy diferente. A diferencia de Reagan, Obama se enfrenta a una profunda y prolongada recesión/depresión, a déficits fiscales y comerciales generalizados, a un papel cada vez menor en la economía mundial y a una pérdida de dominio político en América Latina, Oriente Próximo, este de Asia y otros lugares. Mientras que Reagan se enfrentó a un decadente régimen comunista soviético, Obama se enfrenta a una creciente oposición a escala mundial desde una variedad de regímenes electorales independientes laicos, clericales, nacionalistas, democrático liberales y socialistas, y de movimientos sociales anclados en luchas locales.

La estrategia de retroceso de Obama es evidente desde sus primeras declaraciones en las que prometía reafirmar el dominio (‘liderazgo’) estadounidense en Oriente Próximo, su proyección de potencia militar generalizada en Afganistán y de expansión militar a Pakistán, y la desestabilización de regímenes a través una profunda intervención por medio de terceros, como en Irán y Honduras.

El hecho de que Obama persiga la estrategia de retroceso opera en una multifacética política de abierta intervención militar, de operaciones encubiertas a través de la ‘sociedad civil’, de una retórica diplomática aparentemente benigna de sutil persuasión que depende en mucho de la propaganda mediática. Los importantes acontecimientos que se están desarrollando actualmente ilustran las políticas de retroceso puestas en marcha.

En Afganistán Obama ha más que duplicado el número de fuerzas militares estadounidenses que han pasado de 32.000 a 68.000. Durante la primera semana de julio sus comandantes militares emprendieron la mayor ofensiva militar única desde hace décadas en la provincia del sur afgano de Helmand para desplazar a la resistencia y al gobierno indígena.

En Pakistán el régimen Obama-Clinton-Holbrooke ejerció con éxito la máxima presión sobre el recién instalado régimen cliente de Zedari para emprender una ofensiva militar masiva y hacer retroceder a las fuerzas de la resistencia islámica operativas desde hace mucho tiempo en las regiones fronterizas del noroeste, mientras los drones [aviones teledirigidos] y los comandos de las fuerzas especiales estadounidenses bombardean y asaltan rutinariamente los pueblos y a los dirigentes locales pastún sospechosos de apoyar a la resistencia.

En Irak, el régimen de Obama emprende el ridículo complot de reconfigurar el mapa urbano de Bagdad para incluir bases militares y operaciones estadounidenses, y hacer pasar el resultado por “retirar las tropas a sus barracas”. La multimillonaria inversión a largo plazo de Obama, su infraestructura militar a larga escala, incluyendo bases, campos de aviación e instalaciones, habla de una presencia imperial ‘permanente’, no de sus promesas de campaña de una retirada programada. Mientras que ‘la puesta en escena’ de elecciones fijas entre candidatos que son clientes certificados por Estados Unidos es la norma en Irak y Afganistán, donde la presencia de tropas estadounidenses garantiza una victoria colonial, en Irán y Honduras Washington recurre a operaciones encubiertas para desestabilizar o derrocar a los presidentes en ejercicio que no apoyan las políticas de retroceso de Obama.

La operación encubierta y no tan visible en Irán encontró su expresión en un fracasado desafío electoral seguido de ‘manifestaciones masivas en las calles’ centradas en la afirmación de que la victoria electoral del anti-imperialista presidente en ejercicio Mahmoud Ahmadinejad fue el resultado de un ‘fraude electoral’. Los medios de comunicación de masas occidentales desempeñaron un papel fundamental durante la campaña electoral al proporcionar una cobertura favorable exclusivamente de la oposición y aspectos negativos del régimen en ejercicio. Los medios de comunicación de masas recubrieron las ‘noticias’ con propaganda a favor de los manifestantes al presentar selectivamente la cobertura para deslegitimar las elecciones y a los altos cargos electos, y hacerse eco de las acusaciones de ‘fraude’. El éxito de propaganda de la campaña de desestabilización orquestada por Estados Unidos incluso encontró un eco entre amplias secciones de lo que pasa por la ‘izquierda’ estadounidense la cual ignora la enorme financiación coordinada por Estados Unidos de grupos y políticos iraníes clave involucrados en las protestas en las calles. ‘Periodistas free-lance’ neo-conservadores, liberales e izquierdistas itinerantes, como Reese Erlich, defendieron la campaña de desestabilización desde su propio punto de vista estratégico particular como ‘un movimiento democrático popular contra el fraude electoral’.

