Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.
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El ilustre prelado católico nos advierte que el modelo económico imperante ha sustituido a Dios por el mercado y ha convertido al mercado en su dios. Dice que se propicia la apertura de las fronteras para las mercancías, pero se cierran para las personas. Además, se promueve la privatización a bajo precio y se recompra a precios onerosos.
El Cardenal Rodríguez denuncia que “se utiliza el trabajo barato de la gran maquiladora en que nos estamos convirtiendo”. Poniendo puntos claros sobre las íes, dijo que “se quiere imponer un solo modelo, que sirve a pocos y excluye a las mayorías”. Ahondó más cuando afirmó que “se gobierna para que siga más de lo mismo. Pero el progreso no se mide por la capacidad de ir al Mall a consumir. Ya no existe el prójimo…”.
Para muestra un botón. Hemos llegado a un punto tal que el país ya se da el “lujo” de tener a uno de sus más connotados empresarios, con capacidad de comprarse un helicóptero para uso personal, gastándose nada más y nada menos que dos millones de dólares, en ese “pequeño gustillo”. En contraposición, tenemos familias que, si tienen suerte, solamente pueden hacer una comida al día; o bien, alguno de sus integrantes mayores debe quedarse sin comer para que lo poco que se tiene, lo coman los pequeños del hogar.
Frente al neoliberalismo, el Cardenal Rodríguez dijo que la respuesta está en la doctrina social católica. Agregó que existe un déficit de conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, que es un instrumento de transformación social. Podemos o no compartir esta tesis, pero, sin duda, el verdadero humanismo cristiano es antineoliberal por esencia.
El mensaje del Cardenal Rodríguez Maradiaga fue bloqueado por la mayoría de los denominados “grandes” medios de comunicación colectiva. Es lógico. Su mensaje, lleno de esperanza, es visto como amenazante y subversivo para el corrupto poder político tradicional. En Costa Rica somos testigos, y víctimas, de una alianza perversa entre lo más rancio del poder político, lo más retrógrado del poder económico y cierto poder mediático que tiene, especialmente, en la telebasura, un mecanismo de atontamiento colectivo buscando que dejemos de pensar.
De nuestra parte hemos venido sosteniendo en este espacio que el TLC que nos quieren imponer, es deshumanizado, anticristiano y ateo. El cardenal hondureño nos lo confirma con sus brillantes palabras. Para quienes creemos en Dios, la lucha contra el TLC está bendecida por Él.