La mezcla de religión y política: ¿qué paso?…

Escribimos este breve comentario sobre el resultado final de la elección presidencial en segunda ronda, a menos de veinticuatro horas de que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), informara de que don Carlos Alvarado Quesada, ganó la dura contienda que tan intensamente hemos vivido en las últimas semanas y meses, convirtiéndose en el próximo Presidente de Costa Rica para el período 2018-2022.

Mucho se ha de escribir al respecto y, obviamente, desde distintas perspectivas, todas las cuales, por supuesto, cargadas de subjetividad. Politólogos, sociológicos, antropólogos sociales, psicólogos, educadores, economistas, abogados, historiadores, teólogos, periodistas…, expondrán sus respectivas valoraciones sobre un proceso electoral y su resultado final que, prácticamente, nadie pudo atinar en la dimensión en que se manifestó.

La perspectiva nuestra, igualmente, es subjetiva y como ya bien supuso usted, con lente sindical. En tal sentido, tenemos muchas consideraciones en mente.

Por ejemplo, hoy le compartimos ésta. La peligrosa mezcla de religión y política tuvo repercusiones por todo lado. El voto religioso-católico jugó, al final, un papel crucial. A pocas horas de la votación, nos parece que se “quebró” la alianza (tácita) que habían forjado desde finales del año pasado, tanto la federación de iglesias evangélicas como la iglesia católica, para oponerse al matrimonio igualitario y/o al asunto de las guías de educación sexual. Tal alianza se trasladó a la contienda electoral misma, ya en la cotidianeidad de su intenso, polémico y confrontativo desarrollo.

Sin embargo, en determinado momento se presentó un severo clivaje imposible de tolerar por parte de la cúpula eclesial católica, cuando se hizo pública la opinión del pastor-mentor de don Fabricio, el señor Ronny Chaves y su concepción acerca del papel en nuestra sociedad de la sagrada expresión de fe católica en nuestro país, representada en la Virgen de los Ángeles, “La Negrita”, la Patrona de Costa Rica, como la conoce el pueblo.

Una más que sesquicentenaria expresión de espiritualidad católica de tanta profundidad en el alma nacional y tan emblemática del ser costarricense, no toleró una transgresión por fines electorales de tanta virulencia y, por tanto, el evangelismo-partido político “lo pagó caro”.

No nos consta que se hubiese dado una posición oficial de la cúpula católica nacional en tal sentido. Sin embargo, si nos llamó poderosamente la atención un mensaje que circuló pocas horas antes de las votaciones, firmado por el respetado sacerdote Luis Alejandro Rojas, clérigo bastante cercano al dinamismo cotidiano de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).

Quizás usted ya lo leyó pues las redes sociales fueron un intenso campo de batalla de esta especie de guerra santa que fue el proceso electoral que nos ocupó y preocupó a todos. Aquí va textualmente ese mensaje:

“El Sacerdote Luis Alejandro Rojas hace una aclaración importante a todos los Católicos. El poder político en manos de grupos evangélicos fundamentalistas es nefasto para los pobres. Estos grupos evangélicos neopentecostales se orientan por la “teología del bendecido, prosperado y en victoria”, muy afín al capitalismo, que tienen como meta la acumulación de riqueza material, porque la consideran una retribución por parte de Dios a la persona moralmente buena. En América Latina siempre que se ha unido el evangelismo y el poder político, terminan favoreciendo a los sectores económicamente poderosos e impulsores del neoliberalismo. Eso sucedió en Perú cuando llevó a Fujimori al poder. Hubo privatización de empresas estatales, más pobreza y corrupción. Y está sucediendo en Guatemala con un presidente Pastor evangélico. Lamentablemente, mucho Católico votó por Fabricio en razón de lo mandado por la CIDH y la ideología de género. Ahora, se anuncia una alianza entre los evangélicos y los neoliberales de Liberación y otros partidos que defienden el capital. Recordemos lo que ha sucedido en la Asamblea Legislativa, entre Liberación y Pastores, a la hora de aprobar leyes. Esa alianza será en contra de los pobres y la fe católica. Espero que se REVIERTA el voto de los católicos que piensan que, por los temas de ética sexual, la Iglesia oficialmente está apoyando a Fabricio y NO es así”.

¡Contundente! Sin duda alguna, la feligresía católica costarricense, oficial y/o extraoficialmente, recibió línea para votar por don Carlos Alvarado Quesada; o, votar contra su contendor, don Fabricio Alvarado Muñoz.

¿Eso está bien? ¿Esto está mal? Usted lo puede juzgar mas quien esto escribe, por haber votado en blanco considerando para ello la similitud de pensamiento económico de los equipos asesores de los señores Alvarado, lo planteamos para el debate.

Lo que sí pareciera provocar es pensarse dos consideraciones derivadas de la que acabamos de plantear. Una: La necesidad de que tengamos un Estado laico para una separación jurídico-institucional del vínculo constitucional actual, Iglesia Católica-Estado; tesis que incluso es avalada por el propio papa Francisco. Adicionalmente, cómo puede el sistema jurídico de partidos políticos seguir considerando la propiedad de formaciones partidarias de orden religioso para las competencias electorales por venir. ¿Se rebasó ya la frontera permisible para una sociedad que mostró cuánta degradación puede mostrar en el combate inter-religiones?

Dos: Algo más terrenal. ¿Alguien estaría pensando en estos momentos una reedición, guardando las dimensiones de espacio y tiempo, del proceso político nacional de los años 40 del siglo XX anterior?, considerando algunas de las principales manifestaciones que, de manera directa o indirecta, generaron el triunfo del señor Carlos Alvarado Quesada?… ¡Mucho para reflexionar!

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