Albino Vargas Barrantes
Secretario General
Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)
Tan solamente fueron unas ideas de impulsar políticas públicas de inclusión social y de restauración del bien común en la sociedad chilena, para que sus mercados bursátiles-financieros reaccionaran, de manera violenta, a la baja y el precio de dólar subiera, a partir del discurso en la noche de su elección, del señor Gabriel Boric Font, como nuevo Presidente de Chile, obteniendo él una victoria muy holgada y sin el menor asomo de duda sobre la transparencia de la misma.
Chile, sufrido pueblo latinoamericano, experimentó a sangre y fuego, con cientos de personas muertas, asesinadas, desaparecidas y exiliadas, políticas económicas en los últimos tiempos que le ubicaron dentro de las diez naciones más desiguales del planeta, según diversas publicaciones nada sospechosas de ser de “izquierda”. Por cierto, nuestra querida Costa Rica, en la actualidad, también está “compartiendo honores” en esa lista.
Al pueblo chileno le fue impuesto, mediando dictadura y luego una democracia restringida y controlada, un totalitarismo de mercado, con base en los más relevantes postulados del pensamiento económico neoliberal.
En Chile, el todo mercado-nada Estado, generó tal acumulación de desigualdad social y de exclusión económica que, a todo mundo consta, no solamente generó uno de los estallidos sociales más profundos e impactantes de las últimas décadas en América Latina; sino que, además, tiene en desarrollo un proceso constituyente para una nueva carta magna que estará inspirada por ideas del bien común y de la inclusión social. Es decir, el todo-mercado-nada Estado podría perder su hegemonía ideológico-política y económica, de origen y contenido sangriento, en la sociedad chilena.
Tenemos que ser muy contundentes y absolutamente firmes para contener el avance perverso del totalitarismo ideológico del todo mercado-nada Estado; totalitarismo ideológico que ha sido capaz de engendrar perversas dictaduras con miles de muertes a su haber.
Varias de las corrientes político-partidistas de la actualidad, que aspiran a llegar al gobierno y al parlamento, de un modo u otro, abrazan ese totalitarismo ideológico del todo mercado-nada Estado; mismoque, en la cotidianeidad de todos los días se expresa en el poder que muestran los mercados financieros y sus operadores bancarios, llegándose al punto de tener el total control de los poderes Ejecutivo y Legislativo y en el Judicial hacen sentir su predominio.
La titánica tarea cívico-popular y patrióticamente decente de desenmascarar la esencia antidemocrática del totalitarismo ideológico del todo mercado-nada Estado, nos lleva a defender, por ejemplo (pero sobran postulados), con incuestionablemente firmeza, la primacía absoluta para la convivencia en una sociedad realmente democrática, de los 30 postulados fundamentales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 30 de diciembre de 1948.
El perverso mensaje del totalitarismo ideológico de los mercados financiero-bancarios con su consigna criminal del todo mercado-nada Estado, muy pronto podría plantear que tal declaración se derogue pues la misma contiene artículos “comunistas”, “izquierdistas”, “socialdemócratas”, “cristiano-humanistas”, “ecologistas”, etc.
“¡Alerta! ¡Alerta! ¡Mucho ojo mercados financieros costarricenses!”. Si ven, si notan, si se percatan de que a algún partido político se atreve (abierta o encubiertamente), a incluir en su programa político algo como esto: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”; entonces, amenacen con que el dólar subirá de precio tanto como las tasas de interés. ¡Eso es “comunismo puro”!
¡Por Dios Santo, hablamos del artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos!; y, por cierto, firmada por Costa Rica, que fue uno de las 26 naciones originalmente firmantes de la misma.
En la Costa Rica de estos momentos, el totalitarismo del capital financiero-bancario, del todo mercado-nada Estado, se muestra sin pudor alguno, en prensa escrita, radiada y televisiva; en los partidos políticos controlados por la plutocracia; en una pléyade de amanuenses a sueldo, escribidores por paga, calumniadores de la disidencia y fomentadores de la intolerancia satanizante.
Si seguimos la lógica del totalitarismo ideológico del todo mercado-nada Estado, el cual se pone “nervioso” y reacciona con la subida del precio del dólar, con la subida de las tasas de interés y hace bajar a las bolsas, únicamente porque se anuncian políticas sociales; algo fuerte tendrán que hacer los pueblos para que se respete a plenitud su voluntad soberana cuando eligen gobiernos que, al menos, y no de la boca para afuera, hablan de políticas públicas reales para atajar el crecimiento de las desigualdades, para imponer la promoción del bien común en las relaciones sociales, para el fomento productivo interno de cara a la inclusión económica, para establecer salarios mínimos justos en relación estrecha con ese fomento productivo. Afortunadamente, la disidencia en muy vasta y hay pruebas ya de que puede convertirse en la nueva hegemonía.