Ha llegado la hora de Juan Rafael Mora

Costa Rica tiene en don Juan Rafael Mora al Padre de la Patria. De la misma forma que Estados Unidos cuenta con personalidades epónimas como George Washington y Abraham Lincoln, México atesora a Benito Juárez o Argentina a José de San Martín. “Pater Patrie” solían denominar los romanos a sus héroes, estadistas y bienhechores. Fue el filósofo Antonio Zambrana quien originó tan enaltecida distinción al Presidente Mora (1814-1860).

El Poder Legislativo lleva la iniciativa en el reconocimiento al líder por excelencia del siglo XIX. En 1850 le confirió el título de Benemérito de la Patria por sofocar, sin efusión de sangre, una revolución militar. En 1857 le concedió el grado de Capitán General en testimonio de gratitud por su victoriosa conducción de la Guerra Patria. En 1876 ordenó construir un mausoleo para depositar sus restos en un santuario cívico y honrarlos con un funeral de Estado. En 1926 dispuso erigirle una estatua como Libertador de la América Central. En 1957 lo declaró Defensor de la Libertad de Costa Rica.

Ya en nuestro tiempo, la Asamblea Legislativa lo proclamó en 2010 Libertador y Héroe Nacional. En fin, en 2013 decidió celebrar a lo largo del presente año el bicentenario de su natalicio. Los objetivos de estas conmemoraciones son: que todo costarricense lo conozca y dignifique; que haya en cada cantón un espacio, plaza o vía pública nombrado en su honor; y, proyectar en el exterior la latinoamericanidad de Costa Rica personificada en las acciones y el pensamiento moristas.

El Consejo Superior de Educación acordó denominar el curso lectivo de 2014 como Año Escolar Libertador Juan Rafael Mora. La ministra de Educación Pública considera que “el ejemplo vivo de Mora debe vivir intensamente en el alma y la vida cotidiana de cada niña, niño y joven estudiante costarricense”. A los directores regionales, supervisores de circuito, directores de centros educativos y docentes, se les ha pedido programar y realizar durante este año bicentenario, como parte de las tareas educativas, actividades especiales de reflexión y homenaje al Padre de la Patria. La Semana Cívica será dedicada especialmente “a exaltar la memoria, la obra y trascendencia histórica del Libertador y Héroe Nacional Juan Rafael Mora”.

El intelectual Alejandro Alvarado –el primer rector de la Universidad de Costa Rica– enumeró atributos y méritos del Presidente Mora. Nos libertó de la esclavitud impelida militarmente desde Estados Unidos; defendió con sacrificios el imperio de nuestra soberanía; nos independizó en lo eclesiástico de Nicaragua; cimentó las bases futuras de nuestros límites territoriales. Hombre del progreso, impulsó el cultivo del café en las campiñas, al igual que el cultivo de la inteligencia en la universidad y las escuelas. Tomó a Costa Rica en los limbos del coloniaje y le infundió la conciencia de su nacionalidad. Con serenidad viril, probó en su fin trágico que era el jefe digno de las batallas que glorifican nuestra historia.

Bajo la conducción política del Presidente Mora, de 1849 a 1859 la economía progresó, la educación aumentó, la cultura prosperó, la ciencia avanzó, la salud mejoró, las instituciones se afianzaron, la prensa floreció, el Estado se fortaleció, la legislación se renovó, la empresa privada se expandió, el comercio y la industria crecieron, se fundó el Banco Nacional de Costa Rica de propiedad tripartita (inversores privados, fondos estatales y capitales extranjeros), se abrieron caminos y se construyeron puentes, la calidad de vida en villas y pueblos se elevó, la juventud encontró oportunidades de superación personal, la inmigración se fomentó, el país destacó en el concierto de las naciones, en suma, el sistema de vida en libertad de la joven república se transformó.

