Albino Vargas Barrantes, Secretario General (ANEP)
Escribimos estas líneas en la noche del sexto día del más impactante fenómeno social de calle desde la emblemática lucha del Combo ICE, allá en el año 2000. Se trata de expresiones populares que brotan a partir de la explosión de grandes sectores de la población que, a lo largo de los últimos gobiernos del tripartidismo neoliberal, se venían sintiendo excluidos, relegados, invisibilizados, vilmente manipulados en lo electoral y, por ende, estafados políticamente. El Movimiento Rescate Nacional recoge esa acumulación de factores, lo problematiza y logra la adhesión en la base de múltiples grupos excluidos que, al unísono se expresan en las carreteras del país.
A lo largo de los últimos años, en esta misma columna, hemos venido planteando y denunciando cómo se venía incubando el estallido social que hoy conmueve al país y que nos recuerda que somos parte de la América Latina, la región más desigual del planeta, la región de los estallidos sociales. Es más, los bloqueos en las calles nos dramatizan ser incluidos en la deplorable lista de los 10 países más desiguales del mundo. Y, además, los últimos informes del Proyecto Estado de la Nación, también lo venían alertando.
Últimamente habíamos dicho que la distancia entre el gobernante y las personas gobernadas se había ensanchado peligrosamente. ¿qué es lo que indican los bloqueos en la calle si no es esto? ¿quieren ustedes otro dato de lo que venimos planteando?, estamos a 24 horas de que las personas legisladoras de la República se trasladen a su lujosa nueva construcción, un emblemático edificio ultracerrado que, precisamente muestra eso: la distancia entre el gobernante y las personas gobernadas se hizo demasiado larga.
No intenten negarlo, ustedes, los y las de arriba, viviendo en su mundo de alto confort generaron las condiciones para el estallido social en desarrollo. Nosotros apostamos por el triunfo de la paz, pero entendiendo que la ortodoxia económica que les ha permitido vivir “ricamente”, lo fue a costa de la excesiva explotación a que han venido siendo sometidas las partes más deprimidas, económica y socialmente hablando, de nuestro país, entre otras explicaciones.
Pongámonos nada a pensar que esta especie de rebelión de los y las de abajo, ha tomado gran fuerza en las zonas costeras, en la zona sur, en la pampa guanacasteca y en las llanuras de la zona norte, así como en importantes zonas de producción agropecuaria del Valle Central; sitios de residencia de miles de compatriotas que hoy con su grito social han puesto entredicho un orden económico altamente concentrador de la riqueza.
Nunca ustedes como clase gobernante tomaron en serio la buena fe de sectores de la sociedad civil cuando ante la realidad descrita ya venían formulando propuestas. Todas fueron menospreciadas, nunca tomadas en cuenta. Y todas siguen totalmente válidas, más que legitimadas ante la magnitud de los acontecimientos en desarrollo.
Se burlaron de los episodios de lucha social del año 2018, se burlaron de los episodios de lucha social del año 2019. En esta ocasión y a esta altura de lo que estamos viendo no creemos que les quede espacio para burlarse de nuevo.
Desde la corriente sindical en la cual desarrollamos nuestra lucha social cotidiana sentimos una enorme satisfacción de haber estado a la altura de los desafíos en desarrollo, pese a nuestros errores y/o subjetividades sin sustento. Sin embargo, como promotores del concepto sociopolítico de Democracia de la Calle, hoy celebramos un nuevo episodio de expresión concreta de la misma. Su máximo reclamo actual, “no más impuestos”, tiene una importante cantidad de significados que están reflejados en muchas de las propuestas-país que hemos formulado en estos años. Ahora bien, el “no más impuestos”, necesita delimitarse categóricamente; es decir, no más impuestos para el pueblo trabajador, para las capas medias altamente endeudadas y en vías de desaparición, ni para el micro-pequeño y mediano empresariado nacional. Deben entender que la clave es (darle vuelta a la tortilla) en materia tributaria y, por ende, rechazar cualquier tipo de convenio con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La democracia de la calle, ¡otra vez se está manifestando!