Navidad, pobreza y clientelismo

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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Solamente le pedimos a Dios, Nuestro Señor y a su hijo unigénito, su hijo único, Jesucristo, cuyo nacimiento celebramos mañana 25 de diciembre, que le dé salud y bienestar a usted, a las personas que usted ama y quiere; a la gente de la clase trabajadora y a la gente del pueblo; a nuestros detractores, calumniadores y adversarios.

A pesar de tanto agravio, infamia y burla que se ha generado en contra nuestra por la naturaleza de nuestra lucha a lo largo de todos estos años, no hay espacio en nuestro corazón para el odio ni el rencor. Igual para ustedes, los de arriba, que tienen mucho y que acumulan tanto poder, económico y político, nuestra paz interior no da fundamento para desearles ¡Feliz Navidad!.

Reflexionar sobre el nacimiento de Jesucristo, el Jesús de Nazareth, es una obligación ética ineludible para quienes, desde los diversos ámbitos en que nos movemos, hemos abrazado la causa de la lucha sin fin por la justicia social, la solidaridad, la equidad, la fraternidad y la paz.

Ligado profundamente a ello está el compromiso, de profundo sentido cristiano, de la lucha por la gente pobre, por aquellos hombres y aquellas mujeres que siendo de este lado de la acera, tienen las peores condiciones de vida, están excluidos de los beneficios del crecimiento económico y sufren las más odiosas manipulaciones en razón de su deteriorada situación social y económica.

Jesús de Nazareth nació en la más inmensa pobreza, creció en ella y ya adulto militó contra ella, luchó contra la acumulación de riqueza y se lanzó a una especie de guerrilla social cuando instó a sus apóstoles a abandonar todo lo material para predicar la buena nueva, la de la bienaventuranza de quienes sufren.

Estamos plenamente convencidos de que en el caso costarricense, existen las condiciones materiales para la desaparición de la pobreza. Nos fue heredada una institucionalidad pública que todavía es fuerte pese a los ataques de la corrupción neoliberal y sus gobiernos de turno. Resulta inadmisible, por ejemplo, que al final de año, haya instituciones que terminen con sobrantes (superávit) en sus arcas porque no fueron capaces de ejecutar todos los recursos financieros disponibles a lo largo del año. Sin duda alguna esto es un crimen social en contra de los preferidos de Jesucristo: los pobres.

Está más que claro que el actual sistema político, hegemonizado por la alianza corrupta del bipartidismo histórico (Liberación y Unidad más sus turecas de coyuntura), necesita que la gente pobre siga en la pobreza porque es una fuente “inagotable” del clientelismo que les permite “ganar” elecciones, desde las municipales, pasando por las diputadiles y hasta las presidenciales. Por tanto, la superación estructural de la pobreza en Costa Rica pasa, necesariamente, por la superación del corrupto sistema bipartidista PLUSC.

Es la gente pobre la que resulta más fácil de manipular con latas de zinc, sacos de cemento, bonos, diarios, etc.; para comprarle sus votos. Esto fue lo que les permitió, o al menos ayudó, a los “calderones”, “chemas”; “miguelángeles”; “abeles” y “arias” y a todas sus respectivas pandillas políticas, hacerse con el poder para beneficio propio, a lo largo de estos gobiernos neoliberales de los últimos años. Y, por ejemplo, en el caso del TLC, fueron las latas de zinc, no las ideas, lo que le permitió a la presidencia bicéfala del arismo, “ganar”, más bien robarse, el referéndum del 7 de octubre de 2007.

Definitivamente que la celebración del nacimiento de Jesús, renueva la lucha por la liberación de los oprimidos, de los pobres. Es nuestra propia liberación de toda esa lacra politiquera. Es la renovación de nuestra propia lucha. ¡Feliz Navidad!

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