Doña Laura lo sabía y le dió luz verde al inicio

Nosotros tenemos un gran respeto por la señora Presidenta de la República, doña Laura Chinchilla Miranda y, precisamente por eso, nos sentimos con autoridad para ante la opinión pública manifestar nuestra propia visión de la decisión del veto que ella anunció en contra de la ley que haría realidad esa intentona. Como sabemos, la intentona cayó en desgracia, fundamentalmente (y esto hay que recalcarlo una y otra vez), por la oportuna reacción adversa del pueblo, de la gente, de la ciudadanía y de sus organizaciones más consecuentes; junto a un importante sector de la prensa nacional que dio expresión libre a las voces opuestas a semejante atropello a la dignidad de la clase trabajadora en todas sus acepciones.

Fue la propia jefa de fracción de la coalición gobiernista (la alianza “Li-Li”), la diputada Viviana Martín Salazar, quien confesó que, desde un inicio, la Presidencia de la República, la Casa Presidencial, estuvo de acuerdo con que se impulsara el proyecto de ley del pretendido aumentazo salarial diputadil.

La mencionada legisladora, hoy caída en desgracia ante otras fracciones legislativas, indicó una y otra vez que, efectivamente, estuvo hablando con la señora Presidenta del tema y que ella le dio luz verde al asunto.

Posteriormente, el propio Ministro de la Presidencia, con Marco Antonio Vargas Díaz, refrendaba este acuerdo político al más alto nivel del Poder Ejecutivo para que tal proyecto se hiciera realidad.

Así que las razones del veto anticipado de doña Laura (porque esa ley tan solo había recibido primer debate), es un asunto de estricta consideración política, sobre el costo que ya estaba implicando sostener un asunto generador de tanto rechazo popular y de creciente movilización ciudadana como se manifestó, como se veía venir y como ya estaba en preparación a gran escala.

Doña Laura adujo que el veto lo interpondría porque cuando ella fuera expresidenta de la República, el 9 de mayo de 2014, su pensión en cuanto tal quedaría altísima dado que el aumentazo salarial diputadil hubiera repercutido en el cálculo de la misma. Nosotros le aceptamos a la señora Presidenta este argumento que nos parece éticamente correcto.

Sin embargo, éste fue el punto “diplomático”, elegante, para salir del embrollo en que ella misma se metió, metió al Gobierno y generó un altísimo riesgo de sufrir una sensible pérdida de credibilidad y un enorme nivel de deslegitimación, como sí lo sufrieron los diputados y las diputadas de la coalición gobiernista “Li-Li” (Liberación-Libertarios), más los “cristianos” evangélicos y algunos del PUSC.

Entonces, sí, el veto de doña Laura se lo aplaudimos; pero que conste, se da en un marco de condiciones donde el propio gobierno, la coalición parlamentaria “Li-Li” y sus turecas, menospreciaron la reacción popular, el sentir de la gente, la disposición social hacia la movilización de calle que se manifestó con enorme fuerza moral y con un potencial creciente que lesionaría seriamente al mismo Gobierno.

Así es como debe constar. Ahora lo que corresponde es que la propia Presidencia de la República, es decir doña Laura y su Ministro de la Presidencia y la mismísima Asamblea Legislativa (con las honrosas excepciones que ya sabemos), se laven la cara ante la gente con este vergonzoso acontecimiento del ahora fallido aumentazo salarial diputadil.

¿Cómo? Entrándole duro a la dolorosa realidad de que hay 600 mil personas trabajadoras asalariadas que ni siquiera ganan el mínimo de ley. Hay una base de partida en el seno del propio parlamento: dos proyectos de ley pueden ayudar a corregir semejante injusticia; uno que presentó ahora exdiputado liberacionista don Carlos Pérez y otro promovido por el actual legislador don José María Villalta.

Empecemos ya a hacer justicia salarial pero hagámoslo a favor de quienes más sufren y a favor de quienes son más explotados. Esa misma voluntad política, la presidencial y la legislativa, que se vio al inicio del trámite del proyecto salarial diputadil, es la misma voluntad que se necesita para empezar a corregir la ofensiva realidad de los salarios mínimos. Entrémosle a esta tarea.

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