Los animadores de derecha/izquierda de los proyectos de desestabilización estadounidenses no consideraron varios factores explicativos clave:

1. Por ejemplo, ninguno de ellos habló del hecho de que varias semanas antes de las elecciones un riguroso estudio dirigido por dos encuestadores estadounidenses había revelado unos resultados electorales muy cercanos al resultado real de las elecciones, incluidas las provincias étnicas en las que la oposición afirmó que había habido fraude.

2. Ninguno de los críticos habló de los 400 millones de dólares concedidos por la administración Bush para financiar el cambio de régimen, la desestabilización interna y las operaciones terroristas transfronterizas. Muchos de los estudiantes y de las ONG de la ‘sociedad civil’ en las manifestaciones recibieron fondos de fundaciones y ONG extranjeras, financiadas a su vez por el gobierno estadounidense.

3. Las acusaciones de fraude electoral se elaboraron después de que se anunciaran los resultados de las elecciones. Durante todo el periodo previo a las elecciones, especialmente cuando la oposición creía que iba a ganarlas, ni los estudiantes que luego se manifestaron ni los medios de comunicación de masas occidentales ni los periodistas freelance hablaron de un fraude inminente. Durante todo el día de las elecciones, con observadores de la oposición en cada colegio electoral, ni los medios de comunicación ni los observadores internacionales y los izquierdistas que apoyaban a la oposición señalaron que se hubiera intimidado a los votantes o hubiera habido fraude. Los observadores de los partidos de la oposición estuvieron presentes para controlar todo el proceso de recuento de votos y, sin embargo, sólo con raras excepciones, no hubo entonces afirmaciones de pucherazo. De hecho, excepto una dudosa afirmación del periodista free-lance Reese Erlich, ninguno de los medios de comunicación del mundo afirmó que hubiera habido más votos de los censados. E incluso se admitió que las afirmaciones de Erlich se basaban en ‘relatos anecdóticos’ de fuentes anónimas entre sus contactos en la oposición.

4. Durante la primera semana de protestas en Teherán los dirigentes estadounidenses, los de la Unión Europea y los israelíes no cuestionaron la validez del resultado de las elecciones. En cambio condenaron la represión de los manifestantes por parte del régimen. Evidentemente, sus bien informados operativos de inteligencia y embajadas proporcionaron una valoración más acertada y sistemática de las preferencias de los votantes iraníes que la propaganda urdida por los medios de comunicación de masas occidentales y los tontos útiles entre la izquierda anglo-estadounidense.

La oposición electoral y en las calles respaldada por Estados Unidos en Irán fue diseñada para llevar al límite una campaña de desestabilización, con la intención de hacer retroceder la influencia iraní en Oriente Próximo, minar la oposición de Teherán a la intervención militar estadounidense en el Golfo, a su ocupación de Irak y, sobre todo, el desafío por parte de Irán a la proyección de poder militar de Israel en la región. Durante años la política y la propaganda anti-iraní ha estado fuertemente influenciada a diario por toda la configuración de poder en favor de Israel existente en Estados Unidos. Esto incluye a 51 presidentes de las principales organizaciones judías de Estados Unidos con más de un millón de miembros y varios miles de funcionarios a tiempo completo, multitud de escritores y comentaristas que dominan las páginas de opinión tanto de los influyentes Washington Post, Wall Street Journal, New York Times como de la prensa amarilla.

La política de Obama de hacer retroceder la influencia iraní se basó en un proceso en dos etapas: apoyar a una coalición de disidentes del clero, liberales pro-occidentales, disidentes demócratas y derechistas vicarios de Estados Unidos. Una vez que llegaran el poder, Washington empujaría a los clérigos disidentes a alianzas con sus aliados estratégicos entre los liberales y derechistas pro-occidentales, que entonces cambiarían la política de acuerdo con los intereses imperialistas estadounidenses y coloniales israelíes cortando el apoyo a Siria, Hizbolá, Hamás, Venezuela, la resistencia iraquí y abrazando a los clientes saudí-iraquí-jordanos pro-estadounidenses. En otras palabras, la política de retroceso de Obama está diseñada para volver a situar a Irán en su alineamiento político anterior a 1979.

