Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP
Habrá que decirlo, nuevamente, desde las calles de este país: ¡No más impuestos! Alvarado Quesada, con el respaldo de los partidos políticos que han venido co-gobernando con él, insiste en imponerle a la sociedad un “convenio” con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de que esta entidad le “preste” al país 1.750 millones de dólares, los cuales, si consideramos el tipo de cambio actual en 615 colones, equivalen a 1 billón 76.250 millones de colones.
Desde el mismo momento en que anunciaron que pedirían plata prestada al FMI, nosotros planteamos que el país no la necesitaba; que Costa Rica no ocupa de ningún convenio con esa institución financiera internacional, cuya trayectoria de agresión económico-financiera a los pueblos como el costarricense, es imposible de obviar. Prestigiosas personalidades, incluyendo renombrados economistas, se han pronunciado en la misma dirección: Costa Rica no ocupa de un convenio con el FMI.
Ahora, es la propia Contraloría General de la República (CGR), la que se encarga de reafirmar esta posición, “sin querer, queriendo”. El sector Público tiene plata “guardada”, de sobra. ¡Impresionante! La CGR da a conocer que hay 4 billones 300 mil millones de colones de superávits acumulados en una importante cantidad de las entidades estatales más ricas; una cifra tan grande que calculada al tipo de cambio de 615, prácticamente nos da 7 mil millones de dólares.
Solamente una posición fanática de corte ideológico es lo que impulsa a Alvarado Quesada y a la élite del alto corporativismo empresarial para la cual él gobierna, de llevarnos a una confrontación social, una nueva confrontación social, tratando de imponernos el “convenio” con el FMI.
Planteado el asunto de una manera más sencilla, no lleva lógica tener “en caja” 7 mil millones de dólares, por una parte; y, por otra, pedir prestado 1.750 millones de dólares, los cuales equivalen al 25% de la plata “guardada” por el sector Público.
Sin duda alguna, tenemos que potenciar, de la manera más contundentemente pacífica, las pasadas protestas promovidas por el Movimiento Rescate Nacional, con ocasión de la primera y fallida intentona de Alvarado Quesada de golpear a la ciudadanía con su primer paquetazo de impuestos. Recordemos que, gracias a este movimiento, la gente con propiedades de todo tipo y tamaño no está pagando 3 veces más por concepto de impuesto de bienes inmuebles.
Ahora, debemos recalcar, con fuerte voz cívico-colectiva que no aceptamos ni un punto más al Impuesto al Valor Agregado (IVA); que no vamos a permitir que sigan golpeando a la alicaída clase media que la tienen enrumbada hacia una pauperización y precarización laboral-salarial; que no aceptamos el impuesto al salario escolar; y que, tampoco estamos dispuestos a aceptar impuesto a las transacciones bancarias diarias de los sectores pobres, populares y medios; que las micro-pequeñas y medianas empresas no soportan nuevas cargas tributarias ni tampoco incremento alguno en las actuales.
Tenemos que considerar que, en la actual Asamblea Legislativa, la mayoría de las diputaciones responde a los intereses del grupo más pequeño de la sociedad: el de los mega-negocios, el de las grandes fortunas, el de los acumuladores de ganancias exorbitantes mediando el fraude fiscal en todas sus dimensiones, con ropaje legal o sin él. Muchas de las actuales personas legisladoras le deben su cargo a capitalistas que “les tuercen los brazos”, como reconoció, sin pelos en la lengua, un parlamentario gobiernista; y recordemos, también, que los dineros sucios del narcotráfico y del crimen organizado ya tienen infiltrada a la clase política tradicional.
Ya no es la búsqueda ni la promoción del bien común lo que está moviendo a la actual clase gobernante del país. Ya no es la inclusión económica ni la movilidad social ascendente lo que inspira a quienes tienen el poder que les da el control de, prácticamente, toda la institucionalidad republicana. Tengamos presente que ya no hay valores realmente socialdemócratas ni genuinamente cristiano-humanistas en casi todas las personas que, con poder de decisión en las últimas administraciones gubernativas, se olvidaron de usted y de su familia.
Han pervertido la democracia electoral. Debemos acudir a la otra democracia, la que ha conmovido los sistemas político-sociales en otros pueblos como el nuestro: la Democracia de la Calle. ¡No más impuestos! No ocupamos de un convenio con el FMI.