La fuerza nace desde las comunidades

por Héctor Ferlini-Salazar

¿Hay relación entre la sustracción de un documento del Poder Judicial por parte de un mandadero de una transnacional, y la crisis de la Caja Costarricense de Seguro Social? ¿Se puede vincular la pérdida de credibilidad en la institucionalidad con el desaliento que provoca a una persona saber que cultivó la tierra pero quizá no venderá su cosecha o la tendrá que malbaratar para engañar su estómago y el de su familia, pero también, para falsear su futuro? ¿O hacer estas relaciones es forzar la realidad?… como sugirió alguien cuando trató de desacreditar mi exposición en un foro diciendo que seguramente yo podría decir que “_la crisis de la CCSS estaba relacionada con el cambio climático_”.

A propósito, ¿existe relación entre un mundo que se destruye aceleradamente (teniendo al cambio climático como una de sus expresiones) y la destrucción de un sistema de seguridad social que promovía la salud para reemplazarlo por uno que promueve enfermedades pero no puede atenderlas sino que quiere entregar las personas enfermas a la medicina privada?

¿Hay relación? ¿Hay denominadores comunes? ¿Estamos hablando de lo mismo?

Dolor y perversión están presentes en la respuesta. Dolor, porque duele haber cultivado frijoles y tener que guardarlos en su casita sin puertas pues “_es más rentable importarlos_”. Dolor, porque duele hacer fila en un EBAIS de madrugada para que, quizá, le den la atención necesaria luego de consagrar su vida a crear otras vidas y darlas, también, al sistema injusto. Dolor, porque duele no poder confiar ya en las instituciones que han sido, también, ultrajadas, violadas. Pero también hay perversión, porque es perverso saltarse reglas elementales de la vida para justificar que al país le conviene tal o cual negocio que destruye la vida, pero engorda cuentas. También es perverso inventar invasiones a otros países con argumentos falsos. Es perverso ensuciar el aire que respiramos para que la economía de un país no deje de crecer. O es perverso utilizar instituciones para fines que solo interesan a un grupo y su partido.

Entonces, ¿hay relación… entre lo que le ocurre a nuestra Caja Costarricense del Seguro Social y a nuestro Instituto Costarricense de Electricidad… nuestro Instituto Nacional de Seguros, nuestra agricultura, nuestras escuelas y colegios, nuestro sistema judicial, nuestra naturaleza…?

¿Hay grupos de poder aquí y en el mundo que han impuesto ese rumbo pues no les interesa que esas instituciones existan ni se desarrollen? Su visión perversa, su propuesta política y su ideología perversa les hace justificar todo en nombre de una palabra que debería ser sagrada: desarrollo.

Lamentablemente lo que ocurre en una y otra institución no es casualidad; obedece a un plan claro, controlado y eficiente. Cuenta con muchos recursos, los que sean necesarios, y se sustenta en una cultura dominante alimentada por el poder mediático, en el poder militar, y en un motor financiero aunque sea artificioso.

Fuerza social transformadora

Ante ello, necesitamos desarrollar una fuerza social transformadora que cambie ese rumbo. No es con capacidades individuales que lograremos esa nueva ruta que nos lleve a rescatar y profundizar nuestro sistema se seguridad social y nuestro sistema político.

Esa fuerza social transformadora, si logramos desarrollarla, erradicará una de las características actuales del movimiento social que, precisamente, forma parte de ese plan claro, controlado y eficiente: la dispersión.

Esto no implica lograr una agenda única, lo cual no solo considero imposible, sino equivocado si nos limitamos a ella. Imposible pues las agendas únicas siempre serán coyunturales y una lista acordada hoy cambiará mañana con nuevas prioridades o nuevos temas por agregar. Equivocado, pues cada comunidad o grupo tiene sus prioridades legítimas. ¿Cuáles temas excluir de la agenda única? ¿Cuáles dejar para después dadas las limitaciones de recursos y personas comprometidas? ¿Qué es primero, la lucha de una comunidad contra la mortandad y la contaminación provocadas por un botadero de basura o evitar una concesión que favorece negocios particulares confiscatorios de derechos? ¿A qué le damos prioridad, a rescatar la CCSS que quieren destruir para favorecer el negocio de la enfermedad, o a atender la angustia de la pesca artesanal o de la agricultura donde se ve a hijas e hijos de esas familias enflaquecer y llenarse de enfermedades?