La [estrategia] por parte de Obama de hacer retroceder a regímenes electos críticos para imponer clientes acomodaticios encuentra otra expresión en el reciente golpe militar en Honduras. El uso del alto mando del ejército de Honduras y de los viejos vínculos de Washington con la oligarquía local, que controla el Congreso y el Tribunal Supremo, facilitó el proceso y obvió la necesidad de una intervención directa estadounidense -como fue el caso en otras recientes campañas golpistas.

A diferencia de Haití donde hace sólo una década intervinieron los marines estadounidenses para derrocar al democráticamente elegido Bertrand Aristide y respaldaron abiertamente el fallido golpe contra el presidente Chávez en 2002 y, más recientemente, financiaron el chapucero golpe contra el presidente electo Evo Morales en septiembre de 2008, las circunstancias de la implicación estadounidense en Honduras fueron más discretas para posibilitar un ‘desmentido creíble’.

La ‘presencia estructural’ y los motivos de Estados Unidos en relación al derrocado presidente Zelaya son fácilmente identificables. Históricamente Estados Unidos ha adiestrado y ha tratado con prácticamente todo el cuerpo de oficiales de Honduras y ha mantenido una profunda penetración en todos los altos niveles gracias a consultas diarias y a una planificación estratégica común. A través de su base militar en Honduras los agentes de la inteligencia militar del Pentágono mantienen estrechos contactos tanto para llevar a cabo las políticas como para seguir la pista de todos los movimientos políticos por parte de todos los actores políticos. Como Honduras está tan fuertemente militarizada ha servido de importante base para la intervención militar estadounidense en la región: en 1954 se lanzó desde Honduras el golpe con éxito respaldado por Estados Unidos contra el presidente guatemalteco elegido democráticamente. En 1960 se lanzó desde Honduras la invasión del exilio cubano orquestada por Estados Unidos. Desde 1981 a 1989 Estados Unidos financió y adiestró a más de 20.000 mercenarios de la ‘contra’ en Honduras que integraban el ejército de escuadrones de la muerte para atacar al gobierno sandinista nicaragüense elegido democráticamente. Durante los primeros siete años del gobierno de Chávez los regímenes hondureños se aliaron incondicionalmente a Washington en contra del régimen popular de Caracas.

Obviamente, nunca ha habido o podría haber un golpe militar contra ningún régimen títere de Estados Unidos en Honduras. La clave del cambio de la política estadounidense en relación a Honduras se produjo en 2007-2008 cuando el presidente liberal Zelaya decidió mejorar las relaciones con Venezuela para asegurar el generoso subsidio de petróleo y la ayuda exterior de Caracas. Posteriormente Zelaya entró en ‘Petro-Caribe’, una asociación del Caribe y Centroamérica organizada por Venezuela para suministrar petróleo y gas a largo plazo y bajo coste para satisfacer las necesidades de los países miembros. Más recientemente, Zelaya se unió al ALBA, una organización de integración regional patrocinada por el presidente Chávez para promocionar más intercambios comerciales e inversiones entre sus países miembros en oposición al pacto de libre mercado promovido por Estados Unidos conocido como el ALCA.

Dado que Washington considera a Venezuela una amenaza y una alternativa a su hegemonía en América Latina, el alineamiento de Zelaya con Chávez en cuestiones económicas y su postura crítica respecto a la intervención estadounidense lo convirtieron en un objetivo probable de los planificadores de golpes estadounidenses deseosos de convertir a Zelaya en un ejemplo y preocupados por su acceso a las bases militares hondureñas, tradicional punto de lanzamiento de su intervención en la región.

Washington asumió equivocadamente que un golpe en una pequeña ‘república bananera’ (de hecho, la república bananera original) en Centroamérica no provocaría ninguna protesta importante. Creyeron que el ‘retroceso’ centroamericano serviría de advertencia a otros regímenes con mentalidad independiente en la región del Caribe y Centroamérica de lo que les espera si se alinean con Venezuela.
La mecánica del golpe es bien conocida y pública: el ejército hondureño secuestró al presidente Zelaya y lo “exilió” a Costa Rica, los oligarcas nombraron “presidente” a uno de los suyos en el Congreso, mientras sus colegas del Tribunal Superior de Justicia proporcionaban un falaz argumento legal.

Los gobiernos de América Latina, desde la izquierda a la derecha, condenaron el golpe y reclamaron el restablecimiento del presidente legalmente elegido. El presidente Obama y la secretaria de Estado Clinton, que no estaban dispuestos a renegar de sus clientes, condenaron la violencia sin más especificaciones y pidieron negociaciones entre los poderosos usurpadores y el debilitado presidente en el exilio un claro reconocimiento del papel legítimo de los generales hondureños como interlocutores.

