Hoy 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, conmemoramos la lucha de las mujeres por alcanzar el disfrute de Derechos en igualdad de condiciones. Lo que aparentemente comenzó, con la lucha de las trabajadoras de una fábrica textil, en Estados Unidos y que murieron en sus puestos de trabajo, en defensa de sus derechos y reivindicando mejoras en sus condiciones de trabajo y que lo pagaron con su vida. Hasta hoy, más de 100 años después, las mujeres tenemos un largo recorrido de logros, pero, persisten diferencias, desigualdades y crímenes contra nosotras que todavía siguen impunes, como el femicidio, la violencia, la mutilación del clítoris, la trata de personas, la prostitución infantil, etc..
Hoy en Costa Rica, aún teniendo algunas leyes, que favorecen la aplicación de medidas de igualdad, lo cierto es, que la discriminación persiste con una profunda raíz cultural, arraigada en lo más recóndito de nuestra sociedad, y seguimos siendo ciudadanas de segunda categoría.
Caminar hacia una sociedad más democrática, inclusiva, respetuosa y justa, supone de forma inequívoca, avanzar en el reconocimiento y respeto de los derechos económicos, sociales, culturales, sexuales y reproductivos e ir a una mayor igualdad en el acceso a los servicios de educación, salud, vivienda, seguridad social, empleo.
La igualdad y el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres tienen como condición, nuestra autonomía en la vida privada y pública. Lo que supone generar un marco político que logre la igualdad de condiciones, entre mujeres y hombres, para la participación en cada uno de los ámbitos y para ello es necesario que sean compartidas las tareas reproductivas y de cuido, que se garantice el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, se avance y se culmine con la legalización y regularización la fecundación in vitro y se logre una convivencia sin ningún tipo violencia, mejorando la visión y abordaje de esta, de forma integral, generando los recursos y servicios adecuados para la prevención de la violencia y la atención a las víctimas, y ejecución de la justicia pronta, así como adecuando la penalización de los delitos de violencia contra las mujeres.
Sin lugar a dudas, para llegar a un mayor nivel de igualdad, es necesaria la autonomía económica y por tanto, el pleno empleo de las mujeres, que es, hoy por hoy, uno de los mayores déficits en nuestro país, pues la tasa desempleo de las mujeres supera el 10% y la tasa de ocupación es aproximadamente la mitad que la de los hombres, a pesar de que las mujeres están mejor formadas, ya que, un 39.8% de las mujeres tiene secundaria completa frente a un 29% de los hombres. Es altamente preocupante que las mujeres alcancen hasta un 34.5% de la población sin ingresos. Resaltar que el 18.3% de las mujeres jóvenes ya son madres. Así como la desregulación de las trabajadoras y el alto nivel de informalidad, en la que se encuentran muchas mujeres, podríamos decir, que la informalidad también tiene rostro de mujer.
Tampoco podremos hablar de igualdad en tanto que las mujeres no participemos en los procesos de la toma de decisiones, y en este aspecto, a pesar de contar con una ley de paridad, que debe garantizar la participación de las mujeres en las estructuras políticas, sociales y sindicales, lo que es cierto, es que la mayoría, a pesar de estar en los órganos de dirección, la toma de decisiones y al más alto nivel nacional, va en descenso, por ejemplo, a pesar del paulatino incremento de las mujeres en la Asamblea Legislativa, en el último proceso electoral las diputadas electas han descendido un 5%.
En los derechos laborales, tenemos que reconocer que el pasado año, la labor realizada por las organizaciones sindicales y con el acompañamiento de otras organizaciones, dio el reconocimiento y el acceso a derechos a muchas mujeres como la Protección Social, la Libertad Sindical, la Negociación Colectiva entre otros, con la ratificación del Convenio 189 de la OIT, en el que reconoce el Trabajo Doméstico y por tanto reconoce los derechos de muchas trabajadoras y que además en nuestro país, tiene un componente importante, como es, la migración. La ratificación de este convenio tiene tanta importancia, porque las reconoce como trabajadoras y por tanto, regula la relación laboral de estas y sus patronos, poniendo de manifiesto la necesidad de reglamentar la jornada, el salario, las condiciones de trabajo, de forma que no se cometan abusos contra estas trabajadoras en un entorno que les hace más vulnerables, pero todavía queda mucho que hacer como es, entre otras cosas su sindicalización.
Ahora bien, todavía queda trabajo que hacer, avanzar en el reconocimiento de los derechos sindicales y laborales de las trabajadoras, garantizar un puesto de trabajo seguro, en el que no se vaya a sufrir violencia, acoso o incluso la muerte, se hace necesario, abordar de forma integral la violencia contra las mujeres en el ámbito laboral, asegurando una buena formación en salud ocupacional y poniendo en marcha los mecanismos que faciliten y aseguren la seguridad de estas y la erradicación de esta lacra.
En un día como hoy, no se puede obviar, la necesidad de acometer medidas que favorezcan un salario igual, por un trabajo de igual valor. La brecha salarial sigue siendo una discriminación que persiste en nuestro país, establecida entre un 30 y un 20% en función de las categorías profesionales y el nivel de estudios.
Desarrollar políticas que favorezca la conciliación de la vida laboral y personal de forma que las mujeres no tenga la carga de la doble o triple jornada.
Desde las organizaciones sindicales convocantes queremos hacer un llamado al conjunto del Movimiento Sindical para que practiquemos y pongamos en marcha acciones, que garanticen los derechos de las mujeres y podamos seguir avanzado en la defensa de los derechos de mujeres y especialmente de las mujeres trabajadoras, logrando ciudadanas con plenos derechos. La incorporación de las mujeres en todas las estructuras de las Organizaciones Sindicales, se hace necesario, en la medida, que debemos llevar a la Negociación Colectiva las expectativas, necesidades, realidades y demandas de las mujeres y sus diversidades.
Por otro lado, las Organizaciones Sindicales deben ser el reflejo de la sociedad y por tanto en ella se ha de dar la plena participación de las mujeres en igualdad de condiciones, por ello, debemos acometer también cambios en las estructuras sindicales que consoliden los avances que en otros ámbitos se están dando.
Lo que buscamos, lo que plateamos y por lo que luchamos, es, por una sociedad justa, inclusiva, respetuosa; donde mujeres y hombres, en todas sus diversidades, compartan oportunidades y disfruten de los derechos en igualdad.
Agradecemos a todas y cada una de las mujeres que a lo largo de la Historia dedicaron su tiempo, esfuerzo y conocimiento para avanzar en esta lucha y a las que hoy, desde su lugar de trabajo y desde el anonimato contribuyen para que las mujeres podamos lograr más niveles de igualdad y de libertad.
RESPETO A LOS DERECHOS DE TODAS LAS MUJERES
MUJERES UNIDAS Y SINDICALIZADAS PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS LABORALES.