Lo que necesitamos es descubrir los denominadores comunes, los elementos que nos unen, como base para construir esa fuerza social transformadora. Repito, el tema no es, solamente, de agenda única, sino más bien, de coincidir en valores y procesos. Las agendas comunes son necesarias en determinados momentos, como fue la lucha contra el TLC con Estados Unidos de América; hay muchos otros ejemplos, pero las agendas únicas serán insuficientes y muchas veces imposibles o incorrectas por excluyentes. También, las agendas únicas no garantizan permanencia y constancia, como lo demuestra el mismo caso de la lucha contra el TLC. Amplío:

La construcción de una fuerza social transformadora que oriente al país por la ruta que da prioridad a las personas y a la vida, implica dos ingredientes claves:

– Elevar la consciencia del pueblo, esto es, desarrollar un proceso educativo para logar una clara comprensión de los problemas, sus causas profundas, y las soluciones.

– Elevar la calidad organizacional, lo cual implica, más gente participando conscientemente en las organizaciones sociales, y mejor articulación entre los grupos.

Ambos elementos, conjuntamente, hacen posible el desarrollo de un movimiento social, esto es, no mucho accionar aislado y disperso de muchas organizaciones sociales, sino articulación con base en:

a) Una visión estratégica o valores: democracia participativa, buen vivir…
b) Procesos: empoderamiento, articulación…

Ello hará posible lograr lo que no tuvimos en el proceso contra el TLC: permanencia y constancia.

Algunas personas, cuando se habla de esto, piensan en procesos largos, en décadas, y argumentan que tenemos problemas urgentes y no podemos esperar. Lo cierto es que la efectividad del proceso, -si es lo que interesa, depende de que encontremos las claves ciertas. En nuestro pueblo hay madera seca, no solo por el descontento generalizado, por la indignación, sino además, porque hay una rica experiencia organizativa, no partimos de cero; podemos hacer un recuento y lo confirmaremos.

Tampoco partimos de cero en cuanto a consciencia: nuestro pueblo es sensible ante el tema ambiental, en relación con la defensa del sistema de seguridad social, y de sus derechos políticos. Estos son temas centrales que muestran una potencialidad importante. Pero tenemos que transformar la indignación en consciencia. Elevar la consciencia a compromiso. Poder así convertir la desolación en esperanza. Ofrecer certeza estratégica, es decir, un rumbo cierto y viable.

La fuerza nace desde las comunidades

La misma experiencia del proceso del referendo sobre el TLC, mostró que la fuerza principal venía desde las comunidades. Así mismo, es claro el papel clave que en ello jugaron los comités patrióticos. Esta propuesta no se orienta a inventar algo nuevo, sino a recuperar esa rica experiencia.

Si coincidimos en que es necesaria una fuerza social transformadora para arrebatar la dirección de la sociedad a los grupos de poder basados en la mezquindad y la depredación, y que para desarrollar esa fuerza social transformadora requerimos elevar la consciencia del pueblo y la articulación del movimiento social, entonces consideremos la siguiente propuesta concreta:

1. La dirección de la sociedad es posible arrebatarla a los grupos destructores del buen vivir mediante las elecciones. Para ello es necesario el accionar de partidos políticos, pero confrontar la vida de la gente con las falsedades del poder actual es una tarea del movimiento social. De esa confrontación (realidad contra falsedad) surge la consciencia social y política, luego de lo cual, cada persona puede hacer una elección del partido que mejor le representa.

2. Elevar la consciencia social y política implica provocar rupturas con la cultura dominante que muestra el actual orden como el único viable, seguro y legítimo.

3. Provocar rupturas culturales para elevar la consciencia del pueblo es una labor fundamentalmente comunicativa/educativa. Esto implica tener presente que en la comunicación/educación deben considerarse siempre dos elementos: a) la calidad y claridad del mensaje b) la disposición a escuchar, es decir, la receptividad. Ambos elementos tienen que ver con el fondo del mensaje, pero de manera especial en el contexto de hegemonía cultural, también con la forma. Muchos mensajes son una expresión de autosatisfacción que se tornan en un regalo para la misma cultura con la cual se desea provocar rupturas.

4. Si encontramos denominadores comunes que unan el accionar de las distintas expresiones del movimiento social, y también de los partidos políticos que se sienten vinculados a él, podremos generar una dinámica que derivará en consciencia y mejor articulación de las organizaciones. Propongo, por ejemplo, los siguientes denominadores comunes para nuestro trabajo ahora disperso:

a. Valores: Democracia participativa / Buen Vivir / Transparencia institucional
b. Procesos: Empoderamiento / Articulación

La propuesta implica desarrollar procesos de comunicación/educación en las comunidades en relación con esos valores y procesos, comunes a toda lucha.

