“El motivo de la resistencia es la indignación*”

* (Stéphane Hessel)

A ustedes les debo rendir cuentas sobre la Gestión de despido que me están aplicando y que pretende poner en duda mi responsabilidad y ética personal y por ende laboral.
Debo hacerlo, igualmente, no solo por los años que tengo de trabajar y ser mi obligación como funcionaria pública, sino también por el hecho de haber aceptado desde hace unos meses ser dirigenta sindical lo que me obliga aún más a llevar una vida personal y laboral intachable y transparente.
Mi trayectoria laboral desde hace más de 30 años de servicio a esta Institución se ha caracterizado por una actitud de crítica y de propuesta, de lo que pueden dar fe no solo los documentos históricos elaborados, las calificaciones del servicio civil, expediente en Recursos Humanos sino también las y los compañeros que me conocen en La Dirección General que actualmente fungen como asesores; en la Subdirección General; Instituto Nacional de Criminología, Departamento Técnico; Direcciones de Centros y Oficinas, personal de base y fuera de nuestra institución.

Mi actividad laboral ha estado regida desde el 16 de noviembre de 1978 en que ingresé a labor al Centro Institucional La Reforma por principios éticos y morales que hasta la fecha no he comprometido por ninguna razón, motivo o circunstancia.
Hace aproximadamente dos años, al ubicarme laboralmente en el Departamento de Investigación y Estadística, luego de trabajar con personas adscritas (niños y niñas, adultas mujeres y hombres) al Sistema de tres de los cuatro programas de atención (Institucional, Penal Juvenil y Comunidad), acusé el recibo del impacto de las incomparables realidades que se vive en Oficinas Centrales vs la realidad de los Centro y Oficinas de los Programas, este impacto fue en mi determinante para tomar la decisión de elaborar una ruta crítica que permitiera incidir en los cambios que en ese momento consideraba eran necesarios, me sustentaba la experiencia que pocas y pocos funcionarios poseen en la atención de todas las poblaciones adscritas y las distintas modalidades de atención, una trayectoria laboral intachable y la formación específica en derechos humanos y educación para la paz.
Fue así como inicie la construcción de esa ruta crítica, acogiéndome a las potestades y obligaciones que como funcionaria pública me cobijan y sobre todo revisando el camino que muchos y muchas de ustedes habían transitado sin recibir respuesta, para de esta manera corregir lo que les había invalidado o visibilizado el intento . Agoté, así las instancias internas lo que vino a evidenciar que el afuera de la Institución se constituía en el espacio hasta ahora negado para el personal con altas posibilidades de incidencia en la mejora de nuestra realidad institucional.
No se conoce, en el afuera, qué, el cómo y el por qué hacemos lo que hacemos; esto fue evidente, en esos momentos, cuando a raíz de una actividad investigativa llevada a cabo por mi persona en la Reforma fueron invitadas las más altas autoridades del Poder Judicial y asistieron todas sin excepción: Fiscal General, Jefa de la Defensa Pública, Director del OIJ, Magistrado Arroyo, etc, señalando que era la primera oportunidad para la gran mayoría de visitar un centro penal y tener contacto con un grupo del personal penitenciario.
Durante este tiempo a raíz de investigación en la Reforma de carácter cualitativo solicitada por la Dirección General y el INC, cuyo objetivo era la elaboración de una propuesta de atención a las personas sentenciadas a altos montos (se adjunta Memoria del Proyecto de Investigación), fui teniendo claro que era ya no necesario sino urgente que se diera un viraje al camino por el que se estaba llevando al Sistema Penitenciario y así se lo hice saber a las autoridades superiores, como lo exige tanto la normativa reglamentaria interna a todo el personal y la ética como especialista en investigación cualitativa, lo que no fue escuchado.

No obstante tener claridad sobre en lo que me metía, reconocer mis fortalezas, e igual mis debilidades, basadas estas últimas, entre otras, en una realidad de ausencia de estructuras organizativas y solidarias entre nosotros como personal, decidí afiliarme a la ANEP, la que se había venido conformando en una aliada del personal (promovió talleres de reflexión sobre el Sistema Penitenciario, sin ser afiliada en ese entonces, me apoyó ante la intentona para que abandonara la investigación en Reforma, propuso la Convención colectiva, entre otras) aliada tan valiosa al personal del Sistema Penitenciario, como lo han sido otras instituciones, organizaciones y personas.
Nunca más iluminada como en esta oportunidad ya que las acciones de carácter administrativo en mi contra así lo demuestran. En estos momentos, como decimos, la estaría viendo más fea aún.
Esta situación y otras peores, las han y están viviendo muchos y muchas de ustedes y eso es lo que me obliga a fortalecerme aún más y ejercer todas las acciones que la ley me permita, sé que no estoy sola y así me lo han demostrado muchos y muchas de ustedes y de fuera de la Institución. Y acá le pido disculpas a los y las compañeras que han tenido que pasar por éstas y peores y les hemos dejado solas como ovejas entre lobos.
Para serles sincera esta acción, no inesperada, pero impactante de todas formas pues nadie se prepara para quedarse desempleada de un día para otro, me ha afectado profundamente, pues resulta incomprensible el que luego de más de 30 años se pretenda, no solo manchar mi hoja de vida laboral sino quitarme la posibilidad a estas alturas de mi existencia de mi modo de subsistencia, y que estén participando personas con las que he pasado duras experiencia laborales, que saben quién soy, que se ubican actualmente en puestos de jefaturas y que guardan cómplice silencio, no solo con mi persona, sino con la realidad de ustedes en los centros y oficinas.

Pero compañeras y compañeros, entre más persigan, traten de intimidar, acallar y desanimar a la organización del personal, con medidas ejemplarizantes, queda claro que mejor trabajo estamos haciendo, y resalto estamos, pues lo que no entienden los jerarcas de planta y los transitorios es que cuando un movimiento humano se inicia es prácticamente imposible detener.

No saben nuestros jerarcas que derechos humanos se construyen con luchas y movimientos sociales como el que estamos iniciando, que ningún derecho se nos ha regalado, que siempre conlleva la conquista o el reconocimientos de éstos por parte de los grupos humanos a los que no se nos aplican o reconocen: dolor, persecución y muerte y todos esos componentes han estado y aún están presentes en nuestra institución.

Actualmente nuestros jerarcas se alimentan de nuestro agotamiento emocional y físico, de nuestra urgencia de trabajar y tener la posibilidad de una mejor ubicación laboral, de los procesos de deshumanización en los que hemos sucumbido y de una clara disminución de nuestra realización personal.

Les puedo asegurar que no he cometido falta alguna, cuando mi abogado me lo permita les estaré haciendo llegar el expediente.
Para verdades el tiempo.

Me han victimizado, no me van a convertir en víctima.
Gracias a todos y todas las que me han llamado y enviado mensajes de apoyo y solidaridad.

Martha E. González Madriz
Vice presidenta Seccional Sistema Penitenciario Nacional, Por Justicia y Paz

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