En su tercer mensaje de rendición de cuentas de la acción gubernativa a su cargo, el señor presidente Solís Rivera reiteró (por cuarta vez, nos parece) su respetuosa solicitud a la junta directiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) para que no le rebaje a toda la clase trabajadora asalariada de este país (empleo público, sector privado, asegurados por cuenta propia-independientes), un 1% de cada salario total a partir del 1 de junio; pretendiendo la Caja tapar el tortón financiero del régimen de pensiones de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM-CCSS).
Hasta el momento no le han hecho caso. La autoridad presidencial está pintada en la pared para los nueve directivos de la Caja. ¡Así parece!
Que la directiva de la Caja revierta, anule, quite esa amenaza de reducción salarial generalizada del 1%, a aplicarse en próximos días (a partir del 1 de junio), es un requisito fundamental y esencial para creer que la mesa de diálogo sobre el futuro de IVM-CCSS dejará de ser una farsa y que, en verdad, la Caja no está manipulando la buena fe negociadora a fin de que se le legitime, por un lado, esa arbitraria decisión ya tomada en contra del pueblo trabajador asalariado; y, por otro, como para que nadie pregunte qué fue lo que pasó como para que actualmente ese régimen de pensiones esté en crisis, luego del destape de un presunto hueco financiero del millón de millones de colones, ¡de un billón de colones!, conservadoramente hablando. Así lo dicen los prestigiosos especialistas que vienen denunciando semejante barbaridad.
Desde el pasado 21 de marzo, la corriente sindical Patria Justa planteó dos condiciones fundamentales para participar en ese diálogo sobre el futuro de IVM-CCSS. Precisamente lo de quitar el 1% fue una de ellas.
La otra, que más sectores debían estar en ese diálogo y, particularmente, insistimos en la participación activa y como un actor más en la mesa (no mediador) de la Iglesia Católica.
Si ambos aspectos se materializaran, entonces podríamos estar de cara a un verdadero diálogo social, transparente y altamente representativo.
Al parecer quienes sí están sentados ya en la mesa de diálogo han instado a la directiva de la Caja para que adopte, jurídicamente hablando, estas dos condiciones convirtiéndolas en acuerdo oficiales, así votados en una de sus sesiones. Pero notemos cómo la Caja concibió esa mesa de diálogo para, al final, manejarla ella porque lo que los diversos actores definan en la misma serán solamente instancias.
Por eso hemos afirmado desde el 21 de marzo que en la cancha marcada que la Caja le definió, la mesa de diálogo sería una farsa negociadora y que, por tanto, al menos, se requieren esas dos condiciones fundamentales para que pase a ser algo más real y de fuerte contenido: sin el 1% y con más y calificados actores.
Luego de la histórica homilía de monseñor José Rafael Quirós Quirós, arzobispo de San José, del pasado 1 de mayo, la Iglesia Católica estaría entrando por la puerta grande a ese diálogo social. Esto es bueno para la clase trabajadora. Pero nos preguntamos: ¿le pasará lo mismo que al propio señor Presidente en que esa “república independiente” que es la Caja no le hace caso?…
También se ha instado a la directiva de la Caja que permita la presencia del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), de la Defensoría de los Habitantes de la República, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de la Comisión Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam). Acertada instancia, decimos nosotros, pero todavía algunos relevantes sectores como el de los trabajadores y productores agrícolas quedan por fuera de la negociación, como atinadamente lo señaló monseñor Quirós.
Aunque la directiva de la Caja quitara ese 1% y aunque entraran todos esos (y otros) sectores, tan calificados al proceso de diálogo, falta un actor fundamental, de primerísimo orden e imprescindible en todo esto: ¡es usted!
¡Sí, usted! Como persona trabajadora asalariada del empleo público, del empleo privado y como persona asegurada independiente.
Repetimos: falta usted en este proceso para que ese diálogo social sobre el futuro del IVM-CCSS tenga real poder decisorio y no se quede en instancias que la directiva de la Caja pudiera no considerarlas, burlándose de la buena fe de todo mundo. Debemos pensar que vamos a tener que movilizarnos con esta finalidad y en el corto plazo.