Por: Albino Vargas Barrantes, Secretario General de la ANEP
Sin el más mínimo incidente de violencia, se escenificó en el corazón de nuestra ciudad capital San José, un histórico episodio de acción cívica con innegables contenidos políticos, de lo que conocemos como la Democracia de la Calle; multitudinaria manifestación ocurrida este miércoles 28 de marzo de 2024.
Como está más que constatado, Costa Rica terminará el primer cuarto del siglo XXI, año 2025, completamente desdibujada con relación a la “fama” de sociedad de inclusión social y de capas medias que se nos reconocía internacionalmente.
Hace unos semanas, los señores obispos católicos integrantes de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR), llamaron la atención a la clase gobernante (la que se ve y la que está en la sombra -que es la del poder real-), acerca de que el actual modelo de organización económica ha fracasado. Es exacto eso.
Resulta innecesario enumerar los diversos indicadores económico-sociales que arrojan las cifras del dolor y del sufrimiento, del estrés y de la ansiedad que azotan las vidas cotidianas de miles y de miles de familias de la clase trabajadora, pública y privada, con empleo fijo o sin él; como víctimas del fracaso de ese modelo de organización económica que fue señalado como culpable del desastre en que se está convirtiendo la democracia costarricense.
Ésta, caracterizada por un modelo representativo, va en retroceso producto de las corruptelas de la clase política tradicional, de sus estafas políticas cuatrienales; y ahora, víctima de las engañifas del embrionario engendro del autoritarismo autócrata que le habla a los oídos de cientos de personas hartas de esas estafas.
Creemos que el deterioro de la capacidad de mantener articulada a la sociedad mediante la democracia representativa, exige el surgimiento estratégico de la Democracia de la Calle que levanta banderas reivindicativas de inclusión social y de justicia económica por encima de las cada vez más desteñidas banderías electorales circunstanciales.
Lo que sucedió en este día histórico de 28 de agosto de 2024, cuando el presidente legislativo recibió el planteamiento cívico conocido como Pacto por la Educación Pública, mostró ese potencial articulador de la propuesta ciudadana a favor de la inclusión social y de la justicia económica pero sin mostrar colores electorales; pero sí mediando el ejercicio potente de la movilización social pacífica y organizada conocida como la Democracia de la Calle. Hoy se demostró cuán estratégica puede ser ésta; y también lo constataremos en los diversos eventos regionales previstos.
Las cinco universidades públicas, sus movimientos estudiantiles, así como notables organizaciones obreras practicantes del Sindicalismo Sociopolítico, agrupaciones gremiales de diverso orden y una amplia diversidad de nucleamientos sociales opuestos al egoísmo neoliberal lograron convocar a miles, ante los ojos atónitos del tecnócrata banquero ajeno a nuestro ADN idiosincrático.