Miguel Ángel en “Perrera”

La degeneración del mismo produjo a Miguel Ángel Rodríguez y a todos los que como él, están acusados y detenidos (en la casa o en la cárcel), por las situaciones ya de amplio conocimiento ciudadano.

La acción de la justicia, a cargo, en primera instancia, del Sr. Fiscal General de la República, Lic. Francisco Dall`Anesse,, es ejemplarizante y digna de encomio. Sin embargo, se va a quedar corta si no ocurren transformaciones legales estructurales, para que en el futuro no haya más “Migueles Ángeles”; o para reducir al mínimo la aparición de casos tan vergonzosos y repugnantes como los que estamos viviendo.

La raíz de todos estos acontecimientos de corrupción, de tráfico de influencias, de compadrazgos, de licitaciones y de concesiones amañadas, está en el desarrollo de una poderosa red de tráfico de influencias generada al amparo del sistema de repartición de cargos públicos en las instituciones, conocido como Ley 4-3; entre otras disposiciones legales y administrativas diseñadas para su degeneración moral y ética, como lo estamos sintiendo en carne propia.

Miguel Ángel Rodríguez Echeverría no es el problema; el problema es el sistema bipartidista que se corrompió y que abjuró de los principios filosóficos del bien común, enraizados en la filosofía socialcristiana y en la filosofía socialdemócrata.

El largo brazo de la ley será amputado si no ocurren esas transformaciones estructurales en el sistema de elección de las junta directivas de las instituciones. Si no de establece la obligatoriedad de hacer públicas sus sesiones deliberativas.

Además, si no se modifica, sustancialmente, la ley de la contratación administrativa; si no se establece un sólido proceso de rendición de cuentas. Si no se cambia la forma de financiación de las campañas electorales y el control riguroso de los aportes, entre otras necesarias modificaciones sustanciales que permitan el desarrollo de una nueva democracia que refuerce y que inmunice en buena medida, la institucionalidad republicana que hoy vemos lesionada.

Bienvenida la acción de la justicia, tal y como lo estamos presenciando. Enhorabuena por la restauración moral de la república y por la recuperación de la deteriorara imagen que hemos estado transmitiendo al mundo, especialmente a la América Latina. Costa Rica está dando un gran ejemplo de lucha decidida contra la corrupción.

Pero, repetimos, no basta. La degeneración política y ética del actual sistema político bipartidista es la causa profunda y estructural de la corrupción. Ese sistema es incapaz de cambiarse a sí mismo, lo cual indica que se ocupa de una nueva generación ciudadana en la política costarricense, que sí tenga la autoridad moral y el convencimiento pleno para impulsar los cambios requeridos.

San José, 16 de octubre de 2004.

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