Una vez que la Asamblea General de Naciones Unidas condenó el golpe y que la Organización de Estados Americanos (OEA) exigió la restitución de Zelaya, Obama y la secretaria Clinton condenaron finalmente el derrocamiento de Zelaya, aunque se negaron a llamarlo “golpe”, lo que de acuerdo con la legislación de EEUU habría dado lugar automáticamente a una suspensión total de su paquete anual de ayuda militar y económica (80 millones de dólares) a Honduras. Mientras que Zelaya se reunió con todos los jefes de Estado latinoamericanos, el presidente Obama y la secretaria Clinton le remitieron a un funcionario de rango menor a fin de no debilitar a sus aliados de la Junta de Honduras. Todos los países de la OEA retiraron a sus embajadores, salvo Estados Unidos, cuya embajada comenzó a negociar con la Junta para ver cómo se podría salvar la situación en la que ambos se encontraban cada vez más aislados, especialmente ante el hecho de la expulsión de Honduras de la OEA.

Que Zelaya regrese finalmente a su puesto o que la Junta respaldada por Estados Unidos continúe en el cargo durante un periodo prolongado de tiempo, mientras Obama y Clinton sabotean su regreso inmediato a través de prolongadas negociaciones, la cuestión clave de la estrategia de retroceso promovida por Estados Unidos ha sido extremadamente costosa desde el punto de vista diplomático y político.

El golpe en Honduras respaldado por Estados Unidos demuestra que, a diferencia de la década de 1980, cuando el presidente Ronald Reagan invadió Granada y el presidente George Bush (padre) invadió Panamá, la situación y el perfil político de América Latina (y del resto del mundo) han cambiado drásticamente. Entonces los militares y los regímenes pro-estadounidenses de la región aprobaron en general las intervenciones de Estados Unidos y colaboraron; algunos protestaron ligeramente. Hoy en día, el centro-izquierda, e incluso los regímenes electorales de la derecha, se oponen a los golpes militares en cualquier parte [porque los ven] como una amenaza potencial para su propio futuro.

Es igualmente importante que, habida cuenta de la grave crisis económica y del aumento de la polarización social, lo último que quieren los correspondientes regímenes es un sangrante malestar interno estimulado por crudas intervenciones imperiales de Estados Unidos. Por último, las clases capitalistas de los países latinoamericanos de centro-izquierda quieren estabilidad porque pueden cambiar el equilibrio de poder a través de las elecciones (como en los recientes casos de Panamá y Argentina) y los regímenes militares favorables a Estados Unidos pueden alterar sus crecientes lazos comerciales con China, Oriente Próximo y Venezuela/Bolivia.

La estrategia de retroceso global de Obama incluye la construcción de bases de misiles en Polonia y la República Checa, no muy lejos de la frontera con Rusia. Obama está empujando fuerte para incorporar a Ucrania y a Georgia en la OTAN, lo que aumentará la presión militar de Estados Unidos en el flanco sur de Rusia. Aprovechando la “plasticidad” del presidente ruso Dimitri Medvediev (siguiendo las huellas de Mikhail Gorbachov), Washington se ha asegurado el libre paso de tropas y armamento estadounidenses a través de Rusia hasta el frente afgano; la aprobación de Moscú de nuevas sanciones contra Irán, y reconocimiento y apoyo al régimen tutelado de EEUU en Bagdad. Los responsables de Defensa rusos cuestionarán probablemente el obsequioso comportamiento de Medvediev en cuanto Obama avance en su proyecto de estacionar misiles nucleares a cinco minutos de Moscú.

Hacer retroceder: fallos predecibles y efecto boomerang

La estrategia de retroceso de Obama cuenta con un renacimiento de políticas derechistas de masas para legitimar la reafirmación del dominio estadounidense. A lo largo de 2008 en Argentina cientos de miles de manifestantes de clase media y baja salieron a las calles en el interior del país bajo la dirección de las asociaciones de grandes terratenientes pro-estadounidenses para desestabilizar el régimen de centro-izquierda de Fernández. En Bolivia, cientos de miles de estudiantes de clase media, empresarios, propietarios y afiliados a ONG, tomaron Santa Cruz y otras cuatro provincias ricas y, bien financiados por el embajador Goldberg, por la Agencia para el Desarrollo Internacional y la Donación Nacional para la Democracia se lanzaron a las calles, generando el caos y asesinando a 30 indígenas seguidores del presidente Morales en un intento de expulsarle del poder. Similares manifestaciones masivas de derechas han tenido lugar en el pasado en Venezuela y más recientemente en Honduras y en Irán.