5. Las agendas únicas, en este contexto, como se ve, adquieren otra connotación dado que el enfoque no se centra en ellas, pues siempre serán coyunturales, mientras que valores y procesos son elementos estratégicos y deben estar presentes en todo nuestro accionar, siempre. Los valores como elementos de contenido, los procesos como guías metodológicas.

6. Trabajar con estos denominadores comunes, permite que cada quien lo haga desde su autonomía, pero a la vez, ese accionar autónomo tendrá implícito un mensaje unitario.

7. ¿Dónde trabajar con estos denominadores comunes? En cada espacio: el centro de trabajo, el centro de estudio, el grupo de amistades, la familia, pero de manera especial, en las comunidades habitacionales por una característica de intimidad y pluralidad no presente en los otros espacios signados por la autoridad de alguien o por estereotipos acerados. En la comunidad, no en la casa, la autoridad es difusa, lo cual posibilita el afloramiento de esa pluralidad que es germen de una sociedad nueva, donde la exclusión no puede ser la norma. Por ello titulamos La fuerza nace desde las comunidades.

8. El trabajo comunicativo/educativo en cada comunidad, con base en esos valores, y orientado a lograr procesos de empoderamiento y articulación, germinarán en consciencia social y política, pero además, en instrumentos claros, valga decir, en fuerza, para aportar en la definición de agendas y demás propuestas de los partidos políticos, mediante los cuales, ese movimiento social, podrá llegar al poder y construir, ahora sí, una sociedad a su imagen y semejanza. El elemento del pluralismo, en tanto movimiento social, no podrá estar ausente de ese gobierno de nuevo tipo.

En este sentido, el movimiento social no podría imaginar un gobierno que no sea resultado de un espíritu ecuménico, unitario, pluralista, como es su semilla en tanto movimiento social. La condición de movimiento social, a su vez, determina que pluralismo no implica que los grupos destructores de la vida tienen cabida o reciben complacencia.

9. Esa convicción de que la fuerza nace desde las comunidades, se arraiga en que la comunidad tiene una potencialidad, -es necesario reconocerlo, mayor que el sindicato, que el grupo de mujeres, que la organización estudiantil, que la agrupación ecologista…. para nuclear fuerza social transformadora… atraer a quienes aun no se han organizado.

Esto tiene que ver con el elemento expresado arriba de la ausencia clara de una autoridad y de estereotipos, pero además, con la forma de relacionamiento horizontal por intereses unánimes.

10.
Para desarrollar esa fuerza social transformadora que nace desde las comunidades, el movimiento estudiantil puede aportar su compromiso natural con la búsqueda de la verdad, el movimiento juvenil su sentido de futuro, el sindicalismo su mayor organicidad y su sentido de clase, las mujeres su lucha por la equidad que las convierte en una fuerza incontenible por naturaleza, el ecologismo su compromiso con la vida, el movimiento artístico su capacidad de comunicar y su potencial convocante sin par.

Sumemos lo siguiente: si tomamos las últimas tres elecciones nacionales solamente como recurso estadístico, llegamos a la conclusión de que hay unas seiscientas mil personas votantes que consistentemente no quieren continuar con el rumbo que ha impuesto el grupo dominante. Sin considerar el abstencionismo, fenómeno muy significativo políticamente pues no expresa credibilidad en el sistema sino todo lo contrario, tenemos que existe una cantidad importante de personas que se pronuncian en las elecciones por una ruta distinta al neoliberalismo.

Ese dato, sin entrar a analizar enfoques, habla de que la mayor parte de esas más de 600 mil personas no participan en ninguno de los movimientos citados en este párrafo. ¿Dónde pueden tener más facilidad estas personas para hacer su aporte al desarrollo de una fuerza social transformadora si no es en sus comunidades? ¿Pueden esas personas, en sus comunidades, multiplicarse?

Entonces, si organizaciones sociales, activistas sociales, personas votantes disidentes suman su esfuerzo, podríamos hacer emerger desde las comunidades una fuerza social transformadora que, aunada al esfuerzo enfocado en temas concretos de todas las organizaciones sociales, sentarían las bases para un cambio real a plazo no lejano.

Pero hay que deponer intereses particulares y sumar. Cada uno de los movimientos citados y otros pueden contribuir, con programas claros, a desarrollar esa fuerza social transformadora que nace desde las comunidades. La diversidad de enfoques no debe preocuparnos si cada quien aporta en la idea de compartir los denominadores comunes propuestos. Los valores como elementos de contenido, los procesos como guías metodológicas.

Este es el enfoque que he impulsado desde el Comité Nacional por el Rescate de la Seguridad Social entre mayo y noviembre del 2011. Espero continuar en el 2012. Más de 200 actividades en seis meses en todo el país muestran propuesta y acción.

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