Albino Vargas Barrantes, Secretario General ANEP
Muy temprano en la mañana de este lunes 8 de junio, mediante mensaje colocado en su cuenta de “feisbuc” e inmediatamente compartido, el ciudadano don Mario Redondo Poveda, Alcalde de Cartago nos comunicó este conmovedor acontecimiento: “Una madre de un joven agricultor de Tierra Blanca de Cartago me despierta hoy con el triste mensaje de que su hijo se quitó la vida. Llevaba meses luchando ante entidades financieras por deudas adquiridas en su labor agrícola. Nuestros agricultores merecen mejor trato”.
Aparte de expresar un sentimiento de solidaridad para con la familia de don Andrés Gilberto Ramírez Víquez, costarricense dedicado a la noble actividad de productor agrícola y quien decidió quitarse la vida, el comentario del señor alcalde de Cartago, “Nuestros agricultores merecen mejor trato”, resume lo que ha venido siendo una fuerte lucha en los últimos meses, especialmente a partir de los acontecimientos de calle del año 2019, con ocasión de las movilizaciones que se dieron a raíz de la aparición en la escena sociopolítica del país del Encuentro Social Multisectorial del cual, la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), es integrante.
La muerte de don Andrés Gilberto Ramírez Víquez dramatiza el fracaso radical de políticas económicas para el campo agropecuario nacional, inspiradas en doctrinas económicas y en valores políticos ajenos a lo que ha sido la particular forma del ser costarricense; la peculiar idiosincrasia tica que, como un pilar fundamental incluyó el amor por los productos de la tierra generados por el cultivo de los suelos nacionales, por hombres y mujeres compatriotas, como don Andrés Gilberto, como sus conterráneos de Tierra Blanca.
La transformación estructural de la sociedad costarricense que se viene impulsando por los sucesivos gobiernos de los partidos Liberación, Unidad y PAC (transformación que sigue sin terminar habida cuenta de poderosas acciones multifacéticas de resistencia popular a lo largo de tales administraciones), ha tenido en el agro nacional uno de los campos de mayor dolor, exclusión y sacrificio.
La desnaturalización de los principios fundacionales de la nacionalización bancaria, impuesta en 1949 por el líder político del siglo XX, José Figueres Ferrer (don Pepe), tiene consecuencia directa en el suicidio de don Andrés Gilberto Ramírez Víquez; dado que la lógica de acumulación desenfrenada y de intereses de usura extorsionantes y expoliadores, consustanciales a la práctica crediticia de una banca privada, contaminó a los bancos del Estado… los que quedan.
Don Andrés Gilberto Ramírez Víquez se suicidó agobiado por las deudas contraídas y, seguramente, acosado por los personeros de la entidad financiera acreedora. Lo más injusto de esta dolorosa circunstancia es saber que al momento de la llegada oficial al país de la pandemia del coronavirus covid-19, los depósitos del público en moneda extranjera en las entidades y bancos del sistema financiero nacional, estarían llegando a la inmensísima cantidad de 35 mil millones de dólares, unos 20 billones de colones (20.000.000.000.000).
Al respecto, nos preguntamos: ¿de cuántos colones eran las deudas de don Andrés Gilberto?; ¿cuánto porcentaje representaría dentro de un universo monetario de 35 mil millones de dólares?; ¿cuál es el público que tiene esa enorme cantidad de depósitos en moneda extranjera en las entidades financieras del país?… De seguro don Andrés Gilberto no era parte de ese público.
Paralela y colateralmente, casos como el del fallecido don Andrés Gilberto, indican la gravedad del deterior de las políticas públicas de cuido, protección, estímulo y apoyo a los productores agropecuarios nacionales, destacándose la paulatina liquidación del papel del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), entidad ésta despreciada por los indicados partidos y sus respectivos gobiernos.
Cada día queda más claro que el modelo económico todavía hegemónico en nuestro país, el inspirado en el neoliberalismo, es un soberano fracaso: es un modelo que comprende en sí mismo el suicido y la muerte. Don Andrés Gilberto Ramírez Víquez se quita la vida mientras que sus acreedores tenían en sus arcas bancario-financieras 35 mil millones de dólares.
El dolor de su trágico fallecimiento y las circunstancias que lo produjeron ha de servir de abono para continuar la lucha por la liberación de sus deudas a los agricultores y a las agricultoras costarricenses: con su vida don Andrés Gilberto, en el plano moral, ya los liberó.