Varios de los candidatos presidenciales están ya refiriéndose con más claridad a la cuestión tributaria-fiscal, lo que podría convertir el asunto en un tema de alta importancia en el debate por la competencia de los votos de la ciudadanía de cara a las elecciones de febrero entrante.
Ojalá fuera así pero somos bastante escépticos, especialmente porque este tipo de contiendas electorales enfatizan en mensajes “light”, como el mecanismo más “idóneo” de conseguir votos.
A pesar de ello, pensamos que es necesario recordar que el tema tributario-fiscal ha estado en nuestra agenda de lucha sindical-social desde hace bastante tiempo y que no son pocas las ocasiones en que hemos formulado propuestas al respecto.
Aprovechando que en esta ocasión los señores candidatos presidenciales Johnny Araya Monge, Luis Guillermo Solís Rivera y José María Villalta Florez Estrada están planteando más directamente el punto; la ANEP refresca algunas de sus principales propuestas en el tema de justicia tributaria, recordando, enfáticamente, que la ruta estratégica en tal sentido debe ser la de la progresividad para, de una vez por todas, abandonar el perverso camino de la regresividad: han venido pagando proporcionalmente más quienes menos tienen.
Efectivamente, en la línea de la progresividad impositiva se deben tomar medidas como las siguientes (quedando otras por mencionar), sin que el orden en que se citan obedezca a algún tipo de jerarquización:
1- Establecer un sistema de premiación por denuncia de evasión fiscal-tributaria.
2- Una ley para el permitirle a la administración tributaria acceso a las cuentas bancarias cuando se presumen ilícitos fiscales sin demérito del secreto bancario.
3- Regulación más fuerte de la banca costarricense en el exterior (banca “offshore”).
4- Un impuesto, por única vez, al patrimonio de las grandes fortunas y capitales.
5- Un ley de contingencia fiscal para gravar, por un año o dos, las erogaciones suntuarias, el consumo de lujo y la muestra abusiva de concentración de riqueza; y como forma inmediata de bajar en dos puntos, al menos, el déficit fiscal
6- Aprobación del proyecto “Pensión-Consumo”.
7- Un impuesto a las transacciones financiero-bancarias luego de cierto monto para no castigar más a los sectores medios: el impuesto “Robin Hood”.
8- Fortalecimiento estratégico de la gestión tributaria en todos sus órdenes, especialmente en el control del robo de impuestos con la contratación de 400 personas técnico-profesionales.
9- Revisión profunda del sistema de exenciones y de exoneraciones (actualmente, representando un 6% del Producto Interno Bruto PIB).
10- Pasar las contralorías de servicios institucionales a la Defensoría de los Habitantes, para incrementar la calidad del control de los recursos públicos y la facilitación de denuncia por uso indebido de toda naturaleza.
Sin duda alguna, el tema de naturaleza muy sensible pero algo está más claro que nunca: a los y las de abajo ya no se les puede quitar más plata. El país ocupa una Transformación Tributaria Estructural, una “Revolución Tributaria” pero se necesitará mucho músculo social para impulsarla de parte de quien gane la Presidencia de la República, si es que, efectivamente, quisiera enfrentar a los sectores poderosos, los del poder real, que no pagan bien sus impuestos.