¡986 millones de dólares! ¡Sí, dólares! Tan grande cantidad en colones, al tipo de cambio por estas fechas (566 colones por dólar, más o menos), nos indica de una suma gigantesca en moneda nacional: ¡558 mil 76 millones de colones! En números: 556.076.000.000.
Esos 558 mil 76 millones de colones, casi es el equivalente a dos puntos del Producto Interno Bruto (PIB), actual de la economía nacional; si consideramos que cada punto porcentual de PIB es como de 300 mil millones de colones (300.000.000.00).
¡Bueno! ¿Y estas cifras, qué? Esta enorme cantidad de dinero corresponde al total de ingresos provenientes de la exportación de banano para el año pasado 2016, según datos que aportó la Corporación Bananera Nacional (Corbana), entidad pública no estatal que se encarga de la promoción del sector bananero del país. Una información al respecto la dio a conocer el matutino La Nación, el pasado sábado 11 de enero de 2017.
Según se indica en la nota de prensa, en la citada actividad se emplean unas 43 mil personas de manera directa, la abrumadora mayoría de ellas son obreras bananeras que se desempeñan directamente en las plantaciones, en los sembradíos; personas trabajadoras asalariadas que, de sol a sol, vendiendo su fuerza de trabajo, generan la acumulación de capital tan gigante como lo es esa suma de 558 mil 76 millones de colones.
Una simple operación aritmética, digamos que sin rigurosidad científica, pero que sirve para calibrar el impacto de la fuerza obrera en la producción bananera nacional de cada una de esas 43 mil personas empleadas directamente en la misma, nos habla que cada una de ellas genera, con su fuerza de trabajo, casi 13 millones de colones per cápita.
Por supuesto que la diversidad de factores intervinientes en este proceso productivo indica que esa altísima productividad bananera corresponde a una estrategia integral que los combina; pero lo que resulta fundamental, lo esencialísimo, lo imprescindible, es la intervención de las personas obreras bananeras en la producción.
Los trabajadores y las trabajadoras de las plantaciones bananeras, en la clásica acepción del concepto trabajador, del concepto obrero, con base en las terminologías legales-judiciales, sociológicas y económicas y, por supuesto, las ideológicas; requieren una profunda reivindicación, también integral.
Ello para entroncar su estratégico rol generador de ese nivel de archimillonarias ganancias producto de la venta de su fuerza de trabajo, con la imperiosa necesidad de que tengan acceso, al máximo, de los alcances de las estipulaciones de la política de Trabajo Decente que promueve la Organización Internacional del Trabajo (OIT), política que ya es de Estado para el caso costarricense.
A la vez, que imprimirle a su labor un concepto integral de cobertura bajo los principios de los Derechos Humanos universalmente reconocidos; y, para garantizar, sin presiones ni represiones, la protección legal esencial por la única vía legítima para ello: el sindicato.
La gigantesca generación de ingresos de la actual explotación bananera nacional que (repetimos), casi es de 3 puntos de PIB, se materializa en los cantones de Sarapiquí, Siquirres, Guácimo, Matina, Limón, Talamanca, Parrita, Corredores y Palmar Sur.
En casi todos ellos y en el día a día se libra una lucha, dura y sistemática, para que haya pleno respeto a la condición obrera del trabajador bananero y de la trabajadora bananera, mediando la actividad de activistas y militantes sindicales; luchas que acuerpadas por las distintas organizaciones que les agrupan, podrían considerarse como heroicas dadas las difíciles condiciones que enfrenta su quehacer, si las comparamos con lo que les toca vivir a sus homólogas del sector público.
El sindicalismo bananero costarricense, con sus altos y bajos y a lo largo de décadas, ocupa sitiales de honor en la historia obrera y social del país. Muchas vidas sacrificadas; incontables e inenarrables sufrimientos, exclusiones, vejaciones, humillaciones y violaciones. Sin embargo, el sindicalismo bananero ¡está vivo!´.
El récord de la exportación bananera costarricense que se dio en el 2016 indica de la extraordinaria oportunidad de su potenciamiento en las nuevas condiciones sociohistóricas que estamos viviendo; camino este de potenciamiento que ya empezó a transitar una importante cantidad de sus afiliados y afiliadas, de sus dirigentes, de sus líderes y lideresas.