La idea de que las manifestaciones masivas de sectores acomodados gritando “democracia” da legitimidad a los intentos deslegitimadores de EEUU contra sus adversarios democráticamente elegidos es una idea promulgada por cínicos propagandistas en los medios de comunicación y repetida como loros por crédulos y “progresistas” periodistas free-lance que nunca han entendido los fundamentos de clase en la política de masas.

El golpe hondureño de Obama y el esfuerzo de desestabilización financiado por Estados Unidos en Irán tienen mucho en común. Ambos tienen lugar en contra de los procesos electorales en los que los críticos de las políticas de Estados Unidos derrotaron a las fuerzas sociales favorables a Washington. Habiendo perdido la “opción electoral”, la estrategia de retroceso de Obama trata de que la política extraparlamentaria de masas legitime los intentos de la elite para hacerse con el poder: en Irán a través de clérigos disidentes, y en Honduras por los generales y oligarcas.

Tanto en Honduras como en Irán, los objetivos de la política exterior de Washington eran los mismos: hacer retroceder a los regímenes cuyos dirigentes rechazaron la tutela de Estados Unidos. En Honduras, el golpe sirve de “lección” para intimidar a otros países centroamericanos y del Caribe que se han salido de la órbita de Estados Unidos y se han unido a los programas de integración económica encabezados por Venezuela. El mensaje de Obama es claro: esos movimientos tendrán como resultado el sabotaje orquestado de Estados Unidos y sus represalias.
A través de su apoyo al golpe militar, Washington recuerda a todos los países de América Latina que Estados Unidos todavía tiene capacidad para aplicar sus políticas a través de las elites militares latinoamericanas, a pesar de que sus propias fuerzas armadas están atadas de pies y manos en guerras y ocupaciones en Asia y Oriente Próximo, y de que su presencia económica esté disminuyendo. Del mismo modo, en Oriente Próximo, la desestabilización del régimen iraní por parte de Obama está destinada a intimidar a Siria y a otros críticos de la política imperial de Estados Unidos, y a tranquilizar a Israel (y a quienes configuran el poder sionista en Estados Unidos) respecto a que Irán sigue ocupando un lugar importante en su agenda de retrocesos.

La política de Obama de hacer retroceder sigue los pasos, en muchos sentidos cruciales, del presidente Ronald Reagan (1981-1989). Al igual que Reagan, la presidencia de Obama tiene lugar en un momento de retirada estadounidense, de disminución de poder y de avance de la política anti-imperialista. Reagan hizo frente a las secuelas de la derrota de Estados Unidos en Indochina, al éxito de la difusión de las revoluciones anti-coloniales en el sur de África (especialmente Angola y Mozambique), al éxito de la rebelión democrática en Afganistán, a una victoriosa revolución social en Nicaragua y a grandes movimientos revolucionarios en El Salvador y Guatemala. Al igual que hoy Obama, Reagan puso en marcha una estrategia militar asesina para hacer retroceder estos cambios a fin de socavar, desestabilizar y destruir a los adversarios del imperio de Estados Unidos.

Obama se enfrenta a un conjunto similar de condiciones adversas en la actual era post-Bush: avances democráticos en toda América Latina con nuevos proyectos de integración regional que excluyen a Estados Unidos; derrotas y estancamientos en Oriente Próximo y en Asia meridional; una proyección de poder ruso reactivado y fortalecido en las repúblicas ex–soviéticas; la disminución de la influencia de Estados Unidos en los compromisos militares de la OTAN; una pérdida de credibilidad política, económica, militar y diplomática como resultado de la depresión económica mundial inducida por Wall Street y la prolongación sin éxito de guerras regionales.

Al contrario que la de Obama, la estrategia de retroceso de Ronald Reagan tuvo lugar bajo circunstancias favorables. En Afganistán, Reagan consiguió el apoyo de todo el mundo musulmán conservador y operó a través de los feudales dirigentes tribales afganos, que resultaron ser clave, contra un régimen reformista, de base urbana y respaldado por los soviéticos en Kabul. Obama está en la posición inversa en Afganistán. La vasta mayoría de los afganos y la inmensa mayoría de la población musulmana en Asia se oponen a su ocupación militar.

