Mañana es primero de enero, ¡Feliz Año Nuevo 2014! Estamos ya a un mes de las elecciones presidenciales costarricenses (domingo 2 de febrero). Igualmente, se habrá de definir la integración de la nueva Asamblea Legislativa 2014-2018.
Como votantes potenciales, aunque sin haber decidido todavía ir a la urna, de concretarse no quisiéramos hacerlo como un “rehén” de las encuestas; como “autómata” tecleado mediáticamente.
Desde la perspectiva de una entidad sindical-social de amplio reconocimiento ciudadano en la cual nos desarrollamos, caracterizada por una lucha de más de medio siglo a favor de la justicia social; queremos dar una “pista”, a manera de aporte, para definir una mejor utilidad del voto eventual.
Como creyentes en Cristo Jesús, en el humanismo cristiano y en las potencialidades de la doctrina social de la Iglesia de dar aportes para una real liberación obrera; debe uno hacer referencia al impacto que se está generando con la llegada del Papa Francisco al máximo puesto de la jerarquía católica universal. Particularmente, en el caso de la actual coyuntura electoral nacional.
En lo específico, su primera encíclica “Evangeliin Gaudium” (La Alegría del Evangelio), tiene contenidos que nos sirven de marco para caracterizar en la época de la globalización neoliberal, la realidad social planetaria, continental, regional y nacional y, en este último caso, podríamos analizar dos de los más impactantes contenidos de este importante documento papal, para ver si alguna propuesta presidencial del “menú” que se nos está ofreciendo para el domingo 2 de febrero, guarda relación con ellos.
En el caso de nuestra realidad nacional actual, estamos partiendo de que Costa Rica es el país de América Latina donde más ha crecido la desigualdad en los últimos años; y, que el Gobierno que está por salir, el de la presidenta Chinchilla, nos deja en la más grande situación de desigualdad de los últimos 26 años.
Además de que tenemos casi un 10% de personas que pasan hambre; de que a 6 de cada 10 personas trabajadoras asalariadas se les violenta, al menos, un derecho laboral fundamental; de que tenemos casos de trabajo “esclavo”, de situaciones crecientes de precarización salarial y laboral; y de que andamos ya por un 18% de desempleo.
Haciendo la extrapolación del caso a la situación nacional, entonces, el Papa Francisco apunta lo siguiente.
Por un lado: “una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!…”.
Por otro: “Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera”.
Así, analizando estos dos planteamientos de “La Alegría del Evangelio”, teniendo presente el mensaje social del Papa Francisco, podemos ensayar un “cruce” con algunas de las propuestas de orden social y económico de las diversas ofertas presidenciales que quieren nuestro voto; especialmente, aquellas que las firmas encuestadoras y cierto poder mediático definieron que vayan “adelante” en la carrera electoral. A lo mejor, el voto podría tener así un doble carácter de oportunidad: podría ser crítico y podría ser útil, a la vez.