Elecciones 2018, déficit fiscal y empleo público

Cada persona trabajadora asalariada del sector público, cada empleado público y cada empleada pública debe preocuparse, seriamente, de los diferentes planteamientos que ya están formulando y que próximamente presentarán de manera más insistente, los aspirantes presidenciales que se disputarán el máximo cargo ejecutivo del Estado en las elecciones generales del 2018.

No se puede otorgar el voto presidencial así porque así, sin pensar en la imperiosa necesidad de conservar el empleo en tiempos de desempleo creciente; sin pensar en el ingreso salarial cada vez más limitado, endeudado y congelado; sin pensar en las responsabilidades familiares dependientes, aunque sea en estas condiciones de empleo público inmerso en la incertidumbre y de salario demasiado comprometido y con problemas de liquidez.

¡Dejémonos de cuentos! La verdad es que hoy en día por una serie de razones que no viene al caso comentar a propósito de este artículo, prácticamente todo el pueblo trabajador asalariado vive en alto endeudamiento por diversas circunstancias; y el empleo público, aunque inmerso en ese mar de incertidumbre todavía ofrece relativa seguridad… para medio comer (en no pocos casos) y para pagar deudas (en la mayoría de los casos); además de aportar, puntualmente, en el pago de impuestos de los cuales no hay escapatoria, como los de venta y renta (cuando corresponde por nivel salarial).

Por tal razón, nuestra recomendación es tener presente las siguientes consideraciones ante el proceso electoral ya en desarrollo. Además, luego del aquelarre político-parlamentario del primero de mayo, como que hay demasiado de qué preocuparse en esto de tener condición asalariada de empleo público.

No. 1: Hágale la señal de la cruz al candidato presidencial (y/o a sus más cercanos políticos) que plantee que hay relación entre los salarios del empleo público y el déficit fiscal. Hemos demostrado muchísimas veces que no hay vínculo estructural al respecto. Esta propuesta política no debe triunfar en las elecciones de febrero del 2018. Así de contundente hay que plantearlo.

No. 2: No permita que le arrastre la matriz político-mediática de la muletilla “no más impuestos”. El político que la esté pronunciando merece su desconfianza porque el “no más impuestos” no puede concebirse como algo neutral. Incluso hay colegas sindicalistas que caen en la trampa del discurso neoliberal del “no más impuestos”.

Hay una clase de impuestos que es preciso establecer y que sí se debe apoyar; que no son los impuestos que ya paga el trabajador puntualmente y que no puede evadir (renta y ventas).

Esa clase de impuestos que sí se ocupan son los destinados a gravar las grandes fortunas, los grandes capitales, a las ganancias que son de un mismo dueño (o dueños) pero provenientes de diversas fuentes productivas, comerciales /o financieras sin aparente relación de propiedad entre sí; y que son declaradas en varias sociedades, presuntamente distintas, para engañar al fisco, aunque con marco legal de por medio que lo permite actualmente.

No es lo mismo para un único propietario o grupo de propietarios capitalistas tributar por separado sobre sus ganancias diversas que unificar éstas, quedando evidenciado el tamaño real de sus fortunas y/o fuentes de ingresos y ponerles a pagar lo que en realidad corresponde.

Se trata de establecer el impuesto conocido como renta global o universal que es un tipo de impuesto que sí necesita la sociedad y que afecta “a los y a las de arriba”, únicamente. ¡Veamos cómo el “no más impuestos” es tramposo!

No. 3: En tal sentido, hay que identificar para no darle el voto a aquellas ofertas presidenciales-electorales que tienen este discurso: “hasta que no haya empleo público no habrá impuestos”.

Aquí hay dos trampas en contra de quienes son personas asalariadas del sector Público. La primera trampa es que quieren reducir, mermar, precarizar el salario del empleo público para ir avanzando hacia los pobres niveles salariales del sector Privado en actividades relativamente similares en uno y otro sector.

La segunda trampa es para que nunca avance en el parlamento ningún proyecto de ley que cambie el sistema tributario y que ponga a pagar, como debe ser, a los que más tienen y/o que esconden, eluden o evaden para no pagar lo que les corresponde. Por ejemplo, que nunca se dé la ley de la renta global o universal.

Buscan usar el tema del salario del empleo público como escudo en contra del avance de impuestos como la renta global o universal, lo que significaría un paso adelante para transitar de un sistema tributario regresivo a uno progresivo.

Para explicarnos mejor: imagine usted un candidato presidencial de gran capital empresarial, con gran fuente de ingresos por estar en el negocio inmobiliario (por ejemplo, alquilarle edificios al Estado); y que, además, tiene inversiones en el sector financiero (el más rentable de todos los que propician acumulación de capital en el tiempo más corto).

Con el sistema impositivo actual tributa por aparte en cada una de esas actividades generadoras de sus rentas, de sus ganancias. Con renta global tendría que tributar sumando las tres fuentes pues así quedaría más evidente la enorme riqueza que tiene al verse el tamaño real de su fortuna, misma que acumula con las tres fuentes juntas, pero por las cuales hoy en día tributa por separado.

¿Cuántos políticos presidenciales, sus socios de campaña, sus financiadores estarán en la misma condición que el ejemplo anterior? ¡No son pocos! Y todos ellos hablan del plus salarial de las anualidades, del de la dedicación exclusiva, del de los riesgos, del de la prohibición y otros, como los culpables del déficit fiscal.

¿Votará usted por una propuesta electoral en contra suya, en contra de su salario? ¿Se pondría usted “la soga al cuello”, laboral y salarialmente hablando, cuando le quieren trasladan una culpa por un problema que usted no generó (el déficit fiscal); y, además, le piden apoyo electoral para llevarlos a la silla presidencial para su propio perjuicio y el de su familia…

El tema del déficit fiscal es algo serio realmente, que preocupa demasiado. Ninguna acción sindical que se precie de responsable debe mirar para otro lado en tal sentido. Pero esto se aborda desde otra perspectiva, radicalmente diferente a la de la relación con el empleo público.

¡Qué va! Con relación a ese tipo de candidaturas presidenciales debemos estar pendientes, minuto a minuto, hora tras hora, día tras día, semana tras semana y mes tras mes, de aquí a febrero de 2018. ¡Escúcheles! ¡Sígales la pista! Nosotros nos encargaremos de ayudarle.

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