La estrategia de retroceso de Reagan en Centroamérica, especialmente su invasión mercenaria de la Contra en Nicaragua, contó con el apoyo de Honduras y de todas las dictaduras militares pro-estadounidenses en Argentina, Chile, Bolivia y Brasil, así como de los gobiernos civiles de derechas de la región. En contraste, el golpe de reversión de Obama en Honduras y en el exterior se enfrenta con regímenes electorales democráticos en toda la región, una alianza de regímenes nacionalistas de izquierda encabezada por Venezuela y organizaciones regionales económicas y diplomáticas firmemente opuestas a cualquier retroceso a la dominación y a la intervención de Estados Unidos. La estrategia de retroceso de Obama se halla ante un absoluto aislamiento político en toda la región.

La política de hacer retroceder de Obama no puede ejercer la “mano dura” económica para obligar a los regímenes en Oriente Próximo y Asia a que apoyen sus políticas. Ahora existen mercados asiáticos alternativos, inversiones extranjeras de China, la profundización de la depresión estadounidense y la desinversión en el exterior de bancos y multinacionales de Estados Unidos. A diferencia de Reagan, Obama no puede combinar la zanahoria económica con el palo militar. Obama tiene que recurrir a la opción militar, menos eficaz y menos costosa en un momento en que el resto del mundo no tiene ningún interés ni voluntad de proyectar poder militar en regiones de escasa importancia económica o a cuyos mercados se puede acceder a través de acuerdos económicos.

El lanzamiento de la estrategia global de retroceso de Obama ha tenido un efecto boomerang incluso en su fase inicial. En Afganistán, la gran acumulación de tropas y la ofensiva masiva contra las plazas fuertes de los “talibán” no ha dado lugar a grandes victorias militares, ni siquiera a enfrentamientos. La resistencia se ha retirado, mezclada con la población local, y probablemente recurra a una guerra de desgaste prolongada, descentralizada y a pequeña escala, diseñada para comprometer a varios miles de efectivos militares en un mar hostil de afganos, sangrando la economía de Estados Unidos, aumentando sus bajas sin resolver nada y, eventualmente, probando la paciencia de la opinión pública estadounidense profundamente inmersa en la actualidad en las pérdidas de puestos de trabajo y en la rápida disminución del nivel de vida.

El golpe llevado a cabo por los militares hondureños y respaldado por Estados Unidos ya ha reafirmado el aislamiento político y diplomático estadounidense en el Hemisferio. El régimen de Obama es el único de los países importantes que ha mantenido a su embajador en Honduras, el único país que se niega a considerar el golpe militar como un “golpe”, y el único que mantiene la ayuda económica y militar. Más que establecer un ejemplo del poder de Estados Unidos para intimidar a los países vecinos, el golpe ha reforzado la convicción entre todos los países de Sudamérica y Centroamérica de que Washington está tratando de volver a los “viejos malos tiempos” de regímenes militares pro-estadounidenses, al saqueo económico y a los mercados monopolizados.

Lo que los asesores de política exterior de Obama no han logrado entender es que no pueden poner a sus “Humpty Dumpty”** juntos de nuevo; que no pueden volver a la época de [la estrategia de] retroceso de Reagan, de los bombardeos unilaterales contra Irak, Yugoslavia y Somalia, de Clinton, ni a su saqueo de América Latina.

Ninguna región, país o alianza de importancia seguirá a Estados Unidos en su ocupación colonial armada en países de la periferia (Afganistán/Pakistán) o incluso centrales (Irán) aunque se unan a Estados Unidos en las sanciones económicas, las guerras y los esfuerzos de desestabilización electoral en contra de Irán.

Ningún país latinoamericano tolerará otro golpe militar de Estados Unidos contra un presidente democráticamente elegido, incluso los regímenes nacionales populistas que divergen de la política económica y diplomática estadounidense. El gran temor y el horror ante el golpe respaldado por Estados Unidos se deriva del recuerdo por parte de toda la clase política latinoamericana de la pesadilla de los años de dictaduras militares apoyadas por Estados Unidos.

