Albino Vargas Barrantes, Secretario General de la ANEP
¿Conoce usted una legislación costarricense que se llame Código de Colaboración? ¡Por supuesto que no! Lo que existe es el Código de Trabajo.
¿Conoce usted que exista una entidad a nivel mundial que se llame Organización Internacional de la Colaboración? ¡Tampoco! Existe la Organización Internacional del Trabajo; siglas, en español, OIT.
¿Existe en Costa Rica el Ministerio de la Colaboración? ¡No! Existe el Ministerio de Trabajo; más exactamente, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, siglas MTSS.
En la Universidad Nacional (UNA), existe un centro de investigación sobre las cuestiones laborales, llamado Instituto de Estudios del Trabajo, siglas IESTRA. Que sepamos, no le han cambiado el nombre como para que se llame Instituto de Estudios de la Colaboración.
Hace un tiempo venimos criticando lo que consideramos como un elemento notable dentro de la estrategia político-ideológica del neoliberalismo, en su descomunal lucha por las mentes de la gente: sustituir la palabra trabajadores o, trabajadoras, por el vocablo colaboradores o, colaboradoras.
Sin duda alguna, dado el altísimo nivel de explotación obrera que se da en estos tiempos de neoliberalismo, la contradicción capital-trabajo se expresa de manera más aguda, cruel e inmisericorde.
El capital, buscando incrementar las ganancias, pretende pagarle al obrero lo menos posible; el obrero, en su lucha por la supervivencia y por mejores condiciones de vida para él y para su familia, está en constante lucha por ganar más y más decentemente. ¡No hay colaboración! Hay venta de fuerza de trabajo de por medio.
Debemos cerrarle el paso a esta tendencia perversa de decodificar (creo que es éste el concepto correcto desde la Sociología y desde la Antropología), el significado real y profundo de la palabra trabajador; que, además, tiene una carga filosófica-ideológica y político-histórica socioeconómica que el neoliberalismo y su pléyade de amanuenses insisten en desconocer.
En la lucha sin fin de las personas trabajadoras asalariadas por dignificarse, mucha sangre ha mediado, dolorosamente; como muchas vidas de liderazgo obrero han sido sacrificados por la causa del trabajador.
La persona trabajadora que tiene un empleo formal y un trabajo relativamente fijo, recibe una paga por ello; ya sea en forma mensual, quincenal o semanal. Tanto en los sectores público y privado. Esto ha sido así por muchísimos años: se vende la fuerza de trabajo, física o mental-intelectual, a cambio de un dinero conceptuado como salario. Y se da tanto en el sector privado como el público.
Procurando ser más enfático en este posicionamiento acerca de la defensa política del concepto-palabra trabajador, les comparto el siguiente texto:
“Cada vez es más frecuente escuchar en las empresas la palabra “colaboradores” en lugar de “trabajadores”; o de “líderes” en vez de “jefes”. El eufemismo podría ser inocente, pero no lo es. Detrás de este lenguaje opera un verdadero cambio en la forma de presentar a los trabajadores en la empresa moderna, que busca demostrar que no existen diferencias, que no hay subordinados, dependencias, asimetrías y explotación, sólo una gran familia donde todos colaboran y comparten las mismas condiciones”.
(Tomado del artículo La hipocresía de llamar a los trabajadores “colaboradores”. Karina Norbona. https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2010/12/24/la-hipocresia-de-llamar-a-los-trabajadores colaboradores/ )
Veamos esta otra cita: “Un colaborador es una persona que realiza un aporte personal de manera voluntaria donde no existe relación de subordinación o dependencia respecto de otra persona, o sea un colaborador no se encuentra obligado a colaborar y no reconoce jefatura superior; en cambio, un trabajador tiene relación de subordinación o dependencia respecto de su empleador”.
(Tomado de https://www.elemprendedor.pe/columnas/colaborador-o-trabajador/ )
El empleo del concepto colaborador como sustituto del concepto trabajador,se da a partir de la ideología neoliberal con su tesis política fundamental del todo mercado-nada Estado.
En este mundo del alto corporativismo empresarial de los macronegocios, también se da asidero a planteamientos como la eliminación de la histórica jornada de las 8 horas; contra la regulación del salario mínimo y por la reducción del monto actual que éste tiene en Costa Rica. También, en el mundo del colaboracionismo, hay posiciones que reniegan de las responsabilidades patronales para con la Seguridad Social y son enemigos del papel inspector de la cartera ministerial de Trabajo y Seguridad Social.
El fundamento profundo de la sustitución del concepto trabajador por el de colaborador, es precisamente ese: mercado libre en las relaciones obrero-patronales. ¿A quién pretenden engañar?
Finalmente, algo que también es muy detestable es el empleo del concepto colaborador por parte de políticos y jerarcas del mundo del empleo público.
Inadmisible es, también, que una persona militante o dirigente sindical caiga en esa trampa ideológica. Y si se trata de gente asalariada en sentido estricto que lo hace, pues gran labor de re-educación obrera tenemos por delante.