La prensa oligárquica-neoliberal, la de los latifundios mediáticos, como vocera ideológico-política de los grandes consorcios corporativo-empresariales, nacionales y transnacionales, está en guerra abierta contra los sindicatos.
A esta altura del desarrollo de la campaña de agresión psicológica y de terrorismo ideológico desplegada en torno al tema del Empleo Público, no cabe la menor duda de la afirmación que da título al presente artículo.
Nos ha llamado mucho la atención que esos latifundios mediáticos se están inspirando en los macabros principios de la propaganda establecidos durante el régimen de la Alemania nazi, por parte del Ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels; ambos, por cierto, de los peores criminales genocidas de toda la historia de la Humanidad.
Por ejemplo, en el “Principio de simplificación y del enemigo único”, Goebbels postuló: “Adoptar una única idea, un único símbolo: Individualizar al adversario en un único enemigo”.
En el estado actual del desarrollo de la confrontación y de la polarización que está viviendo nuestra Patria, los latifundios mediáticos del capital les han aplicado a los sindicatos el principio de simplificación y del enemigo único; avanzando a perversidades de más alto nivel, al centrarse en unas pocas personas líderes, como los seres de carne y hueso que deberían ser “exterminados”: en lo político, en lo civil y hasta en lo físico (de ser necesario, como se plantea en algunos casos en las redes sociales).
Otro principio “goebbelsiano” de la propaganda mediática que emplea este tipo de prensa es el “Pincipio del método de contagio”. Aquí Goebbels indicó: “Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo: los adversarios han de constituirse en suma individualizada”.
En estos momentos, son las personas empleadas públicas quienes calzan, según este macabro enfoque mediático, en el principio del método de contagio. Los empleados públicos son “los enemigos” de la sociedad costarricense. Son los únicos con “prebendas”, “gollerías”, “privilegios” y “beneficios”. A los empleados públicos, como suma individualizada, debe aislárseles, excluírseles, estigmatizárseles y exponerlos a una confrontación abierta con sus pares de clase del sector privado; pero ya con estos plenamente intoxicados y envenenados de odio social.
La aplicación mediático-ideológica del anterior principio “goebbelsiano” propicia la puesta en práctica de este otro: el “Principio de unanimidad”. En este caso, para Goebbels hay que “llegar a convencer a mucha gente que se piensa ‘como todo el mundo’, creando impresión de unanimidad”.
A esta altura de la campaña mediática “goebbelsiana” ejecutada por los bien conocidos latifundios mediáticos ticos (básicamente, de prensa escrita y televisiva), según ese principio de unanimidad, el principal problema del nacional es el déficit fiscal y este es generado por los salarios que ganan los empleados públicos.
Nuevamente, destacamos la concatenación del principio de unanimidad con este otro postulado propagandístico “goebbelsiano”: el “Principio de la silenciación”, el cual plantea “acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario”.
Luego de la imposición totalitaria en la conciencia ciudadana de que el déficit fiscal se debe a los salarios de los empleados públicos, aplicando el principio de unanimidad, se encadena este al principio de la silenciación: ¡Jamás de los jamases¡, debe haber, por ejemplo, grandes reportajes, informaciones, investigaciones de prensa sobre el robo de impuestos en todas sus magnitudes y modalidades, sobre el festín de las exenciones y de las exoneraciones, sobre los escandalosos niveles de concentración de la riqueza y sus manifestaciones visibles ni mucho menos, sobre la naturaleza de injusta regresividad del sistema tributario nacional.
Todo esto y otros aspectos de similar naturaleza son las verdaderas razones, las fundamentales, del problema del déficit fiscal. Pero de nada de ello hay que hablar, pues se violentaría el principio de la silenciación y no se le puede dar ventaja alguna al adversario, como lo postuló Joseph Goebbels.
La prensa del capital, enemiga acérrima del sector Público, de quienes laboran para este y de las organizaciones (entre ellas, los sindicatos), que les representa, al emplear los indicados principios se inspiran en la matriz fundamental del concepto de propaganda que tenía el nefastamente celebérrimo ministro de Hitler: el “Principio de la orquestación”. Veamos:
“La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Miente, miente que algo queda… Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
Nos faltó comentar sobre estos otros principios de la propaganda según Goebbels: el de la transposición, el de la exageración y desfiguración, el de la vulgarización, el de la renovación, el de la verosimilitud, el de la transfusión. Trataremos de hablar de ellos próximamente. Evidentemente, la lucha que se está desplegando es brutalmente desigual.