La ofensiva militar de Obama, su estrategia de hacer retroceder para recuperar el poder imperial, está acelerando el declive de la República Estadounidense. El aislamiento de su administración se pone cada vez más de manifiesto por su dependencia de los “Israel primero” que ocupan su administración y el Congreso, así como los influyentes expertos pro-israelíes en los medios de comunicación que identifican el retroceso con la propia confiscación de tierras palestinas por parte de Israel y las amenazas militares a Irán.

El retroceso tiene efecto boomerang. En vez de recuperar la presencia imperial, Obama ha sumergido la República y, con ella, al pueblo estadounidense en una mayor miseria e inestabilidad.

(**) N. de las t.: Humpty Dumpty es una famosa canción infantil en el mundo anglosajón. La cita hace referencia a lo que el autor dice a continuación, que Obama no puede reconstruir el pasado.

AMNET bloquea información de Honduras…¡¡en Costa Rica!!

Recibimos este mensaje de un ciudadano preocupado por el bloqueo informativo en Costa Rica.
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Qué belleza de AMNET/MILLICOM!

Están en el canal 57 con la DW TV en español, hace unos minutos, 19 de julio a las 8:31p.m., y comienza el periodista a entrevistar vía telefónica al Presidente Zelaya desde Nicaragua, entonces los “preciosos” estos lo cortan, ponen una entrevista de DW TV en alemán de otra cosa, pasan unos 8 minutos y vuelve el DW TV en español, y claro, ya están en otra cosa, con Israel y Deportes y etc.

Es o no manipulación de la información?
Ya mismo me paso a Cabletica!
Tiene Amnet/MILLICOM alianzas empresariales en Honduras?

Si esto lo hacen en COSTA RICA que no harán en Honduras?

Jorge Venegas

Una profunda lucha de los movimientos sociales por la democracia

Ayer, 18 de Julio del 2009, el Frente de Resistencia contra el golpe de Estado cumplió 21 de días de estar en constantes protestas en las calles del país. La toma en Tegucigalpa se realizó en el Boulevard de la Fuerzas armadas a partir de las 9:30, hasta las 2:00 de la tarde. En esta toma estuvo presente la primera dama Xiomara Castro de Zelaya y su hija, conocida popularmente como la “Pichu”, quienes agradecieron el apoyo de obreros, sindicalistas, maestros, campesinos, indígenas, estudiantes y en general del pueblo hondureño en estos momentos difíciles. Castro incitó a los protestantes a no desmayar en la lucha y mantener esa resistencia, por qué esta lucha no solo es de ella sino de todo el pueblo hondureño, expresó entre otras cosas. Las protestas se mantienen en otras ciudades de Honduras, no solamente en la capital.

Para hoy, domingo, los movimientos sociales no estarán protestando ya que estarán reunidos la coordinación nacional del Frente de Resistencia contra el Golpe, para definir las acciones a realizar en esta próxima semana, en vista de que los sectores populares están convencidos que de estas reuniones que se están llevando a cabo en Costa Rica, no hay esperanzas de que se solucione el problema de Honduras, según lo han expresan los dirigentes populares.

Nelson Ávila (Analista político reconocido en el país y ex asesor de presidente Zelaya), expresó que la verdad y la justicia se ganan en las calles y en las ideas. El golpe de Estado antipatriótico y anticonstitucional que nos dio la extrema derecha es una verdadera dictadura; pero esta dictadura va a caer con la alianza de todas las organizaciones populares y por la lucha de los pueblos que creen que una Honduras popular es posible, dijo. En el dialogo que se está desarrollando en Costa Rica, sabemos que las fuerzas oscurantistas están tratando de que no se encuentre una solución pronta al problema para que los golpistas ganen tiempo y logren el apoyo de los gobiernos de derecha; pero estoy seguro que no lo lograran por que la razón y la justicia están de nuestro lado, la lucha que estamos llevando a cabo en estos momentos es una lucha mundial ideológica, política e histórica, afirmó. La única forma de construir una sociedad popular democrática es que sea el pueblo el que se pronuncie y el pueblo se ha pronunciado diciendo que quiere que regrese el presidente Zelaya y que se restituya el orden constitucional en Honduras. Esto es histórico en el país, y considero que hay condiciones para crear un frente amplio y construir una nueva Honduras. Un pensador decía: “hay hombres que luchan un día, esos son buenos; hay hombres y mujeres que luchan mucho tiempo, esos son mejores; pero hay hombres y mujeres que luchan permanentemente y esos son imprescindibles”.