Modernizó el Ejército Nacional en vista de las graves amenazas, próximas o distantes, que se cernían sobre la Independencia Nacional, la soberanía política y la integridad territorial. Tuvo la entereza de convocar al pueblo y la gallardía de conducirlo personalmente en la Guerra Patria contra la invasión del filibusterismo esclavista en 1856 y 1857. Para el triunfo sobre la invasión militar, de consuno con los pueblos y los ejércitos de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, encabezó la movilización de la solidaridad hispanoamericana, convocó un congreso iberoamericano que se reuniría en San José, y concertó alianzas estratégicas en América y en Europa. La Guerra Patria por él comandada, fue el crisol en el que se fundieron definitivamente los elementos de nuestra identidad nacional. En esa gesta, el pueblo costarricense conquistó con sangre su Segunda Independencia Nacional, el derecho de ser reconocido por todas las naciones como república libre, independiente y soberana.

Dentro y fuera de CR. Un catedrático de Estados Unidos, Stephen J. Clark, escribió: “Juan Rafael Mora es la personalidad política más importante del siglo XIX en Costa Rica y, puede decirse, en todo Centroamérica. Su trascendencia en la historia costarricense quizá pueda ser comprendida más fácilmente por los estadounidenses a través de una comparación con Abraham Lincoln. Esta analogía puede basarse en los muchos paralelismos entre los dos presidentes, tales como sus modestos orígenes académicos, el rol central desempeñado por ellos en la preservación de sus respectivas repúblicas ante pavorosas amenazas militares, y el hecho de que ambos fueran asesinados poco después de alcanzar sus más grandes triunfos. El éxito supremo de la presidencia morista fue la derrota del ejército mercenario comandado por William Walker, el notorio filibustero de Estados Unidos que, bajo el estandarte del ‘destino manifiesto’, invadió varios países latinoamericanos a mediados de los años 800 con la expectativa de establecer colonias esclavistas leales a la causa de los Estados Confederados de América”.

Hasta hace poco, el Padre de la Patria era más reconocido fuera que dentro de Costa Rica. El papa Pío IX lo invistió Caballero de Gran Cruz de la Orden de San Gregorio Magno, y se refirió a él como “Dilecti Filii Illustris et Honorabilis Viri Joannis Raphælis Mora”. El Congreso de El Salvador lo nombró Benemérito de la Patria. En una galería de la OEA, Washington, hay un busto suyo; otro está en el Palacio de Itamaraty, Río de Janeiro; en Guadalajara, México, se colocó otro más en la Avenida de las Américas. Se exhiben retratos suyos en la Biblioteca Nacional de Guatemala, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela y la Galería de Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada, Buenos Aires. El historiador J. Fred Rippy escribió en Estados Unidos que “sus logros militares le proporcionaron fama imperecedera. Se transformó en el héroe nacional número uno de Costa Rica, enaltecido a nombradía eterna”.

En Madrid, la Real Academia Española acordó incorporar al DRAE la voz morista: adj. Perteneciente o relativo al pensamiento, obra o figura de Juan Rafael Mora, libertador y héroe nacional costarricense; adj. Dedicado con especialidad al estudio de la vida y las obras del héroe costarricense Juan Rafael Mora y de las cosas que le pertenecen. La ciudad de Córdoba, España, nombró una calle Libertador Juan Rafael Mora, “adalid de la soberanía de Costa Rica”.

El odio y la venganza acabaron con su Gobierno y con su vida. “Por equívocos circunstanciales fue derrocado en 1859 con el rompimiento inaceptable del orden constitucional y en 1860 fue fusilado en un crimen de Estado, que aún nos avergüenza, motivado por choques de intereses materiales y personales ajenos al bien común de la patria”, expresó la Asamblea Legislativa cuando pidió perdón con estas palabras: “Al cumplirse 150 años de su muerte, nosotros, los representantes de la nación, decidimos enmendar ambos errores que menoscaban la dignidad de la república”.

Con entereza de alma, el Presidente Mora había escrito desde su exilio en Nueva York: “El tiempo justificará mi causa, en él confío y espero con paciencia y resignación”. Cuánta verdad encierra la cántiga de Dionisio Cabal: “Ha llegado la hora de Juanito Mora”.

Dejar una respuesta