Juan Barahona, dirigente del Bloque Popular dijo: “Con las negociaciones que se están llevando a cabo en Costa Rica, nosotros los movimientos sociales creemos que no hay muchas expectativas en las mismas; lo que se está haciendo es ganar tiempo a favor de este gobierno de facto para que ellos se consoliden en el poder y cavarnos nuestra resistencia a los movimientos populares.”

Lo expresado por los dirigentes populares, ya lo estamos observando para el caso en las negociaciones del día Sábado. No se ha llegado a ningún acuerdo importante, solo se han planteado algunos puntos de las partes involucradas; pero no hay nada concreto y la reunión que se realizará hoy, Domingo, al parecer correrá la misma suerte. Ambas comisiones no han logrado llegar a acuerdos sustanciales que den esperanza de solucionar este conflicto en Honduras.

– Mabel Marquez: Comunicaciones – Vía Campesina en Honduras

Sábado 18: Organizaciones salvadoreñas se unen a lucha contra el golpe de Honduras
http://www.movimientos.org/show_text.php3?key=15003

Más información sobre Honduras en la Minga Informativa:
http://www.movimientos.org/honduras.php

Evo Morales insta a dimitir a Micheletti por el bien del país

Evo Morales insta a Micheletti a dimitir por el bien del país

En declaraciones realizadas durante la inauguración del nuevo césped artificial de un campo de fútbol de La Paz, reiteró que el golpe de Estado de Honduras es una advertencia a los gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe y a los mecanismos de integración económica y política como el ALBA.

Denunció también la existencia de grupos de militares hondureños «al servicio de grupos de derecha. Me informaron que algunos miembros de las Fuerzas Armadas hondureñas plantearon que abandonarían el poder que tomaron, siempre y cuando no vuelva a asumirlo el presidente Manuel Zelaya, sin entender que su insistencia en mantener un régimen de facto hará que ningún país lo reconozca», subrayó.

«Lamentablemente, el señor Micheletti sólo está perjudicando al pueblo hondureño y da una mala imagen a la democracia en Latinoamérica y en el mundo», destacó. Por su parte, el presidente venezolano, Hugo Chávez, pidió «fuerza y resistencia» al pueblo hondureño.

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Nicolas Maduro en el acto de celebración de la Revolución Sandinista

“La dictadura que se pretende imponer en Honduras está acorralada”

Maduro, al referirse al caso de Honduras, que tiene ya 3 semanas con el pueblo hondureño en las calles resistiendo la represión, tras el golpe de Estado, advirtió que esa historia de lucha popular contra los imperios pareciera hoy repetirse, en otras condiciones históricas.

“Estamos ante disyuntivas parecidas… Hace tres semanas en Honduras se ejecutó una operación militar, un golpe rastrero (…) ¿Alguien duda hoy de que luego de tres semanas, ese golpe de Estado no tuvo el apoyo del Pentágono, la CIA, que fue autorizado por factores que domina el Departamento de Estado?”

“Hoy tenemos la seguridad de que fue absolutamente planificado y fraguado por las élites de poder reaccionario, el poder imperial de EEUU”.

“La dictadura de Goriletti está acorralada, acabada, está haciendo aguas”, sentenció Maduro, al señalar que el derrumbe del régimen golpista no es producto de la actuación de los organismos internacionales o las pretendidas maniobras de mediación.

“Esa dictadura está acorralada porque los hondureños se han lanzado a las calles por 22 días, a resistir, a luchar, a combatirla”, recordó, reconociendo la valentía popular.

“Y nosotros le debemos la máxima lealtad, la máxima solidaridad militante, el máximo compromiso al pueblo hondureño, porque hoy, a 30 años de la victoria de este pueblo heroico, Nicaragua, no tenemos ninguna duda que el pueblo hondureño derribará a esa dictadura y tendrá una hermosa victoria del pueblo en la calle”.

Agregó que la Alianza ALBA, como un todo, seguirá acompañando al pueblo de Honduras en su resistencia, y lo acompañará en su victoria que alcanzará más temprano que tarde.

“Por eso Comandante Ortega, en nombre del gobierno revolucionario de Venezuela, del Comandante Chávez, del pueblo venezolano, ratificamos hoy más que nunca nuestra solidaridad”, expresó en referencia al ejemplo de las 3 décadas de resistencia Sandinista en Centroamérica.